LECTURAS DEL JUEVES XVI DEL T. ORDINARIO 21 DE JULIO (VERDE)
Yo les aseguro que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron.
ANTÍFONA DE ENTRADA Flp 2, 10-11
Que
al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y
en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el
Señor, para gloria de Dios Padre.
ORACIÓN COLECTA
A
quienes veneramos el santísimo nombre de Jesús, concede, Señor, en tu
bondad, que, disfrutando en esta vida de su dulzura, nos llenemos de
gozo en la patria eterna. Por nuestro Señor Jesucristo…
LITURGIA DE LA PALABRA
Me abandonaron a mí, manantial de aguas vivas, y se hicieron cisternas agrietadas.
Del libro del profeta Jeremías: 2, 1-3. 7-8. 12-13
En
aquel tiempo, me habló el Señor y me dijo: "Ve y grita a los oídos de
Jerusalén: ‘Esto dice el Señor: Aún recuerdo el cariño de tu juventud y
tu amor de novia para conmigo, cuando me seguías por el desierto, por
una tierra sin cultivo.
Israel
estaba consagrado al Señor como primicia de su cosecha. Quien se
atrevía a comer de ella, cometía un delito y la desgracia caía sobre él.
Yo los traje a ustedes a una tierra de jardines, para que comieran de
sus excelentes frutos. Pero llegaron y profanaron mi tierra,
convirtieron mi heredad en algo abominable.
Los
sacerdotes ya no hablan de Dios y los doctores de la ley no me conocen,
los pastores han profetizado en nombre de Baal y adoran a los ídolos.
Espántense, cielos, de ello, horrorícense y pásmense —palabra del
Señor—, porque dos maldades ha cometido mi pueblo: me abandonaron a mí,
manantial de aguas vivas, y se hicieron cisternas agrietadas, que no
retienen el agua’ ".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 35
R/. Tú eres, Señor, la fuente de la vida.
Señor,
tu misericordia es tan grande como el cielo y tu fidelidad, como desde
la tierra hasta las nubes. Más grande que las montañas es tu justicia y
tus sentencias son como el océano inmenso. R/.
Señor,
qué inapreciable es tu misericordia. Los seres humanos se acogen a la
sombra de tus alas, se nutren de lo más sabroso de tu casa y tú les das a
beber el torrente de tus delicias. R/.
Porque
tú eres, Señor, la fuente de la vida y tu luz nos hace ver la luz.
Prolonga tu misericordia con los que te reconocen y tu justicia con los
rectos de corazón. R/.
ACLAMACIÓN Cfr. Mt 11, 25
R/. Aleluya, aleluya.
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla. R/.
A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los cielos; pero a ellos no.
Del santo Evangelio según san Mateo: 13, 10-17
En
aquel tiempo, se acercaron a Jesús sus discípulos y le preguntaron:
"¿Por qué les hablas en parábolas?" Él les respondió: "A ustedes se les
ha concedido conocer los misterios del Reino de los cielos; pero a ellos
no. Al que tiene se le dará más y nadará en la abundancia; pero al que
tiene poco, aun eso poco se le quitará.
Por
eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen ni
entienden. En ellos se cumple aquella profecía de Isaías que dice:
Ustedes oirán una y otra vez y no entenderán; mirarán y volverán a
mirar, pero no verán; porque este pueblo ha endurecido su corazón, ha
cerrado sus ojos y tapado sus oídos, con el fin de no ver con los ojos
ni oír con los oídos, ni comprender con el corazón. Porque no quieren
convertirse ni que yo los salve.
Pero,
dichosos ustedes, porque sus ojos ven y sus oídos oyen. Yo les aseguro
que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no
lo vieron y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Dígnate,
Padre todopoderoso, aceptar nuestros dones en el nombre de Jesús, en el
cual confiamos firmemente que obtendremos cuanto pidamos, conforme a la
promesa bondadosa hecha por tu mismo Hijo. Él, que vive y reina por los
siglos de los siglos.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Hch 4, 12
No hay otro nombre bajo el cielo que pueda salvarnos.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
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Comentario al Evangelio de hoy
Desde hace unos años se han puesto de moda novelas y películas con un tema muy parejo: en todas ellas se habla de un misterio muy importante, del que el protagonista tiene que seguir la pista pasando por pruebas y dificultades a cuál más complicada y difícil de superar. El misterio tiene siempre un calado “misterioso” que afecta a la supervivencia de la vida en el planeta, al futuro de la humanidad. El protagonista se constituye en salvador de la humanidad al defender el misterioso secreto de las fuerzas del mal que se intentan apoderar de él para dominarnos y destruirnos. Seguro que la mayoría de los lectores de estas líneas podrían poner ahora mismo sobre la mesa los títulos de varios películas y novelas con un tema muy parecido.La realidad es mucho más rutinaria. No existe ese gran secreto. No existe ese gran misterio. No hay salvadores en los que confiar ciegamente. Las fuerzas del mal no andan por ahí amenazándonos. En realidad, todo se juega en nuestro corazón y en las relaciones entre las personas. Como Jesús dice en el Evangelio de hoy: “a vosotros se os ha concedido conocer los misterios del Reino”.
¿Qué misterio es ése? No está escondido ni hay que superar pruebas imposibles para conocerlo. Está ahí. En la vida de Jesús, en sus palabras, en sus hechos. El misterio es el amor de Dios. El misterio es el Reino. El misterio es que la salvación no viene a nosotros ni a nuestro mundo de una forma milagrosa, de golpe o por la intervención de un héroe sino que es fruto del esfuerzo, del compromiso, del trabajo diario en favor del Reino.
La salvación no es algo que está en el futuro sino que la vamos actuando ya aquí y ahora cuando nos comportamos como Jesús, cuando trabajamos por la justicia y la fraternidad, cuando acogemos a todos, cuando los marginados y rechazados encuentran en nuestra casa la acogida que les dedicó Jesús. La salvación se nos da cuando somos capaces de amar gratuitamente y sin pedir nada a cambio.
El milagro verdadero es el de la fidelidad al Evangelio en el día a día de nuestras vidas. El misterio del Reino se transparenta en las cosas más sencillas del día a día: en el cariño de unos esposos y en la sonrisa de un niño, en el trabajo del juez que se esfuerza por hacer justicia de forma imparcial y en el político (que también los hay) honesto que dedica su vida al servicio del bien común.
Se están produciendo miles de milagros de esos cada día. Hay millones de héroes que están salvando al mundo y a mí mismo, que escribo estas líneas y que quizá no hago todo lo que debiera hacer para transparentar con mi vida y mi forma de comportarme el misterio del Reino. Que no seamos de esos que han cerrado los ojos y los oídos a ese despliegue del amor de Dios en nuestro mundo que son los millones de personas que viven comprometidos en crear un mundo mejor y más justo y más hermano.