Misal del dia de hoy Domingo 12 de Junio 2016 y Comentario al Evangelio

LECTURAS DEL DOMINGO XI DEL T. ORDINARIO 12 DE JUNIO (VERDE)


Como no tenían con qué pagarle, les perdonó la deuda a los dos. ¿Cuál de ellos lo amará más?


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ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 26, 7. 9

Oye, Señor, mi voz y mis clamores. Ven en mi ayuda, no me rechaces, ni me abandones, Dios, salvador mío.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, fortaleza de los que en ti esperan, acude bondadoso, a nuestro llamado y puesto que sin ti nada puede nuestra humana debilidad, danos siempre la ayuda de tu gracia, para que, en cumplimiento de tu voluntad, te agrademos siempre con nuestros deseos y acciones. Por nuestro Señor Jesucristo…

LITURGIA DE LA PALABRA

El Señor te perdona tu pecado. No morirás.


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Del segundo libro de Samuel: 12, 7-10. 13

En aquellos días, dijo el profeta Natán al rey David: "Así dice el Dios de Israel: ‘Yo te consagré rey de Israel y te libré de las manos de Saúl, te confié la casa de tu señor y puse sus mujeres en tus brazos; te di poder sobre Judá e Israel, y si todo esto te parece poco, estoy dispuesto a darte todavía más. ¿Por qué, pues, has despreciado el mandato del Señor, haciendo lo que es malo a sus ojos? Mataste a Urías, el hitita, y tomaste a su esposa por mujer. A él lo hiciste morir por la espada de los amonitas. Pues bien, la muerte por espada no se apartará nunca de tu casa, pues me has despreciado, al apoderarte de la esposa de Urías, el hitita, y hacerla tu mujer’ ". David le dijo a Natán: "¡He pecado contra el Señor!" Natán le respondió: "El Señor te perdona tu pecado. No morirás".

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Del salmo 31

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R/. Perdona, Señor, nuestros pecados.

Dichoso aquel que ha sido absuelto de su culpa y su pecado. Dichoso aquel en el que Dios no encuentra ni delito ni engaño. R/.

Ante el Señor reconocí mi culpa, no oculté mi pecado. Te confesé, Señor, mi gran delito y tú me has perdonado. R/.

Por eso, en el momento de la angustia, que todo fiel te invoque, y no lo alcanzarán las grandes aguas, aunque éstas se desborden. R/.

Alégrense con el Señor y regocíjense los justos todos, y todos los hombres de corazón sincero canten de gozo. R/.

Vivo, pero ya no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí.

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De la carta del apóstol san Pablo a los gálatas: 2, 16. 19-21

Hermanos: Sabemos que el hombre no llega a ser justo por cumplir la ley, sino por creer en Jesucristo. Por eso también nosotros hemos creído en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe en Cristo y no por cumplir la ley. Porque nadie queda justificado por el cumplimiento de la ley.

Por la ley estoy muerto a la ley, a fin de vivir para Dios. Estoy crucificado con Cristo. Vivo, pero ya no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí. Pues mi vida en este mundo la vivo en la fe que tengo en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí. Así no vuelvo inútil la gracia de Dios, pues si uno pudiera ser justificado por cumplir la ley, Cristo habría muerto en vano.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN Cfr. 1 Jn 4, 10

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R/. Aleluya, aleluya.

Dios nos amó y nos envió a su Hijo, como víctima de expiación por nuestros pecados. R/.

Sus pecados le han quedado perdonados, porque ha amado mucho.

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Del santo Evangelio según san Lucas: 7, 36-8, 3

En aquel tiempo, un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús fue a la casa del fariseo y se sentó a la mesa. Una mujer de mala vida en aquella ciudad, cuando supo que Jesús iba a comer ese día en casa del fariseo, tomó consigo un frasco de alabastro con perfume, fue y se puso detrás de Jesús, y comenzó a llorar, y con sus lágrimas le bañaba los pies, los enjugó con su cabellera, los besó y los ungió con el perfume.

Viendo esto, el fariseo que lo había invitado comenzó a pensar: "Si este hombre fuera profeta, sabría qué clase de mujer es la que lo está tocando; sabría que es una pecadora".

Entonces Jesús le dijo: "Simón, tengo algo que decirte". El fariseo contestó: "Dímelo, Maestro". Él le dijo: "Dos hombres le debían dinero a un prestamista. Uno le debía quinientos denarios y el otro, cincuenta. Como no tenían con qué pagarle, les perdonó la deuda a los dos. ¿Cuál de ellos lo amará más?" Simón le respondió: "Supongo que aquel a quien le perdonó más".

