LECTURAS DEL VIERNES XII DEL T. ORDINARIO 24 DE JUNIO SOLEMNIDAD DEL NACIMIENTO DE SAN JUAN BAUTISTA (BLANCO)
"¿Qué va a ser de este niño?"
Misa vespertina de la vigilia
Esta Misa se utiliza en la tarde del día 23 de junio, antes o después de las primeras Vísperas de la solemnidad.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Lc 1, 15. 14)
Será
grande a los ojos del Señor, y estará lleno del Espíritu Santo, ya
desde el seno de su madre, y muchos se alegrarán de su nacimiento.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Te
rogamos, Dios todopoderoso, que a tu familia santa le concedas avanzar
segura por el camino de la salvación y que siguiendo las exhortaciones
de san Juan, el Precursor, llegue segura al encuentro de quien él mismo
anunció, Jesucristo, nuestro Señor. Él, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Desde antes de formarte en el seno materno, te conozco.
Del libro del profeta Jeremías: 1, 4-10
En
tiempo de Josías, el Señor me dirigió estas palabras: "Desde antes de
formarte en el seno materno, te conozco; desde antes de que nacieras, te
consagré profeta para las naciones".
Yo le contesté: "Pero, Señor mío, yo no sé expresarme, porque apenas soy un muchacho".
El
Señor me dijo: "No digas que eres un muchacho, pues irás a donde yo te
envíe y dirás lo que yo te mande. No tengas miedo, porque yo estoy
contigo para protegerte", lo dice el Señor.
El
Señor extendió entonces su brazo, con su mano me tocó la boca y me
dijo: "Desde hoy pongo mis palabras en tu boca y te doy autoridad sobre
pueblos y reyes, para que arranques y derribes, para que destruyas y
deshagas, para que edifiques y plantes".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 70
R/ Desde el seno de mi madre tú eres mi apoyo.
Señor,
tú eres mi esperanza, que no quede yo jamás defraudado. Tú, que eres
justo, ayúdame y defiéndeme; escucha mi oración y ponme a salvo. R/.
Sé
para mí un refugio, ciudad fortificada en que me salves. Y pues eres mi
auxilio y mi defensa, líbrame, Señor, de los malvados. R/.
Señor,
tú eres mi esperanza; desde mi juventud en ti confío. Desde que estaba
en el seno de mi madre, yo me apoyaba en ti y tú me sostenías. R/.
Yo
proclamaré siempre tu justicia y a todas horas, tu misericordia. Me
enseñaste a alabarte desde niño y seguir alabándote es mi orgullo. R/.
Los profetas investigaron profundamente la gracia destinada a ustedes.
De la primera carta del apóstol san Pedro: 1, 8-12
Hermanos:
Ustedes no han visto a Cristo Jesús y, sin embargo, lo aman; al creer
en él ahora, sin verlo, se llenan de una alegría radiante e
indescriptible, seguros de alcanzar la salvación de sus almas, que es la
meta de la fe.
Los
profetas, cuando predijeron la gracia destinada a ustedes, investigaron
también profundamente acerca de la salvación de ustedes. Ellos trataron
de descubrir en qué tiempo y en qué circunstancias se habrían de
verificar las indicaciones que el Espíritu de Cristo, que moraba en
ellos, les había revelado sobre los sufrimientos de Cristo y el triunfo
glorioso que los seguiría. Pero se les dio a conocer que ellos no verían
lo que profetizaban, sino que estaba reservado para nosotros. Todo esto
les ha sido anunciado ahora a ustedes, por medio de aquellos que les
han predicado el Evangelio con la fuerza del Espíritu Santo, enviado del
cielo, y ciertamente es algo que los ángeles anhelan contemplar.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN (Cfr. Jn 1, 7; Lc 1, 17)
R/. aleluya.
El vino para dar testimonio de la luz y prepararle al Señor un pueblo dispuesto a recibirlo. R/.
Tu mujer te dará un hijo, a quien le pondrás el nombre de Juan.
Del santo Evangelio según san Lucas: 1, 5-17
Hubo
en tiempo de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, del
grupo de Abías, casado con una descendiente de Aarón, llamada Isabel.
Ambos eran justos a los ojos de Dios, pues vivían irreprochablemente,
cumpliendo los mandamientos y disposiciones del Señor. Pero no tenían
hijos, porque Isabel era estéril y los dos, de avanzada edad. Un día en
que le correspondía a su grupo desempeñar ante Dios los oficios
sacerdotales, le tocó a Zacarías, según la costumbre de los sacerdotes,
entrar al santuario del Señor para ofrecer el incienso, mientras todo el
pueblo estaba afuera, en oración, a la hora de la incensación.
