Misal del dia de hoy Viernes 10 de junio 2016 y Comentario al Evangelio

LECTURAS DEL VIERNES X DEL T. ORDINARIO 10 DE JUNIO (VERDE)


Yo les digo que quien mire con malos deseos a una mujer, ya cometió adulterio con ella en su corazón.


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ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sb 11, 23. 24. 26

Señor, tú tienes misericordia de todos y nunca odias a tus creaturas; borras los pecados de los hombres que se arrepienten, y los perdonas, porque tú, Señor, eres nuestro Dios.

ORACIÓN COLECTA

Señor, escucha bondadoso nuestros ruegos y perdona nuestros pecado, para que nos concedas juntamente tu perdón y tu paz. Por nuestro Señor Jesucristo…

LITURGIA DE LA PALABRA

Quédate en el monte, porque el Señor va a pasar.

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Del primer libro de los Reyes: 19, 9. 11-16

Al llegar al monte de Dios, el Horeb, el profeta Elías entró en una cueva y permaneció allí. El Señor le dijo: "Sal de la cueva y quédate en el monte para ver al Señor, porque el Señor va a pasar".

Así lo hizo Elías, y al acercarse el Señor, vino primero un viento huracanado, que partía las montañas y resquebrajaba las rocas; pero el Señor no estaba en el viento. Se produjo después un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. Luego vino un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego se escuchó el murmullo de una brisa suave. Al oírlo, Elías se cubrió el rostro con el manto y salió a la entrada de la cueva.

Entonces oyó una voz que le dijo: "¿Qué haces aquí, Elías?" Él respondió: "Me consume el celo por tu honra, Señor, Dios de los ejércitos, porque los israelitas han abandonado tu alianza, han derribado tus altares y asesinado a tus profetas; sólo quedo yo y me andan buscando para matarme".

El Señor le dijo: "Desanda tu camino hacia el desierto de Damasco. Ve y unge a Jazael como rey de Siria; a Jehú, hijo de Nimsí, como rey de Israel; y a Eliseo, hijo de Safat, úngelo como profeta, sucesor tuyo".

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Del salmo 26

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R/. Oye, Señor, mi voz y mis clamores.

Oye, Señor, mi voz y mis clamores y tenme compasión; el corazón me dice que te busque y buscándote estoy. R/.

No rechaces con cólera a tu siervo, tú eres mi único auxilio; no me abandones ni me dejes solo, Dios y salvador mío. R/.

La bondad del Señor espero ver en esta misma vida. Ármate de valor y fortaleza y en el Señor confía. R/.

ACLAMACIÓN  Flp 2, 15. 16

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R/. Aleluya, aleluya.

Iluminen al mundo con la luz del Evangelio reflejada en su vida. R/.

Todo el que mire con malos deseos a una mujer, ya cometió adulterio con ella en su corazón.

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Del santo Evangelio según san Mateo: 5, 27-32

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Han oído que se dijo a los antiguos: No cometerás adulterio. Pero yo les digo que quien mire con malos deseos a una mujer, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Por eso, si tu ojo derecho es para ti ocasión de pecado, arráncatelo y tíralo lejos, porque más te vale perder una parte de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al lugar de castigo.

Y si tu mano derecha es para ti ocasión de pecado, córtatela y arrójala lejos de ti, porque más te vale perder una parte de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al lugar de castigo.

También se dijo antes: El que se divorcie, que le dé a su mujer un certificado de divorcio. Pero yo les digo que el que se divorcia, salvo el caso de que vivan en unión ilegítima, expone a su mujer al adulterio, y el que se casa con una divorciada comete adulterio".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Te ofrecemos, Señor, este sacrificio de reconciliación y de alabanza, para que, compadecido, perdones nuestros pecados y dirijas tú mismo nuestro vacilante corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Lc 15, 10

Habrá gran alegría entre los ángeles del cielo, por un solo pecador que se convierta.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Concédenos, Dios misericordioso, a quienes, por este sacrificio, hemos recibido el perdón de nuestros pecados, que con tu gracia podamos evitarlos de ahora en adelante y servirte con sincero corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor.



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Comentario al Evangelio de hoy

José M. Vegas cmf
Queridos hermanos,
Jesús continúa hoy desgranando el sentido en que hemos de entender la plenitud de la ley. De nuevo son los pequeños detalles, apenas perceptibles, los que nos indican que esa plenitud se encuentra en el corazón, en el interior del hombre, en sus actitudes menos visibles. Las palabras de Jesús pueden sonar a rigorismo moral, pero no lo son. Son, más bien, la expresión de que es del interior de donde salen las malas (y las buenas) acciones (cf. Mt 15, 18-20) y de que es ahí a dónde hay que mirar: si no quieres llegar al adulterio (y a cualquier otra forma de comportamiento pecaminoso), no des rienda suelta a tus malos deseos, sólo porque puedes esconderlos en tu interior. Las alusiones al ojo o a la mano que se deben cortar si son motivo de escándalo, hay que entenderlas como una licencia literaria, en la que Jesús nos llama a ser radicales en nuestra lucha con el mal y sus raíces ya en nosotros mismos. No ser complacientes, condescendientes, haciendo pequeños pactos con el mal y el pecado, que, después, como un cáncer, acabará apoderándose por completo de nosotros. Escuchamos aquí el eco de aquellas otras palabras de Jesús, que nos advierte que quien es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho, y quien es deshonesto en lo poco, también lo será en lo más importante (cf. Lc 16, 10). Es esta la clave que nos permite entender la exigencia, para muchos un ideal imposible, de la indisolubilidad matrimonial: si viviéramos la fidelidad en lo pequeño, en los mínimos detalles de la vida cotidiana, si tratáramos de encarnar también ahí el mandamiento del amor (que incluye el perdón, otorgado y pedido, la reconciliación, la misericordia…), seríamos capaces de las grandes gestas, de las fidelidades mayores.
De nuevo Elías nos sirve de ejemplo. No ha encontrado a Dios en lo estruendoso, majestuoso y temible, sino en la suave brisa, casi imperceptible. Es la brisa del Espíritu. Y gracias a esa capacidad de descubrir a Dios en lo mínimo, es también capaz de sobreponerse a las enormes dificultades a las que se enfrenta, a una situación prácticamente desesperada, para poder intervenir en la historia, cumpliendo en ella el designio de Dios. De ese poder salvífico participamos todos los cristianos, cuándo, dejándonos llevar por el Espíritu, conformamos nuestro mundo (siquiera el pequeño mundo que nos rodea) según el querer de Dios.