Misal del dia de hoy 04 de Julio 2016 y Comentaro al Evangelio

LECTURAS DEL LUNES XIV DEL T. ORDINARIO 4 DE JULIO NUESTRA SEÑORA DEL REFUGIO MEMORIA LIBRE (BLANCO)


Jesús, volviéndose, la miró y le dijo: "Hija, ten confianza; tu fe te ha curado".


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ANTÍFONA DE ENTRADA

Dichosa eres tú, santísima Virgen María, y digna de toda alabanza, porque de ti brotó el sol de justicia, Jesucristo, nuestro Señor, por quien fuimos salvados y redimidos.

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, que has constituido a la santísima Virgen María como refugio y auxilio de los pecadores, concédenos su poderosa ayuda, para que, arrepentidos de nuestros pecados, alcancemos de tu misericordia la eterna felicidad. Por nuestro Señor Jesucristo…

LITURGIA DE LA PALABRA

Yo te desposaré conmigo para siempre.

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Del libro del profeta Oseas: 2, 16. 17-18. 21-22

Esto dice el Señor: "Yo conduciré a Israel, mi esposa infiel, al desierto y le hablaré al corazón. Ella me responderá allá, como cuando era joven, como el día en que salió de Egipto. Aquel día, palabra del Señor, ella me llamará ‘Esposo mío’, y no me volverá a decir Saal mío’. Israel, yo te desposaré conmigo para siempre. Nos uniremos en la justicia y la rectitud, en el amor constante y la ternura; yo te desposaré en la fidelidad y entonces tú conocerás al Señor".

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Del salmo 144

clip_image003R/. El Señor es compasivo y misericordioso.

Un día tras otro, Señor, bendeciré tu nombre y no cesará mi boca de alabarte. Muy digno de alabanza es el Señor, por ser su grandeza incalculable. R/.

Cada generación a la que sigue anunciará tus obras y proezas. Se hablará de tus hechos portentosos, del glorioso esplendor de tu grandeza. R/.

Alabarán tus maravillosos prodigios y contarán tus grandes acciones; difundirán la memoria de tu inmensa bondad y aclamarán tus victorias. R/.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. Bueno es el Señor para con todos y su amor se extiende a todas sus creaturas. R/.

ACLAMACIÓN  Cfr. 2 Tm 1, 10

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R/. Aleluya, aleluya.

Jesucristo, nuestro Salvador, ha vencido la muerte y ha hecho resplandecer la vida por medio del Evangelio. R/.

Mi hija acaba de morir; pero ven tú y volverá a vivir

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Del santo Evangelio según san Mateo: 9, 18-26

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se le acercó un jefe de la sinagoga, se postró ante él y le dijo: "Señor, mi hija acaba de morir; pero ven tú a imponerle las manos y volverá a vivir".

Jesús se levantó y lo siguió, acompañado de sus discípulos. Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó la orilla del manto, pues pensaba: "Con sólo tocar su manto, me curaré".

Jesús, volviéndose, la miró y le dijo: "Hija, ten confianza; tu fe te ha curado". Y en aquel mismo instante quedó curada la mujer. Cuando llegó a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús a los flautistas, y el tumulto de la gente y les dijo: "Retírense de aquí. La niña no está muerta; está dormida". Y todos se burlaron de él. En cuanto hicieron salir a la gente, entró Jesús, tomó a la niña de la mano y ésta se levantó. La noticia se difundió por toda aquella región.

Palabra del Señor. 

Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Mira, Señor, las oraciones y las ofrendas que tus fieles te presentan al conmemorar a santa María, Madre de Dios; haz que te sean agradables y nos alcancen el auxilio de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Lc 1, 48

El Señor puso sus ojos en la humildad de su esclava. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Reanimados por el sacramento de salvación, humildemente te pedimos, Señor, que quienes celebramos con veneración la memoria de la santísima Virgen María, Madre de Dios, merezcamos experimentar continuamente el fruto de tu redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.



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Comentario al Evangelio de hoy

Empieza una nueva semana y creo que lo mejor que podemos hacer, por una vez, es centrarnos en la primera lectura. Es del profeta Oseas. Hasta podríamos decir que tiene un lenguaje un poco atrevido. El profeta usa un lenguaje de enamorado, de esposo amante, para expresar la profundidad de la relación entre Dios y su pueblo. 
      Pero el amor de Dios por su pueblo va más allá de lo normal. No se trata del amor pacífico entre dos esposos que se quieren uno al otro, que son fieles a ese amor. Va más allá. El texto da a entender que la mujer ha sido infiel al marido. Y que el amor del marido es tan grande que es capaz de perdonar, de olvidar, de comenzar de nuevo. Y de asumir todo el esfuerzo que supone hacer que ella se vuelva a enamorar de él. 
      Lo normal en nuestro mundo es casi lo contrario. Cuando uno de los esposos descubre que ha sido traicionado por el otro, lo más normal es que el matrimonio se rompa, que se separen, y que no haya posibilidad de restaurar el vínculo roto. La infidelidad es el camino más rápido hacia el entierro del amor. Eso cuando no se da un paso más y se termina en la violencia pura y dura. Hasta hace relativamente pocos años en los códigos penales de muchos países el homicidio cometido por el cónyuge traicionado, tenía ante los jueces el eximente de la infidelidad cometida. Se entendía que era normal que la infidelidad provocase esa respuesta.
      Pero Dios, nuestro Dios, es diferente. Es amor y amor más grande que la traición y que la infidelidad. Es amor constante y firme. Es amor que quiere siempre la vida del amado. Y el amor de Dios es para todos, sin excepción. Porque en el testimonio y en las palabras y en la vida de Jesús se nos abrió la perspectiva y nos dimos cuenta de que el amor de Dios es para todos y todas sin excepción. 
      Hemos podido ser infieles. Hemos mirado muchas veces a otro lado cuando él pasaba cerca de nosotros. Hemos practicado la injusticia con nuestros hermanos. Hemos sido miserables e insolidarios. Razones todas suficientes para abandonarnos. ¡Con todo lo que él ha hecho por nosotros! ¡Hasta dar la vida!
      Pues no. El texto del profeta Oseas nos dice que no nos abandona, que no nos abandonará nunca. Para Dios nunca somos casos perdidos. Somos sus hijos queridos y nunca nos va a dejar de su mano. Siempre va a estar a nuestro lado, aunque nosotros no queramos verle y cerremos los ojos a su presencia. Su piedad, su amor por nosotros, está fuera de toda duda. 
      Ahora podemos leer el Evangelio con nueva luz. Lo suyo no son simples milagros, hechos maravillosos. Lo de Jesús es testimonio vivo del amor con el que Dios nos ama a cada uno de nosotros.