LECTURAS DEL MIÉRCOLES XVIII DEL T. ORDINARIO 3 DE AGOSTO (VERDE)
"Es cierto, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos".
ANTÍFONA DE ENTRADA Lc 12, 42
Éste es el siervo prudente y fiel, a quien el Señor puso al frente de su familia.
ORACIÓN COLECTA
Dios
nuestro, que en tu inefable providencia te dignaste elegir a san José
como esposo de la santísima Madre de tu Hijo, concédenos que merezcamos
tener como intercesor en el cielo a quien veneramos como protector en la
tierra. Por nuestro Señor Jesucristo…
LITURGIA DE LA PALABRA
Yo te amo con amor eterno.
"En aquel tiempo, dice el Señor, yo seré el Dios de todas las tribus de Israel y ellas serán mi pueblo.
El
pueblo de Israel, que se libró de la espada, halló misericordia en el
desierto y camina hacia el descanso; el Señor se le apareció de lejos".
Esto
dice el Señor: "Yo te amo con amor eterno, por eso siempre me apiado de
ti. Volveré, pues, a construirte y serás reconstruida, capital de
Israel. Volverás a tocar tus panderos y saldrás a bailar entre músicos y
coros; volverás a plantar viñas en los montes de Samaria y los que las
planten, las disfrutarán. En la montaña de Efraín gritarán los
centinelas: ‘ya es de día! ¡Levántense y vayamos a Sión, hacia el Señor,
nuestro Dios!"
Esto
dice el Señor: "Griten de alegría por Jacob, regocíjense por el mejor
de los pueblos; proclamen, alaben y digan: ‘El Señor ha salvado a su
pueblo, al grupo de los sobrevivientes de Israel".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Jeremías 31
R/. El Señor será nuestro pastor.
Escuchen,
pueblos, la palabra del Señor, y anúncienla aun en las islas más
remotas: "El que dispersó a Israel lo reunirá, y lo cuidará como el
pastor a su rebaño". R/.
Porque
el Señor redimió a Jacob y lo rescató de las manos del poderoso. Ellos
vendrán para aclamarlo al monte Sión y vendrán a gozar de los bienes del
Señor. R/.
Entonces
se alegrarán las jóvenes, danzando; se sentirán felices jóvenes y
viejos, porque yo convertiré su tristeza en alegría, los llenaré de gozo
y aliviaré sus penas. R/.
ACLAMACIÓN Lc 7, 16
R/. Aleluya, aleluya.
Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo. R/.
Mujer, ¡qué grande es tu fe!
Del santo Evangelio según san Mateo: 15, 21-28
En
aquel tiempo, Jesús se retiró a la comarca de Tiro y Sidón. Entonces
una mujer cananea le salió al encuentro y se puso a gritar: "Señor, hijo
de David, ten compasión de mí. Mi hija está terriblemente atormentada
por un demonio". Jesús no le contestó una sola palabra; pero los
discípulos se acercaron y le rogaban: "Atiéndela, porque viene gritando
detrás de nosotros". Él les contestó: "Yo no he sido enviado sino a las
ovejas descarriadas de la casa de Israel".
Ella
se acercó entonces a Jesús y, postrada ante él, le dijo: "¡Señor,
ayúdame!" Él le respondió: "No está bien quitarles el pan a los hijos
para echárselo a los perritos". Pero ella replicó: "Es cierto, Señor;
pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de
sus amos". Entonces Jesús le respondió: "Mujer, ¡qué grande es tu fe!
Que se cumpla lo que deseas". Y en aquel mismo instante quedó curada su
hija.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Al
prepararnos a ofrecerte, Padre santo, este sacrificio de alabanza, te
suplicamos que para cumplir la misión que nos has confiado nos ayude la
intercesión de san José, a quien concediste cuidar en la tierra,
haciendo las veces de padre de tu Unigénito, Él, que vive y reina por
los siglos de los siglos.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 25, 21
Alégrate, siervo bueno y fiel. Entra a compartir el gozo de tu Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Renovados
con este sacramento que da vida, te rogamos, Señor, que nos concedas
vivir para ti en justicia y santidad, a ejemplo y por intercesión de san
José, el varón justo y obediente que contribuyó con sus servicios a la
realización de tus grandes misterios. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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Comentario al Evangelio de hoy
Fernando Torres cmf
A veces tenemos una idea de Jesús como si hubiese sido una especie de extraterrestre. Alguien que, aún con apariencia humana, en realidad su ser Dios le evitó todos los proceso normales por los que pasamos las personas. Nada de eso. Dios no hace ninguna cosa a medias. Y, cuando se encarnó, lo hizo de verdad. Es decir, asumiendo todos los procesos humanos en toda su profundidad y anchura. Jesús fue niño con todo lo que eso implica. Jesús vivió sometido a los procesos de crecimiento y maduración normales en su época. Jesús fue hijo de su cultura. Nació judío. Pensó como judío. Hablaba como judío.
Pero todo eso estaba fecundado por esa presencia de Dios que le hacía vivir de otra manera y atisbar otros horizontes para su vida y para la vida de todos aquellos con los que se encontraba.
El texto evangélico de hoy es uno de los momentos concretos en los que vemos a Jesús dar el salto más allá de lo normal y situarse en una perspectiva nueva y diferente. No sin dificultad, Jesús es capaz de situarse más allá de los prejuicios culturales. De los que existían entre los judíos, como existen en todas las culturas.
Seguramente que lo primero que pensaron tanto Jesús como sus discípulos, al oír las palabras de aquella mujer cananea, era que lo normal es que su hijo tuviese un demonio muy malo porque ella misma era un demonio. Esa era la forma normal de pensar de los judíos sobre los paganos, sobre los de fuera, sobre los que adoraban a otros dioses. Tener contacto con ellos era motivo de impureza. Era parte de castigo por el pecado de Israel que su misma tierra estuviese llena de todos esos hombres y mujeres “impuros” que no reconocían al verdadero Dios, al único, al Dios de Israel.
Jesús no la rechaza directamente pero dice, de entrada, que él sólo ha sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel. Es la mujer la que, con sus palabras, provoca a Jesús, despierta en él algo más profundo y le hace darse cuenta de que el amor de Dios es para todos, sin excepción y que se expresa y se manifiesta allí donde encuentra un corazón abierto y receptivo.
En ese momento, Jesús fue capaz de superar los prejuicios de raza y de cultura. En su proceso de crecimiento humano se dio cuenta de que la humanidad es una sola. Y que no hay razón para discriminar por razón de etnia, de origen, de color, de religión, de cultura, de lengua, de nada. Que todos somos hermanos y hermanas y que el amor de Dios es para todos sin que nadie pueda quedar nunca excluido.
Estaría bien que nosotros, que queremos seguirle, fuésemos también superando los muchos prejuicios que a veces llenan nuestras vidas. Hasta llegar a ver en el otro un hijo/hija de Dios. Un hermano siempre.