Misal del dia de hoy 25 de Septiembre 2016 y Comentario al Evangelio

LECTURAS DEL DOMINGO XXVI DEL T. ORDINARIO 25 DE SEPTIEMBRE (VERDE)


Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso, ni aunque resucite un muerto.


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ANTÍFONA DE ENTRADA Dn 3, 31. 29. 30. 43. 42

Todo lo que hiciste con nosotros, Señor, es verdaderamente justo, porque hemos pecado contra ti y hemos desobedecido tus mandatos; pero haz honor a tu nombre y trátanos conforme a tu inmensa misericordia.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que manifiestas tu poder de una manera admirable sobre todo cuando perdonas y ejerces tu misericordia, multiplica tu gracia sobre nosotros, para que, apresurándonos hacia lo que nos prometes, nos hagas partícipes de los bienes celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo…

LITURGIA DE LA PALABRA

Ustedes, los que lleven una vida disoluta, irán al destierro.

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Del libro del profeta Amós: 6, 1. 4-7

Esto dice el Señor todopoderoso: "¡Ay de ustedes, los que se sienten seguros en Sión y los que ponen su confianza en el monte sagrado de Samaria! Se reclinan sobre divanes adornados con marfil, se recuestan sobre almohadones para comer los corderos del rebaño y las terneras en engorda. Canturrean al son del arpa, creyendo cantar como David. Se atiborran de vino, se ponen los perfumes más costosos, pero no se preocupan por las desgracias de sus hermanos. Por eso irán al destierro a la cabeza de los cautivos y se acabará la orgía de los disolutos".

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Del salmo 145

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R/. Alabemos al Señor, que viene a salvarnos.

El Señor es siempre fiel a su palabra, y es quien hace justicia al oprimido; él proporciona pan a los hambrientos y libera al cautivo. R/.

Abre el Señor los ojos de los ciegos y alivia al agobiado. Ama el Señor al hombre justo y toma al forastero a su cuidado. R/.

A la viuda y al huérfano sustenta y trastorna los planes del inicuo. Reina el Señor eternamente, reina tu Dios, oh Sión, reina por siglos. R/.

Cumple todo lo mandado, hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo.

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De la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo: 6, 11-16

Hermano: Tú, como hombre de Dios, lleva una vida de rectitud, piedad, fe, amor, paciencia y mansedumbre. Lucha en el noble combate de la fe, conquista la vida eterna a la que has sido llamado y de la que hiciste tan admirable profesión ante numerosos testigos.

Ahora, en presencia de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Cristo Jesús, que dio tan admirable testimonio ante Poncio Pilato, te ordeno que cumplas fiel e irreprochablemente todo lo mandado, hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo, la cual dará a conocer a su debido tiempo Dios, el bienaventurado y único soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único que posee la inmortalidad, el que habita en una luz inaccesible y a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A él todo honor y poder para siempre.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN  2 Co 8, 9

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R/. Aleluya, aleluya.

Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza. R/.

Recibiste bienes en tu vida y Lázaro, males; ahora él goza de consuelo, mientras que tú sufres tormentos.

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Del santo Evangelio según san Lucas: 16, 19-311.

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: "Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y telas finas y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo, llamado Lázaro, yacía a la entrada de su casa, cubierto de llagas y ansiando llenarse con las sobras que caían de la mesa del rico. Y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas.

Sucedió, pues, que murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham. Murió también el rico y lo enterraron. Estaba éste en el lugar de castigo, en medio de tormentos, cuando levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham y a Lázaro junto a él.

Entonces gritó: ‘Padre Abraham, ten piedad de mí. Manda a Lázaro que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas’. Pero Abraham le contestó: ‘Hijo, recuerda que en tu vida recibiste bienes y Lázaro, en cambio, males. Por eso él goza ahora de consuelo, mientras que tú sufres tormentos. Además, entre ustedes y nosotros se abre un abismo inmenso, que nadie puede cruzar, ni hacia allá ni hacia acá’.

El rico insistió: ‘Te ruego, entonces, padre Abraham, que mandes a Lázaro a mi casa, pues me quedan allá cinco hermanos, para que les advierta y no acaben también ellos en este lugar de tormentos’. Abraham le dijo: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen’. Pero el rico replicó: ‘No, padre Abraham. Si un muerto va a decírselo, entonces sí se arrepentirán’. Abraham repuso: ‘Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso, ni aunque resucite un muerto’ ".

Palabra del Señor.

Gloria a ti Señor Jesús.

Credo

PLEGARIA UNIVERSAL

Presentemos nuestras plegarias al Padre.

Después de cada petición diremos: Padre misericordioso, escúchanos.

Por la Iglesia entera, por el Papa y por nuestro obispo, por los presbíteros y diáconos, y por todos los responsables de nuestras comunidades. Oremos.