Se
le apareció entonces un ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar
del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y un gran temor se
apoderó de él. Pero el ángel le dijo:
"No
temas, Zacarías, porque tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu mujer,
te dará un hijo, a quien le pondrás el nombre de Juan. Tú te llenarás
de alegría y regocijo, y otros muchos se alegrarán también de su
nacimiento, pues él será grande a los ojos del Señor; no beberá vino ni
licor, y estará lleno del Espíritu Santo, ya desde el seno de su madre.
Convertirá a muchos israelitas al Señor; irá delante del Señor con el
espíritu y el poder de Elías, para convertir los corazones de los padres
hacia sus hijos, dar a los rebeldes la cordura de los justos y
prepararle así al Señor un pueblo dispuesto a recibirlo".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Se dice Credo.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Mira
con bondad, Señor, la ofrenda que tu pueblo te presenta en la
solemnidad de san Juan Bautista, y concédenos hacer realidad, mediante
una vida entregada a tu servicio, lo que en este misterio celebramos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias
siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y
eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque
en la persona de su Precursor, Juan el Bautista, alabamos tu
magnificencia, ya que lo consagraste con el más grande honor entre todos
los nacidos de mujer.
Al
que fuera, en su nacimiento, ocasión de gran júbilo, y aun antes de
nacer saltara de gozo ante la llegada de la salvación humana, le fue
dado, sólo a él entre todos los profetas, presentar al Cordero que quita
el pecado del mundo.
Y
en favor de quienes habrían de ser santificados, lavó en agua viva al
mismo autor del bautismo, y mereció ofrecerle el supremo testimonio de
su sangre.
Por eso, unidos a los ángeles, te alabamos continuamente en la tierra, proclamando tu grandeza sin cesar: Santo, Santo, Santo…
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Lc 1, 68)
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. Aleluya,
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Alimentados
con el pan del cielo, Señor, concédenos que nos acompañe la poderosa
intercesión de san Juan Bautista, y que el mismo que anunció al Cordero
que habría de borrar nuestros pecados, ruegue a tu Hijo que nos acoja,
complacido. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
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Comentario al Evangelio de hoy
Fernando Torres cmf
Siempre me ha llamado la atención la frase de la gente del pueblo de Juan el Bautista: “¿Qué va a ser de este niño?” La verdad es que todo niño o niña recién nacido es un misterio, un libro en blanco. Nadie sabe lo que va a ser su futuro: enfermedades, trabajos, alegrías, gozos, rebeldías. Nadie sabe si estamos ante un futuro personaje de la historia o ante un ser mediocre. Quizá se convertirá en un asesino en serie o quizá será un santo. Ni siquiera el que sus padres sean de una determinada manera, mejores o peores, ricos o pobres, educados o incultos, significa de forma absoluta que el recién nacido ya tenga su destino predeterminado. Cada uno va a tener que hacer su camino.
Pero también es verdad que mucho va a depender de cómo se vaya acompañando a esa vida que nace y crece. La cercanía, el cariño, el consejo, el ejemplo, la mano siempre tendida, el perdón... todo eso facilitará las cosas, allanará el camino y hará que el recién nacido vaya encontrando su propio camino, adueñándose de su propia historia, creciendo como persona capaz a su vez de amar y crear vida.
Imagino, a partir de lo poco que conocemos de Juan el Bautista, que quizá en su infancia contó con la compañía y cercanía de sus padres, de sus familiares y, quizá, también de todos aquellos que cuando nació dijeron: “¿Qué va a ser de este niño?” Le educaron con la suficiente libertad para poder hacer su propio camino. Le dieron la oportunidad de encontrarse con el Dios de sus padres y de escuchar su voz. Le posibilitaron escuchar la llamada de Dios que le invitaba a ser su profeta, a anunciar que ya estaba cerca el que tenía que venir.
Y Juan fue lo suficientemente consciente de sus propias limitaciones como para apartarse humildemente cuando entendió que el que tenía que venir había venido. Lo señaló y se apartó. Porque el importante era el que tenía que venir y no él mismo. El importante era Jesús y no Juan.
Juan es un modelo para todo misionero, para todo evangelizador, para todo cristiano. Nos enseña a no colocarnos en medio ni sentirnos imprescindibles. Porque lo importante no es que tengamos muchos devotos ni mucha gente que nos escuche. Lo importante es que todas las personas, hombres y mujeres, se encuentren personalmente con Jesús. Lo nuestro es señalarles el camino y apartarnos para que cada uno lo pueda hacer sin estorbos. Indicar, señalar, apuntar, acompañar. Esos son los verbos que debe conjugar el evangelizador.