LECTURAS DEL MARTES XVIII DEL T. ORDINARIO 2 DE AGOSTO (VERDE)
Le dijo Pedro: "Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua".
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 88,2
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor, y daré a conocer que su fidelidad es eterna.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, cuya misericordia no tiene límites y
cuya bondad es un tesoro inagotable, acrecienta la fe del pueblo que te
está consagrado, para que comprenda mejor la inestimable riqueza del
amor con que nos has creado, de la Sangre con que nos has redimido y del
Espíritu con el que nos has hecho renacer. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo…
LITURGIA DE LA PALABRA
Por tus enormes pecados te he tratado así. – Yo haré volver a los cautivos de Israel.
Del libro del profeta Jeremías: 30, 1-2. 12-15. 18-22
Estas
palabras le fueron dirigidas a Jeremías de parte del Señor: "Esto dice
el Señor, Dios de Israel: ‘Escribe en un libro todas las palabras que te
he dicho’". "Esto dice el Señor: ‘Tu quebranto es irremediable e
incurables tus heridas. Estás desahuciado. Hay heridas que tienen
curación, pero las tuyas no tienen remedio. Todos tus amantes te han
olvidado y ya no preguntan por ti. Como si fuera tu enemigo, te herí y
te impuse un cruel castigo por tu gran culpa, por tus enormes pecados.
¿Por qué te quejas de tus heridas? Tu dolor es irremediable. Por tu gran
culpa, por tus enormes pecados te he tratado así’ ".
"Esto
dice el Señor: ‘Yo cambiaré la suerte del pueblo de Israel: lo haré
volver a su patria; me apiadaré de sus casas, la ciudad será reedificada
sobre sus propias ruinas y el templo será reconstruido tal como era. Se
escucharán himnos de alabanza y los cantos de un pueblo que se alegra. Y
los multiplicaré y ya no serán pocos, los honraré y ya no serán
despreciados; sus hijos serán como eran antes, la comunidad que está
delante de mí, y yo castigaré a todos sus enemigos.
Un
príncipe nacerá de mi pueblo, uno de ellos mismos será su jefe. Yo lo
haré acercarse y él vendrá hasta mí; porque, sino, ¿quién se atreverá a
acercarse a mí? Ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios’".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 101
R/.El Señor es nuestro Dios.
Cuando
el Señor reedifique a Sión y aparezca glorioso, cuando oiga el clamor
del oprimido y no se muestre a sus plegarias sordo, entonces al Señor
temerán todos los pueblos y su gloria verán los poderosos. R/.
Esto
se escribirá para el futuro y alabará al Señor el pueblo nuevo, porque
el Señor, desde su altura santa, ha mirado a la tierra desde el cielo,
para oír los gemidos del cautivo y librar de la muerte al prisionero.
R/.
Bajo
tu protección, Señor, habitarán los hijos de tus siervos y se
establecerán sus descendientes. Tu nombre en Sión alabarán por eso,
cuando en Jerusalén, a darte culto, se reúnan, Señor, todos los pueblos.
R/.
ACLAMACIÓN Cfr. Hch 16, 14
R/. Aleluya, aleluya.
Abre, Señor, nuestros corazones, para que aceptemos las palabras de tu Hijo. R/.
Mándame ir a ti caminando sobre el agua.
Del santo Evangelio según san Mateo: 14, 22-36
En
aquel tiempo, inmediatamente después de la multiplicación de los panes,
Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca y se dirigieran a la
otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después de despedirla,
subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba él solo allí.
Entre
tanto, la barca iba ya muy lejos de la costa y las olas la sacudían,
porque el viento era contrario. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos,
caminando sobre el agua. Los discípulos, al verlo andar sobre el agua,
se espantaron y decían: "¡Es un fantasma!". Y daban gritos de terror.
Pero Jesús les dijo enseguida: "Tranquilícense y no teman. Soy yo".
