LECTURAS DEL VIERNES XVII DEL T. ORDINARIO 29 DE JULIO SANTA MARTA DE BETANIA (BLANCO)
"Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude".
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Lc 10, 38
Cuando entró Jesús en un poblado, una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa.
ORACIÓN COLECTA
Dios
todopoderoso y eterno, cuyo Hijo aceptó hospedarse en la casa de santa
Marta, concédenos, por su intercesión, que sirviendo fielmente a Cristo
en nuestros hermanos, merezcamos ser recibidos por ti en la mansión del
cielo. Por nuestro Señor Jesucristo…
LITURGIA DE LA PALABRA
La gente se amotinó contra Jeremías en el templo del Señor.
Del libro del profeta Jeremías: 26, 1-9
Al
principio del reinado de Joaquín, hijo de Josías y rey de Judá, el
Señor le habló a Jeremías y le dijo: "Esto dice el Señor: ‘Ve al atrio
del templo y diles a todos los habitantes de Judá que entran en el
templo para adorar al Señor, todas las palabras que yo te voy a ordenar,
sin omitir ninguna. A ver si las escuchan y se convierten de su mala
vida, y me arrepiento del castigo que he pensado imponerles a causa de
sus malas acciones’.
Diles,
pues: ‘Esto dice el Señor: Si no me obedecen, ni cumplen la ley que he
dado, ni escuchan las palabras de mis siervos, los profetas, que sin
cesar les he enviado y a quienes ustedes no han escuchado, entonces yo
trataré a este templo como al de Siló y haré que esta ciudad sirva de
escarmiento para todos los pueblos de la tierra’ ".
Los
sacerdotes, los profetas y el pueblo oyeron a Jeremías pronunciar estas
palabras en el templo del Señor. Y cuando él terminó de decir cuanto el
Señor le había mandado, los sacerdotes y los profetas lo apresaron,
diciéndole al pueblo: "Este hombre debe morir, porque ha profetizado en
nombre del Señor que este templo será como el de Siló y que esta ciudad
será destruida y quedará deshabitada". Entonces la gente se amotinó
contra Jeremías en el templo del Señor.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 68
R/. Escúchanos, Señor, conforme a tu clemencia.
Son
más que mis cabellos los que me odian sin tener un motivo y más fuertes
que yo los que pretenden con sus calumnias acabar conmigo. Lo que yo no
robé, ¿acaso tengo yo que restituirlo? R/.
Por
ti he sufrido injurias y la vergüenza cubre mi semblante. Extraño soy y
advenedizo, aun para aquellos de mi propia sangre; pues me devora el
celo de tu casa, el odio del que te odia, en mí recae. R/.
A ti, Señor, elevo mi plegaria, ven en mi ayuda pronto; escúchame conforme a tu clemencia, Dios fiel en el socorro. R/.
ACLAMACIÓN Jn 8, 12
R/. Aleluya, aleluya.
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue tendrá la luz de la vida. R/.
Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan.
Del santo Evangelio según san Lucas: 10, 38-42
En
aquel tiempo, Jesús entró en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo
recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llamada María, la cual se
sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta, entre
tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a
Jesús, le dijo: "Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha
dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude".
El
Señor le respondió: "Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te
inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor
parte y nadie se la quitará".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Al
proclamar, Señor, tu obra admirable en santa Marta, suplicamos
humildemente a tu majestad que, así como te fue grato su amoroso
obsequio, así también te sea aceptable el desempeño de nuestro servicio.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 11, 27
Marta dijo a Jesús: Sí, Señor. Creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
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Comentario al Evangelio de hoy
Si hubieras estado aquí…
Santa
Marta se ha convertido en una santa todavía más popular de lo que ya
era, gracias a la residencia abierta en tiempos de san Juan Pablo II en
el territorio vaticano, y en la que, además, el Papa Francisco,
renunciando a sus apartamentos en el Palacio vaticano, se ha establecido
ahí para vivir menos aislado, más en comunidad. Santa Marta, que
representa en los Evangelios la acogida amistosa de Cristo, parece
simbolizar hoy en día una cierta renovación de la Iglesia, en la línea
de una vida más simple y austera.Todos conocemos la suave reconvención que Cristo dirigió a Marta cuando ésta exigía que su hermana María, embelesada por la Palabra del Maestro, le ayudara en sus tareas cotidianas. Y es que se puede acoger a Cristo materialmente (declarándose cristiano, frecuentando la Iglesia y trabajando con diligencia en ella), pero sin que eso suponga una actitud de verdadera escucha y acogida de su palabra, que significa acogerle con el corazón. Todos comprendemos que si alguien nos invita a su casa, y se pasa el tiempo haciendo cosas para que estemos a gusto, pero no nos dedica ni un minuto de tiempo, ni se sienta a conversar con nosotros, todas las otras ocupaciones resultan inútiles, incluso molestas. Acoger materialmente (declararse cristiano, frecuentar la Iglesia y trabajar en ella) es importante, pero para que todo eso dé frutos de verdadera vida cristiana es preciso saber pararse, perder el tiempo, orar, contemplar y escuchar la Palabra del que ha venido a nuestra casa a estar con nosotros.
Marta es hermana de María: la acción y la contemplación no son enemigas, sino hermanas de una misma familia, la que está basada en el amor de Dios, del que nos habla Juan en la primera lectura. Y aunque en ocasiones salten chispas entre ellas, Jesús nos enseña que hay que aprender a armonizarlas y establecer prioridades. Marta aprendió bien la lección. En el Evangelio de hoy es ella la que le dirige un suave reproche a Jesús. Es el que todos le hacemos a Dios cuando perdemos a un ser querido, sobre todo si creemos que todavía no había llegado su hora. El reproche de Marta está, sin embargo, impregnado de confianza. Y es en el precioso diálogo con Jesús donde comprendemos hasta qué punto Marta, sin dejar su talante activo (es ella la que se adelanta a acercarse a Jesús), ha aprendido la lección de la acogida con el corazón, que no es una acogida meramente sentimental, sino en fe. Marta confiesa que el amigo que les ama y al que aman es además el Mesías, que no sólo retrasa la muerte inevitable unos cuantos años, sino que la ha vencido definitivamente, porque Él mismo ha entregado su vida por amor para librarnos definitivamente del pecado y de la muerte.
Cordialmente,