LECTURAS DEL MIÉRCOLES XII DEL T. ORDINARIO 22 DE JUNIO (VERDE)
Todo árbol bueno da frutos buenos y el árbol malo da frutos malos.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 95, 1. 6
Canten
al Señor un cántico nuevo, hombres de toda la tierra, canten al Señor.
Hay brillo y esplendor en su presencia, y en su templo, belleza y
majestad.
ORACIÓN COLECTA
Dios
todopoderoso y eterno, dirige nuestros pasos de manera que podamos
agradarte en todo y así merezcamos, en nombre de tu Hijo amado, abundar
en toda clase de obras buenas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por
los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
El
rey leyó delante de todo el pueblo el libro de la alianza, encontrado
en el templo, y renovó la alianza en presencia del Señor.
Del segundo libro de los Reyes: 22, 8-13; 23, 1-3
Por
aquel entonces, el sumo sacerdote Jilquías dijo a Safán, delegado del
rey Josías: "He hallado en el templo el libro de la ley". Jilquías
entregó el libro a Safán, quien lo leyó. Luego, Safán fue a ver al rey y
le rindió cuentas, diciendo: "Tus siervos han fundido el dinero del
templo y se lo han entregado a los encargados de las obras". Y añadió:
"El sacerdote Jilquías me ha entregado un libro". Y lo leyó en presencia
del rey.
Cuando
el rey oyó las palabras del libro de la ley, rasgó sus vestiduras y
ordenó al sacerdote Jilquías; a Ajicam, hijo de Safán; a Akbor, hijo de
Miqueas; al delegado Safán y a Asaías, ministro suyo: "Vayan a consultar
lo que dice el Señor acerca de mí, del pueblo y de todo Judá en este
libro que se ha encontrado, pues el Señor está enfurecido con nosotros,
porque nuestros padres no escucharon las palabras de este libro y no
cumplieron lo que en él está escrito".
Cuando
ellos trajeron la respuesta, el rey convocó a todos los ancianos de
Judá y de Jerusalén y se dirigió hacia el templo, acompañado por los
hombres de Judá y todos los habitantes de Jerusalén, los sacerdotes, los
profetas y todo el pueblo, desde el más pequeño hasta el más grande, y
les leyó el libro de la alianza, hallado en el templo.
Después,
de pie sobre el estrado y en presencia del Señor, renovó la alianza,
comprometiéndose a seguir al Señor y a cumplir sus preceptos, normas y
mandatos, con todo el corazón y toda el alma, y a poner en vigor las
palabras de esta alianza, escritas en el libro. Y todo el pueblo renovó
también la alianza.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 118
R/. Muéstranos, Señor, el camino de tus leyes.
Muéstrame,
Señor, el camino de tus leyes y yo lo seguiré con cuidado. Enséñame a
cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón. R/.
Guíame por la senda de tu ley, que es lo que quiero. Inclina mi corazón a tus preceptos, y no a la avaricia. R/.
Aparta mis ojos de las vanidades, dame vida con tu palabra. Mira cómo anhelo tus decretos: dame vida con tu justicia. R/.
ACLAMACIÓN Jn 15, 4. 5
R/. Aleluya, aleluya.
Permanezcan en mí y yo en ustedes, dice el Señor; el que permanece en mí da fruto abundante. R/.
Por sus frutos los conocerán.
Del santo Evangelio según san Mateo: 7,15-20
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Cuidado con los falsos
profetas. Se acercan a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro
son lobos rapaces. Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas
de los espinos o higos de los cardos?
Todo
árbol bueno da frutos buenos y el árbol malo da frutos malos. Un árbol
bueno no puede producir frutos malos y un árbol malo no puede producir
frutos buenos. Todo árbol que no produce frutos buenos es cortado y
arrojado al fuego. Así que por sus frutos los conocerán".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe,
Señor, benignamente, nuestros dones, y santifícalos, a fin de que nos
sirvan para nuestra salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 8, 12
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue, no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
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Con la Palabra de Dios
“Dijo Jesús a sus discípulos: “Cuidado con los falsos profetas, se acercan con piel de oveja pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. A ver, ¿se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Es decir, por sus frutos los conoceréis”. (Mt 7,15-20)
No es ninguna novedad.