Entonces Jesús le dijo: "Has juzgado bien". Luego, señalando a la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no me ofreciste agua para los pies, mientras que ella me los ha bañado con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos. Tú no me diste el beso de saludo; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besar mis pies. Tú no ungiste con aceite mi cabeza; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por lo cual, yo te digo: sus pecados, que son muchos, le han quedado perdonados, porque ha amado mucho. En cambio, al que poco se le perdona, poco ama". Luego le dijo a la mujer: "Tus pecados te han quedado perdonados".

Los invitados empezaron a preguntarse a sí mismos: "¿Quién es éste, que hasta los pecados perdona?" Jesús le dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado; vete en paz".

Después de esto, Jesús comenzó a recorrer ciudades y poblados predicando la buena nueva del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que habían sido libradas de espíritus malignos y curadas de varias enfermedades. Entre ellas iban María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, el administrador de Herodes; Susana y otras muchas, que los ayudaban con sus propios bienes.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL

Oremos a Dios que nos ama y quiere que todos los hombres se salven.

Después de cada petición diremos: Padre misericordioso, escúchanos.

Por el Papa Francisco, por nuestro obispo…………, y por todos los pastores de la Iglesia. Oremos.

Por los que tienen responsabilidades en nuestra parroquia, en la catequesis, en la liturgia, en el servicio a los pobres, en la economía, en la limpieza y en cualquier otra tarea. Oremos.

Por los gobernantes de las naciones y los trabajadores de la administración pública. Oremos.

Por nuestra patria y los países que viven la tragedia de la violencia. Oremos.

Por los jóvenes que no encuentran trabajo y viven sin poder plantearse proyectos de futuro en sus vidas. Oremos.

Por nosotros y por todos los que se encomiendan a nuestras oraciones. Oremos.

Padre, Dios de la misericordia y del amor. Escucha nuestras plegarias, llénanos con tu Espíritu Santo y concédenos dar un fiel testimonio de tu Hijo Jesucristo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Tú que con este pan y este vino que te presentamos das al género humano el alimento que lo sostiene y el sacramento que lo renueva, concédenos, Señor, que nunca nos falte esta ayuda para el cuerpo y el alma. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio para los domingos del Tiempo ordinario.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN  Jn 17, 11

Padre santo, guarda en tu nombre a los que me has dado, para que, como nosotros, sean uno, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor, que esta santa comunión, que acabamos de recibir, así como significa la unión de los fieles en ti, así también lleve a efecto la unidad en tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.



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Comentario al Evangelio de hoy

