Misal del dia de hoy 27 de Septiembre 2016 y Comentario al Evangelio

LECTURAS DEL MARTES XXVI DEL T. ORDINARIO 27 DE SEPTIEMBRE SAN VICENTE DE PAUL PRESBÍTERO (BLANCO)


Jesús tomó la firme determinación de emprender el viaje a Jerusalén.


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ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Lc 4, 18

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva y sanar a los de corazón contrito.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que, para el servicio de los pobres y la formación de los sacerdotes, colmaste de virtudes apostólicas a san Vicente de Paúl, presbítero, concédenos que, animados por el mismo espíritu, amemos lo que él amó, y pongamos por obra lo que enseñó. Por nuestro Señor Jesucristo…

LITURGIA DE LA PALABRA

¿Para qué dar la luz de la vida a un miserable?

clip_image002Del libro de Job: 3, 1-3. 11. 16. 12-15. 17. 20-23

Job abrió sus labios y maldijo el día de su nacimiento, diciendo: "¡Maldito el día en que nací, la noche en que se dijo: ‘Ha sido concebido un varón’! ¿Por qué no morí en el seno de mi madre? ¿Por qué no perecí al salir de sus entrañas o no fui como un aborto que se entierra, una criatura que no llegó a ver la luz? ¿Por qué me recibió un regazo y unos pechos me amamantaron?

Ahora dormiría tranquilo y descansaría en paz, con los reyes de la tierra, que se construyen mausoleos, o con los nobles, que amontonan oro y plata en sus palacios. Allí ya no perturban los malvados y forzosamente reposan los inquietos. ¿Para qué dieron la luz de la vida a un miserable, aquel que la pasa en amargura; al que ansía la muerte, que no llega, y la busca como un tesoro escondido; al que se alegraría ante la tumba y gozaría al recibir la sepultura; al hombre que no encuentra su camino, porque Dios le ha cerrado las salidas?".

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Del salmo 87

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R/. Señor, presta oído a mi clamor.

Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia. Que llegue hasta ti mi súplica, presta oído a mi clamor. R/.

Porque mi alma está llena de desdichas y mi vida está al borde del abismo; ya me cuentan entre los que bajan a la tumba, soy como un inválido. R/.

Tengo ya mi lugar entre los muertos, igual que los cadáveres que yacen en las tumbas, de los cuales, Señor, ya no te acuerdas, porque fueron arrancados de tu mano. R/.

Me has colocado en el fondo de la tumba, en las tinieblas del abismo. Tu cólera pesa sobre mí, y estrellas contra mí todas tus olas. R/.

ACLAMACIÓN Mc 10, 45

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R/. Aleluya, aleluya.

Jesucristo vino a servir y a dar su vida por la redención de todos. R/.

Jesús tomó la firme determinación de ir a Jerusalén.

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Del santo Evangelio según san Lucas: 9, 51-56

Cuando ya se acercaba el tiempo en que tenía que salir de este mundo, Jesús tomó la firme determinación de emprender el viaje a Jerusalén. Envió mensajeros por delante y ellos fueron a una aldea de Samaria para conseguirle alojamiento; pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque supieron que iba a Jerusalén. Ante esta negativa, sus discípulos Santiago y Juan le dijeron: "Señor, ¿quieres que hagamos bajar fuego del cielo para que acabe con ellos?" Pero Jesús se volvió hacia ellos y los reprendió. Después se fueron a otra aldea.

Palabra del Señor.

Gloria a ti Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Dios nuestro, que diste a san Vicente la gracia de realizar en su vida lo que celebraba en estos santos misterios, concédenos, por este sacrificio, ser transformados en una ofrenda agradable a tus ojos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 106, 8-9

Demos gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace en favor de su pueblo; porque da de beber al que tiene sed y les da de comer a los hambrientos.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Renovados con este sacramento celestial, te suplicamos humildemente, Señor, que, para imitar a tu Hijo en su celo por la evangelización de los pobres, sigamos el ejemplo de san Vicente, ayudados por su protección. Por Jesucristo, nuestro Señor.


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En la primera lectura de hoy acompañamos el lamento Job en silencio, junto a sus tres amigos que vienen de lejos (cf. Job 2,11-13). Ante el sufrimiento de los demás muchas veces sobran palabras. La cercanía, un abrazo o simplemente una mirada acogedora puede resultar en el mejor consuelo a quien lo necesita. El sufrimiento de Job es demasiado grande, lo perdió todo. Su silencio se rompe con un lamento, que maldice y cuestiona su existencia. Esa es su oración, una oración que busca comprender el misterio del mal, una oración que nace de su sufrimiento, una oración que hace preguntas existenciales.
De momento, Dios se mantiene en silencio ante sus lamentos, como también estuvo en silencio en Auschwitz o en la muerte de tantos inocentes en nuestros días. ¿Dónde está Dios? ¿Será que Él nos ha abandonado? Jesús asume ese grito de todos los inocentes y lo convierte en oración en la cruz. Lleva al cielo nuestras angustias. Para ello, Jesús camina con nosotros, con nuestras angustias, con nuestros sufrimientos y dudas.
Ese es el proyecto que comienza hoy en el Evangelio: un largo viaje hacia Jerusalén, su destino final (Lc 9,51). Su viaje no es de turista para visitar ciudades, sino para acercarse a la realidad humana, detenerse ante la gente, escuchar sus dramas y concederles a salvación. Por eso, encontrará a lo largo del camino muchas personas, unas necesitadas de respuestas, como el doctor de la Ley (Lc 10,25-37), otras que le darán hospitalidad, como Marta y María (Lc 10,38-42), muchos que necesitan su misericordia y entonces se sentará a la mesa con ellos y contará la hermosa parábola del Padre misericordioso (Lc 15), otros que quieren verle, aunque de lejos, y él decidirá entrar en su casa (Lc 19).
Tal vez aquí encontramos la respuesta de nuestros lamentos: Dios mismo viene a nuestro encuentro y camina con nosotros en la persona de su Hijo. Dios no es indiferente ante el sufrimiento de sus hijos, sino todo lo contrario, lo asume como suyos, y en el grito de la cruz lo hará subir hasta el cielo. Celebramos hoy San Vicente de Paul que entregó su vida al servicio de los pobres, viendo en cada persona doliente el rostro del Señor. En uno de sus escritos decía: “el servicio a los pobres ha de ser preferido a todo, y hay que prestarlo sin demora. Por esto, si en el momento de la oración hay que llevar a algún pobre un medicamento o un auxilio cualquiera, id a él con el ánimo bien tranquilo y haced lo que convenga, ofreciéndolo a Dios como una prolongación de la oración”. Cuidar de los demás es un modo que Dios tiene para decir a los que sufren: “¡Yo estoy contigo!”.