Misal del dia de hoy Jueves 4 de gosto 2016 y Comentario al Evangelio

LECTURAS DEL JUEVES XVIII DEL T. ORDINARIO 4 DE AGOSTO SAN JUAN MARÍA VIANNEY (BLANCO)


"Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo".


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ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Lc 4, 18

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva y sanar a los de corazón contrito.

ORACIÓN COLECTA

Dios omnipotente y misericordioso, que hiciste admirable a san Juan María Vianney, presbítero, por su celo pastoral, concédenos que, a ejemplo suyo y por su intercesión, ganemos para Cristo, con la caridad, a los hermanos y con ellos podamos alcanzar la gloria eterna. Por nuestro Señor Jesucristo…

LITURGIA DE LA PALABRA

Haré una alianza nueva y no recordaré sus pecados.

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Del libro del profeta Jeremías: 31, 31-34

"Se acerca el tiempo, dice el Señor, en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. No será como la alianza que hice con los padres de ustedes, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto. Ellos rompieron mi alianza y yo tuve que hacer un escarmiento con ellos.

Ésta será la alianza nueva que voy a hacer con la casa de Israel: Voy a poner mi ley en lo más profundo de su mente y voy a grabarla en sus corazones. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya nadie tendrá que instruir a su prójimo ni a su hermano, diciéndole: ‘Conoce al Señor’, porque todos me van a conocer, desde el más pequeño hasta el mayor de todos, cuando yo les perdone sus culpas y olvide para siempre sus pecados".

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Del salmo 50

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R/. Crea en mí, Señor, un corazón puro.

Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos. No me arrojes, Señor, lejos de ti, ni retires de mí tu santo espíritu. R/.

Devuélveme tu salvación, que regocija, mantén en mí un alma generosa. Enseñaré a los descarriados tus caminos y volverán a ti los pecadores. R/.

Tú, Señor, no te complaces en los sacrificios y si te ofreciera un holocausto, no te agradaría. Un corazón contrito te presento, y a un corazón contrito, tú nunca lo desprecias. R/.

ACLAMACIÓN Mt 16, 18

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R/. Aleluya, aleluya.

Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella, dice el Señor. R/.

Tú eres Pedro y yo te daré las llaves del Reino de los cielos.

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Del santo Evangelio según san Mateo: 16, 13-23

En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?" Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas".

Luego les preguntó: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?" Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo".

Jesús le dijo entonces: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo". Y les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.

A partir de entonces, comenzó Jesús a anunciar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén para padecer allí mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que tenía que ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.

Pedro se lo llevó aparte y trató de disuadirlo, diciéndole: "No lo permita Dios, Señor. Eso no te puede suceder a ti". Pero Jesús se volvió a Pedro y le dijo: "¡Apártate de mí, Satanás, y no intentes hacerme tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de los hombres!".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Dios todopoderoso, suplicamos humildemente a tu majestad que así como los dones ofrecidos en honor de san Juan María manifiestan la gloria del poder divino, de la misma manera nos alcancen el fruto de tu salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 28, 20

Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Te rogamos, Señor, que los sacramentos recibidos nos preparen para los gozos eternos, que ya mereció san Juan María por administrarlos con fidelidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.



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Comentario al Evangelio de hoy jueves, 4 de

agosto de 2016

Fernando Torres cmf




      Señor, dejo resonar en mis oídos este Evangelio de hoy. Dejo que
 me llegue al corazón. Lo leo entero pero hay una pregunta que se me
 queda metida en las tripas: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”

      Me da miedo contestarla. Porque la teoría me la sé de memoria.
 Podría recitar el credo. Podría decir que sé que tú eres el Hijo de 
Dios, que eres Jesús el que vino a salvarnos, el que con sus palabras
 y sus actos nos demostró el amor con que Dios nos ama. Podría 
rellenar unas cuantas páginas diciendo todo aquello en lo que creo. 
Tu 
nombre, Jesús, aparecería una y otra vez. He escuchado muchas 
homilías en mi vida. He leído algunos libros sobre ti. He tenido los 
Evangelios en mis manos. Sé muchas cosas de ti.

      Pero me da vergüenza contestar a esa pregunta porque sé que 
todo eso que sé no lo he hecho vida. Que lo sé pero que no lo vivo. 
Que mi boca dice unas cosas pero que a veces mi vida dice otras.

      Y no es que no me esfuerce. De verdad, que muchas mañanas me
 propongo ser mejor, perdonar, olvidar las ofensas, reconciliarme con 
aquellos con los que tengo pendencias, compartir con más 
generosidad las cosas que tengo... Pero luego viene el peso del día y 
 las horas y me sale el egoísmo y la comodidad y tantas cosas que me 
 hacen olvidar esos buenos propósitos. Y, ¿qué queda al final del día 
de los buenos propósitos de la mañana?

      Por todo ello, Señor, me da miedo responderme y responderte a
 la pregunta que me haces. Ni siquiera tengo el mismo arrojo, o pura 
inconsciencia, de Pedro que responde a bote pronto: “Tú eres el 
Mesías, el Hijo de Dios vivo.” Quizá porque sé que esa confesión 
debe estar acompañada no sólo de buenas intenciones sino también
 de obras. Ya sé aquello del refrán: “obras son amores que no buenas 
razones.”

      Quiero responderte, Señor. Lo quiero hacer con mi vida. Pero te
 ruego que comprendas también mi debilidad. Y que emplees 
conmigo, con todos nosotros, un mucho de tu gran misericordia. Te
 pido que me mires como mirabas a aquellos que se te acercaban, 
cuando andabas por los caminos de Galilea, enfermos y heridos por 
la vida porque veían en ti su esperanza, su única esperanza para sanar.
 Hoy te miro yo también así, Señor. No hagas caso de mis grandes
 palabras, de mi fachada, a veces tan llena de meras apariencias. Y
 mírame como soy, por mucho que me cueste reconocerlo: pobre y 
 necesitado de tu ayuda, de tu mano, de tu gracia, de tu misericordia.

      Quiero responderte, Señor, pero me hace falta tu gracia. Cuento
 con ella. Cuento contigo.