Entonces
le dijo Pedro: "Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el
agua". Jesús le contestó: "Ven". Pedro bajó de la barca y comenzó a
caminar sobre el agua hacia Jesús; pero al sentir la fuerza del viento,
le entró miedo, comenzó a hundirse y gritó: "¡Sálvame, Señor!".
Inmediatamente Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: "Hombre de
poca fe, ¿por qué dudaste?"
En
cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en la
barca se postraron ante Jesús, diciendo: "Verdaderamente tú eres el Hijo
de Dios". Terminada la travesía, llegaron a Genesaret. Apenas lo
reconocieron los habitantes de aquel lugar, pregonaron la noticia por
toda la región y le trajeron a todos los enfermos. Le pedían que los
dejara tocar siquiera el borde de su manto; y cuantos lo tocaron,
quedaron curados.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Dios de clemencia, acepta nuestras ofrendas y
transfórmalas en el sacramento de redención, memorial de la muerte y
resurrección de tu Hijo, para que, por la eficacia de este sacrificio,
puesta nuestra confianza en Cristo, lleguemos a la vida eterna. Por el
mismo Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn. 19,34
Uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y enseguida brotó sangre y agua.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios misericordioso, concédenos que
alimentados con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, bebamos con fe en la
fuente de la misericordia y seamos más y más misericordiosos con
nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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Comentario al Evangelio de hoy
ernando Torres cmf
F
Este evangelio de hoy comienza con la gente y termina con la gente. Empieza con gente que se va de estar con Jesús saciada, contenta, dispuesta a seguir con su vida. Es el efecto que tiene la presencia de Jesús en nuestras vidas. Y termina con gente que sale al encuentro de Jesús porque se sienten enfermos, necesitados, pobres. Y ponen su esperanza en Jesús. No saben muy bien definir lo que es Jesús pero les basta “tocar siquiera la orla de su manto.”
Por en medio tenemos un relato un poco extraño pero que quizá nos pueda ayudar a entender un poco mejor la vida, y el cansancio, del evangelizador, del que da su vida por el Reino.
Jesús se queda sólo porque no sólo despide a la gente. También hace que sus discípulos se suban a la barca para cruzar el lago. Se queda porque quiere orar. Dicho en otras palabras: un poco de tranquilidad que le ayude a salir de la multitud de manos que se le acercan pidiendo. Y en el silencio reconectar con el que es el origen de todo, de su misión, de su vida. Encontrarse con el Padre, con su Abbá.
Pero por medio están también los discípulos que van en la barca, atravesando el lago. Y está el viento y las olas que convierten la barca en un lugar muy poco seguro. La barca, con el mar en calma, puede ser un lugar precioso, lleno de belleza. Pero una barca en medio de una tormenta es una ocasión para que nos salgan a la superficie los miedos más profundos. Y la pregunta: ¿Por qué tengo que hacer esto? Con lo tranquilo que podía estar en mi casa, quién me manda colaborar en la catequesis o meterme de mediador en los conflictos, o echar una mano a los necesitados o esforzarme porque en la familia nos entendamos mejor. Surgen todas esas preguntas y muchas más.
Y brota, también de lo profundo, la oración: “Señor, sálvame.” Señor, estoy cansado. Ya no puedo más. Ahora soy yo el que necesito cuidados y atención y cariño. No puedo más.
Para esos momentos, es para cuando tenemos que guardar siempre en nuestra mente y en nuestro corazón las palabras de Jesús, aunque sea en diferente orden: “¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado? ¡Ánimo, soy yo, no tengas miedo!”
Y, ya puestos, aprender de Jesús a tomarnos algunos momentos de tranquilidad, de silencio, de paz, para reconectar con el que es el origen de todo, de nuestra vida y de nuestra misión: con Jesús. Pero no para quedarnos ahí, en una especie de nirvana, que nos sitúa fuera del mundo. Porque pronto hay que llegar a la orilla donde nos esperan los que sufren, los marginados, los abandonados, los enfermos, todos los que necesitan una mano amiga que les haga entender el amor inmenso con que Dios los ama.