Siempre han existido verdaderos y falsos profetas.
Hoy no somos una excepción.
Siempre han existido profetas que sí han hablado en nombre de Dios.
Siempre han existido profetas que sí han escuchado la voz de Dios.
Siempre han existido profetas que sí han podido decir “esto dice el Señor”.
Siempre han existido profetas que no se han buscado a sí mismo sino la gloria de Dios.
Siempre han existido profetas que no han buscado su triunfo sino la glorificación de Dios.
Siempre han existido profetas que no han buscado atraer la gente hacia ellos, sino llevarla a Dios.
Siempre han existido profetas que no han defendido sus propias ideas, sino la verdad de Dios.
Siempre han existido profetas que no han tratado de imponer sus propios criterios, sino los criterios de Dios.
Tampoco han faltado los falsos profetas.
Que dicen hablar en nombre de Dios y hablan en nombre propio.
Que dicen hablar en nombre del Evangelio y hablan sus propios pensamientos.
Que dicen servir a Dios y se sirven de Dios.
Que dicen servir a los demás y se sirven de los demás.
Que dicen servir a la Iglesia y se sirven de la Iglesia.
Que dicen servir a la comunidad y se sirven de la comunidad.
Que dicen servir a los pobres y se sirven de los pobres para sus intereses.
Que dicen vestir al desnudo y se visten de sus ropas.
Que dicen dar de beber al sediento y beben su agua.
Que dicen dar de comer al hambriento y comen su pan.
Jesús no niega la existencia de los profetas.
Dios suscitó cantidad de profetas en el Antiguo Testamento.
Dios convirtió a su propio Hijo en el gran profeta del Nuevo Testamento.
Lo que Jesús hace es:
Ponernos en alerta de los falsos profetas.
Ponernos en alerta de aquellos que se revisten de piel de oveja y son lobos rapaces.
Jesús nos ofrece dos criterios fundamentales de discernimiento:
En primer lugar, si su corazón está sano o es un “corazón dañado”.
Si su corazón está lleno de o vacío de Dios.
Si su corazón está lleno de amor o de egoísmo y ansias de poder.
Si su corazón está lleno de bondad o de intereses personales.
Si su corazón está lleno de gracia o de pecado.
En segundo lugar, ¿cuáles son los frutos de gracia y salvación que producen?
Si lo que dicen anuncia la verdad de Dios.
Si lo que dicen anuncia lo que el Espíritu quiere hoy para nosotros.
Si lo que dicen es fuente de unión y comunión.
Si lo que dicen une y no divide.
Si lo que dicen hace madurar la fe.
Si lo que dicen hace crecer en santidad.
Si lo que dicen y hacen responde a la verdad de su misión.
Si lo que dicen y hacen nos lleva a construir un mundo mejor.
Si lo que dicen y hacen nos lleva a ser más coherentes con las exigencias del Evangelio.
Eres esposo o esposa ¿das verdaderos frutos de amor y de comunión de vida?
Soy sacerdote, ¿mi vida da verdaderos frutos sacerdotales?
Soy religioso, ¿mi vida da verdaderos frutos de consagrado a Dios y a los hermanos?
Cada árbol da sus propios frutos.
Si eres laico da frutos de verdadero bautizado en el mundo.
Si soy sacerdote o religioso estoy llamado a dar frutos sacerdotales y de consagrado.
¿Cuál es mi miedo?
¿No me estaré revistiendo de la piel de oveja en mi condición de sacerdote y religioso?
Siento miedo a aquello de “los brazos son de Esaú, pero la voz es de Jacob”.