Misal del dia de hoy jueves 9 de Junio 2016 y Comentario al Evangelio

LECTURAS DEL JUEVES X DEL T. ORDINARIO 9 DE JUNIO (VERDE)


Deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda.


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ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 77, 23-25

Abrió Dios las compuertas del cielo e hizo llover sobre ellos el maná para que lo comieran; les dio un trigo celeste, y el hombre comió pan de ángeles.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que llevaste a cabo la obra de la redención humana por el misterio pascual de tu Unigénito, concede, benigno, que quienes anunciamos llenos de fe por medio de los signos sacramentales, su muerte y resurrección, experimentemos un continuo aumento de tu salvación. Por nuestro Señor Jesucristo…

LITURGIA DE LA PALABRA

Elías hizo oración y cayó un fuerte aguacero.

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Del primer libro de los Reyes: 18, 41-46

En aquellos días, dijo Elías a Ajab: "Vete a comer y a beber, pues ya se oye el ruido de la lluvia". Ajab se fue a comer y a beber. Elías, mientras tanto, subió a la cumbre del monte Carmelo, se arrodilló y con su cabeza tocó la tierra. Entonces le dijo a su criado: "Ve a divisar el mar". El criado fue a ver y le dijo: "No se ve nada". Elías insistió: "Ve otra vez". El criado volvió siete veces, y a la séptima le dijo: "Una nubecilla, como la palma de la mano, sube del mar". Entonces Elías le dijo: "Ve a decirle a Ajab que enganche su carro y se vaya, para que no lo detenga la lluvia". Y en un instante el cielo se oscureció de nubes, empezó a soplar el viento y cayó un fuerte aguacero.

Ajab montó en su carro y se fue a Yezrael, y Elías, por inspiración y con la fuerza del Señor, se ciñó la túnica y fue corriendo delante del carro de Ajab hasta la entrada de Yezrael.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Del salmo 64

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R/. Señor, danos siempre de tu agua.

Señor, tú cuidas de la tierra; la riegas y la colmas de riquezas. Las nubes del Señor van por los campos, rebosantes de agua, como acequias. R/.

Tú preparas las tierras para el trigo: riegas los surcos, aplanas los terrenos, reblandeces el suelo con la lluvia, bendices los renuevos. R/.

Tú coronas el año con tus bienes, tus senderos derraman abundancia, están verdes los pastos del desierto, las colinas con flores adornadas. R/.

Los prados se visten de rebaños, de trigales los valles se engalanan. Todo aclama al Señor. Todo le canta. R/.

ACLAMACIÓN  Jn 13, 34

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R/. Aleluya, aleluya.

Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. R/.

Todo el que se enoje contra su hermano, será llevado ante el tribunal.

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Del santo Evangelio según san Mateo: 5, 20-26

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos.

Han oído que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar de castigo. Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda.

Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue al juez, el juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Señor, al celebrar el memorial de nuestra salvación, imploramos humildemente tu clemencia, a fin de que este sacramento de amor sea para nosotros signo de unidad y vínculo de caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 6, 51-52

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo, dice el Señor. El que coma de este pan vivirá Eternamente. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne, para que el mundo tenga vida.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Dios nuestro, que la participación en este banquete celestial nos santifique, de modo que, por la recepción del Cuerpo y la Sangre de Cristo, se estreche entre nosotros la unión fraterna. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.



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Comentario al Evangelio de hoy

José M. Vegas cmf
Queridos hermanos,
Jesús ilustra hoy con ejemplos bien concretos lo que nos dijo ayer sobre llevar la ley a plenitud. No se trata de aligerar la ley, tampoco de hacerla más estricta, detallada o pesada. Se trata, en realidad, de un cambio de espíritu. O, mejor, de pasar de un ley escrita en papiros o en libros, a una ley escrita en el corazón. Jesús es, de hecho, el hombre de corazón nuevo, de corazón de carne, en la que Dios ha escrito su ley. Cuando se actúa según este espíritu, las exigencias de la ley no suenan como una voz extraña, ajena, constrictiva, que dice (tal vez, amenaza) “tú debes”, sino que es una inspiración interna (es verdad que no siempre cómoda o fácil, pero, en todo caso, no meramente exterior) por la que nos decimos a nosotros mismos “yo debo”. Vivir desde el corazón no significa vivir desde el puro sentimiento, sino desde el hombre interior que todos llevamos dentro, desde esa dimensión que es la autenticidad. Y cuando se vive desde el corazón uno no se limita uno a “cumplir” preceptos, ni a ese mínimo moral de abstenerse del mal. Desde el corazón, el ser humano va a la raíz de la cosas, se interesa por hacer el bien, por amor del bien mismo y no de intereses más o menos subjetivos, afina su mirada y va a esos pequeños detalles (las miradas, las palabras) de los que Jesús nos hablaba ayer. La ley llevada a su perfección significa adoptar la ley del amor como norma de nuestra vida. Vivir desde el corazón significa darse del todo y sin reservas. Por eso decimos que no se trata de “cumplir” más o menos, sino de experimentar una verdadera transformación, una “metanoia”, una conversión a la persona de Jesucristo, que es para nosotros ley. No hay ley que exija tanto como el amor, que llama a darse del todo y sin reservas; pero lo hace, no desde la fría exigencia de un deber desnudo, sino desde la misericordia y la disposición al perdón, pues el amor se hace cargo también de nuestras debilidades y límites.
Y es que la conversión de la que hablamos no se da de una vez y para siempre, sino en un proceso en el que no dejamos de experimentar los embates del hombre viejo que también vive en nosotros. Una vieja fábula de los indios americanos narraba cómo un anciano le decía a su joven nieto que en cada uno de nosotros habitan en lucha permanente dos lobos, uno malvado y sanguinario, y el otro manso y bondadoso. “Y ¿cuál de los dos vence, abuelo?”, preguntaba el pequeño indio. “Aquél al que alimentas”, respondía el anciano. Para alimentar al hombre interior, en lucha con el hombre viejo, Jesús nos propone el espíritu de perdón y reconciliación. Si nos negamos a, al menos, intentarla mientras estamos de camino, nos encerraremos a nosotros mismos en la cárcel de nuestro egoísmo y soberbia. 
El bautismo es el sacramento por el que nos hemos revestido de Cristo, hemos sido liberados, nos hemos reconciliado con Dios y hemos recibido la fuerza para tratar de reconciliarnos con los demás. La lluvia que pone fin a la sequía en el libro de los Reyes bien puede entenderse como un símbolo del bautismo. Mientras el perverso rey Ajab alimenta su vientre (su hombre viejo), Elías ora, y escruta los signos de la salvación divina, representada en la lluvia. Ajab es más poderoso, tiene más medios, pero Elías avanza más y más deprisa, porque su fuerza es la fe y se deja llevar por el Espíritu.