Queridos hermanos:
Amigo Lucas: Eres el único que te acuerdas de este pasaje. Sobre él hay demasiadas interpretaciones. Te propongo una. Fue una tarde, Simón el fariseo, le había invitado a comer a su casa. Seguro que se sentía todo ufano, eran los tiempos en que los actos del Maestro iban precedidos de su fama. Todo el pueblo se habría enterado. Incluso la pecadora pública del pueblo, aquella con la que tantos hombres habían estado en su cama, buscando, saciando… no sabemos qué gozos o qué soledades eternas.
Y ella entró en la casa y al pronto todos la reconocieron, se pondrían rojos, nerviosos. ¡Cómo se le ocurre entrar en esta casa! Los más lanzados harían algunos amagos de echarla fuera. Traía en sus manos un perfume caro, quizá regalo de algún señor correcto. Se soltó su larga cabellera, su pelo cuidado, y empezó a regar sus pies con sus lágrimas, se los secaba, los cubría de besos, se los ungía con perfume. Alguno pensó que aquello ya era demasiado, una escena erótica así a las claras. Se pusieron en pie para agarrarla, pero Jesús los paralizó con la mirada.
Simón, el amo de la casa, quedó decepcionado del dejarse hacer de Jesús. Pensó para sus adentros: si Jesús fuera profeta sabría quién es esta mujer, qué clase de mujer es y sobre todo que es una pecadora. No puede ser tan ingenuo, a las mujeres no se las trata así. Se está contaminando con su impureza, menudo escándalo en el pueblo cuando se enteren.
Jesús adivinando lo que pensaban, contó una historia: un prestamista tenía dos deudores, uno le debía sesenta euros y el otro doce. Como no tenían con qué pagar perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos le estará más agradecido? Solo Simón se atrevió a contestar: supongo que aquel a quien le perdonó más.
Simón y los presentes empezaron a caer en la cuenta de lo que el Maestro pretendía y las piedras no materiales, pero sí en su lengua, en su imaginación, en su pensamiento, que tenían preparadas para lanzar a aquella pecadora, se batieron en retirada. Jesús empezó a desmantelar sus seguridades, sus formalidades, su sentirse buenos, decentes, educados, sus fariseísmos, sus apariencias.
Jesús dijo: ¿Veis esta mujer? Cuando yo entré en tu casa no me ofreciste agua para los pies; ella en cambio ha regado mis pies con sus lágrimas y los ha secado con su pelo. Tú no me besaste; ella en cambio desde que entró no ha dejado de besarme los pies. Tú no me echaste ungüento en la cabeza; ella me ha ungido con perfume. Ha hecho conmigo lo mejor que sabe hacer, mostrar afecto, mostrar amor, querer… Por eso os digo que quedan perdonados sus pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor y agradecimiento muestra.
Simón se puso colorado, era una ofensa contra él, los ejemplos le acusaban. Él sentía que no tenían que perdonarle nada, era justo, abierto, cercano, incluso había invitado a comer a Jesús como una muestra más de que era una persona acogedora. Este encuentro no estaba marchando por buen camino. Además, quién era Jesús para perdonar los pecados. Los pecados sólo los perdona Dios y el que es pecador ya está condenado. Con esta clase de gente es mejor no juntarse, incluso si intentas ayudarles no consigues nada. Además el sexo, “el sexto”, si fuera otra cosa…, si al menos fuera un mendigo al que se le pueden dar unas monedas. Jesús jugaba con fuego… una mujer de la vida, la noticia correría como la pólvora y por suerte en su casa.
Definitivamente Jesús es un idealista, pensar que se puede cambiar algo en esta clase de personas. Es casi un hereje, perdonar pecados, algo habrá hecho, se lo tendrá merecido, ellas se lo buscan.
Jesús sólo dijo: tu fe te ha salvado, vete en paz. La mujer al oír estas palabras, salió del ensimismamiento con que había hecho todas aquellas cosas. Se sintió liberada de sus pecados expresados en lágrimas. La fragancia del perfume la hizo asomar una sonrisa. Caminó veloz con el pelo extendido a contárselo a sus amigas. Ella que había soñado que algún hombre le propusiera el matrimonio y la sacara de aquella ruina… Sintió ahora, que su pasado, toda su historia, Dios no la tenía en cuenta. No volvería a aquella vida porque se había sentido querida, amada. Alguien, sin pedir nada carnal a cambio, le había concedido la paz, la había respetado sin importarle quién era, ni su fama. Los otros hombres la buscaban a escondidas.
Quizás, por ella, dijo Jesús aquello de que las prostitutas nos precederán en el Reino de los cielos. De Simón el fariseo, no se dice nada más en tu evangelio. Amigo Lucas, no sabemos si aprendió la lección como Zaqueo, o está presente en todos los que amontonamos piedras contra lo que llaman “esa clase de gentuza”. Me contaron más tarde, que en uno de tus viajes, le contaste esta historia a San Pablo y se le ocurrió aquella frase: “Donde abundó el pecado, sobreabundará la gracia”.
Bueno, ahora se lo tengo que comunicar a mi comunidad, yo creo que está claro. Yo quisiera sentirme hoy como la pecadora, liberado después de haber pecado, querido, amado. Quisiera amar también como ella. Pero, tengo también bastante de Simón y en ocasiones no entiendo la lógica de Jesús. Estoy en búsqueda, me debato entre el amor y las piedras. Sobre todo, quisiera tratar a los demás como tú trataste a esta mujer de la vida. Pido al Maestro que me conceda el perdón y la paz y como lo nuevo siempre sale del corazón, que me enseñe a renacer de nuevo como la primavera, con ese montón de perfume que deja el rastro de tu presencia en los hombres que se me acercan.
Ya sé que es un poco hortera esto que te cuento, Lucas; a fin de cuentas lo que quiero es que Dios me mire con MISERICORDIA. Si no te gusta esta interpretación, amigo, te prometo que otro día leeré tu texto sin glosas. Hasta luego Lucas.
Es verdad. Lo de Jesús nos deja boquiabiertos, lo mismo ocurre con muchos de sus encuentros y milagros. Él es “el Viviente” y por eso nos enseña caminos para la misericordia. No en vano dijo: “Misericordia quiero y no sacrificios”. Tenemos en este año mucha tarea.