Por los misioneros y misioneras, y por todos los que han dejado su tierra para trabajar al servicio del Evangelio. Oremos.

Por los gobernantes de nuestra patria, en todos sus niveles, municipal, estatal y federal. Oremos.

Por los jóvenes y por todos los que viven en la inseguridad de no encontrar un trabajo estable. Oremos.

Por los niños y los jóvenes de nuestra patria para que puedan crecer sanos de cuerpo y de espíritu. Oremos.

Por nosotros, por nuestra comunidad, que nos hemos reunido para celebrar la Eucaristía. Oremos.

Escucha, Padre, la oración de tus hijos. Haznos generosos en el compartir nuestros bienes, para que así seamos dignos del banquete del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Concédenos, Dios misericordioso, que nuestra ofrenda te sea aceptable y que por ella quede abierta para nosotros la fuente de toda bendición. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio para los domingos del Tiempo Ordinario.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 118, 49-50

Recuerda, Señor, la promesa que le hiciste a tu siervo, ella me infunde esperanza y consuelo en mi dolor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Que este misterio celestial renueve, Señor, nuestro cuerpo y nuestro espíritu, para que seamos coherederos en la gloria de aquel cuya muerte, al anunciarla, la hemos compartido. El, que vive y reina por los siglos de los siglos.


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Hay un mendigo en la puerta, (de la parroquia, del Carrefour…), tiene nombre, se llama Lázaro. Ponerle nombre es mucho, se supone que alguna vez me he parado, no sólo le he echado unas monedas distraídamente, he aprendido a llamarlo. Es verdad que dar una limosna al que está en la calle, no hace sino reproducir la mendicidad, pero también es verdad que acercarse, preguntar por sus llagas, es iniciar un camino en busca de la dignidad.
El rico (al que hemos llamado Epulón, aunque el evangelista no le pone nombre, cosas de San Lucas), no hace mal alguno, más aún, puede que piense que los bienes de los que disfruta, son signo de la bendición de Dios para los justos y la pobreza y la enfermedad, son signos de la maldición de Dios para los pecadores. La parábola nos habla de algo más fuerte, primero de la insensibilidad ante el sufrimiento. La buena vida, la abundancia: “el lino y la púrpura”, nos suelen hacer ciegos ante el dolor ajeno.
Lo segundo, es que Jesús cuenta la parábola en el marco del Juicio de Dios, en la misma línea de la primera lectura de Amós: “Pues encabezarán la cuerda de cautivos y se acabará la orgía de los disolutos”. Visto como se plantea, parece que la pobreza salva automáticamente y la riqueza condena: “Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió el rico y lo enterraron. Y, estando en el infierno…”. Pero el Juicio de Dios, no es un juicio para la otra vida, -esta es la acusación que se nos hace a los cristianos, de alienar con las promesas para el otro mundo-, es para aquí y ahora.
Si Jesús pone este ejemplo, es porque quiere la justicia ya, por eso su constante llamada a la conversión. Esta no llegará si los ricos, no cambiamos de conducta, no se escapen, somos todos nosotros, aunque no tengamos grandes cuentas en el banco. Por eso hay que recordarnos, que Dios, es el Dios de los pobres y que habrá un Juicio final, (repasar Mateo 25), para la salvación y la condenación. No vale decir es inevitable, siempre ha habido ricos y pobres, no se puede hacer nada, la igualdad es imposible, esas justificaciones no sirven.
Dice un refrán: “Dime con quién andas y te diré quién eres”, creo que no es preciso recordar, que el Juicio de Dios, no son nuestros juicios de hombre, ni incluso los de la Iglesia. En demasiadas ocasiones somos muy benevolentes con los corruptos, defraudadores, explotadores y poco con los homosexuales, o divorciados vueltos a casar, a estos los negamos la comunión y a los otros no. Jesús en el evangelio, solía andar con estos que nosotros consideramos que manchan nuestros principios sagrados, con los Lázaros.
Cada Eucaristía, como la que estamos celebrando hoy, es un banquete, donde deben caber todos aquellos con los que se juntaba el Maestro. Las cosas son muy sencillas: pan y vino y una comunidad a su alrededor. Pero su sentido es precioso, es el signo de la familia de Dios. Un día habrá mesa, sitio, pan, alegría y gozo para todos. Los mendigos no estarán sentados en la puerta y se luchará para que todos tengan trabajo y dignidad. No es nada evidente, que el Reino, nos reúna a todos en esta mesa, pero es lo que Dios quiere, nos pide y espera.
La Palabra de Dios es clara: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto”, el muerto ha resucitado: es Jesús. Él no quiere la injusticia, la explotación, la desigualdad, el dominio de unos sobre otros. Luchar por la igualdad, por acortar las diferencias entre ricos y pobres, estar con los excluidos, los descartados, es la tarea de nuestras parroquias. Todo un reto para el ejercicio de la caridad en la Iglesia.