LECTURAS DEL SÁBADO IX DEL T. ORDINARIO 4 DE JUNIO MEMORIA DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA (BLANCO)
Su madre conservaba en su corazón todas aquellas cosas.
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 12, 6
Mi corazón se alegra con tu salvación, y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho.
ORACIÓN COLECTA
Dios
nuestro, tú que has preparado en el corazón de la Virgen María, una
digna morada al Espíritu Santo, haz que nosotros, por intercesión de la
Virgen, lleguemos a ser templos dignos de tu gloria. Por nuestro Señor
Jesucristo…
LITURGIA DE LA PALABRA
Cumple
tu trabajo de evangelizador. — Para mí ha llegado la hora del
sacrificio y espero la corona merecida con que el Señor me premiará.
De la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo: 4,1-8
Querido
hermano: En presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de venir a
juzgar a los vivos y a los muertos, te pido encarecidamente, por su
advenimiento y por su Reino, que anuncies la palabra; insiste a tiempo y
a destiempo; convence, reprende y exhorta con toda paciencia y
sabiduría.
Porque
vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana,
sino que, arrastrados por sus propias pasiones, se rodearán de maestros
que les halaguen el oído; se harán sordos a la verdad y sólo escucharán
las fábulas.
Tú,
en cambio, sé siempre prudente, soporta los sufrimientos, cumple tu
trabajo de evangelizador y desempeña a la perfección tu ministerio.
Para
mí ha llegado la hora del sacrificio y se acerca el momento de mi
partida. He luchado bien en el combate, he corrido hasta la meta, he
perseverado en la fe. Ahora sólo espero la corona merecida, con la que
el Señor, justo juez, me premiará en aquel día, y no solamente a mí,
sino a todos aquellos que esperan con amor su glorioso advenimiento.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 70
R/. Mi boca, Señor, anunciará siempre tu salvación.
Mis
labios no han cesado de alabarte y pregonan tu gloria todo el día.
Señor, en la vejez no me rechaces ni me abandones, falto de energías.
R/.
En
ti, Señor, yo seguiré confiando, y más y más te alabará mi boca. Yo
proclamaré siempre tu justicia y a todas horas, tu misericordia. R/.
Tus
hazañas, Señor, alabaré; diré a todos que sólo tú eres justo. Me
enseñaste a alabarte desde niño y seguir alabándote es mi orgullo. R/.
La lealtad del Señor para conmigo celebrará mi lira. Al Santo de Israel, a ti, Dios mío, cantaré con mi cítara. R/.
ACLAMACIÓN Mt 5, 3
R/. Aleluya, aleluya.
Dichosa la Virgen María, que guardaba la palabra de Dios y la meditaba en su corazón. R/.
María conservaba en su corazón todas aquellas cosas.
Del santo Evangelio según san Lucas: 2, 41-51
Los
padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén para las festividades de
la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, fueron a la fiesta, según
la costumbre. Pasados aquellos días, se volvieron, pero el niño Jesús se
quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran. Creyendo que iba en
la caravana, hicieron un día de camino; entonces lo buscaron, y al no
encontrarlo, regresaron a Jerusalén en su busca.
Al
tercer día lo encontraron en el templo, sentado en medio de los
doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que lo oían
se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas. Al verlo, sus
padres se quedaron atónitos y su madre le dijo: "Hijo mío, ¿por qué te
has portado así con nosotros? Tu padre y yo te hemos estado buscando
llenos de angustia". Él les respondió: "¿Por qué me andaban buscando?
¿No sabían que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?" Ellos no
entendieron la respuesta que les dio. Entonces volvió con ellos a
Nazaret y siguió sujeto a su autoridad. Su madre conservaba en su
corazón todas aquellas cosas.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Mira,
Señor las oraciones y las ofrendas que tus fieles te presentan al
conmemorar a santa maría, Madre de Dios; haz que te sean agradables y
nos alcancen el auxilio de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
Prefacio I- V de santa María Virgen (conmemoración)
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Lc 2, 19
María guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Ya
que nos ha concedido participar de la redención eterna, te rogamos,
Señor, que, quienes celebramos la conmemoración de la Madre de tu Hijo,
no sólo nos gloriemos de la plenitud de tu gracia, sino que
experimentemos también un continuo aumento de salvación. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
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Comentario al Evangelio de hoy
Severiano Blanco, cmf
Queridos hermanos:Quizá seamos pocos los que cedamos un espacio a esta “fiesta de la cordialidad”. Las eucaristías vespertinas de hoy son ya del domingo. Es lamentable que el calendario litúrgico haya encajonado conmemoración del Corazón de María entre la solemnidad del Corazón de Jesús y los resplandores del Día del Señor, la gran fiesta de los cristianos.
La celebración del Corazón de María es reciente en la Iglesia: surge, con carácter opcional, a mediados del siglo XIX. Y su fundamento originario no respondía a la mejor teología. En efecto, en los siglos XVII-XIX, como consecuencia de la herejía llamada jansenista, se difundió un lamentable rigorismo ético y una espiritualidad del temor, quedando en penumbra la comprensión de Dios como Padre y la de Jesús como el amigo e intercesor. El creyente se quedaba como pecador desamparado y a la intemperie. Frente a ello fueron surgiendo, ya desde el mismo siglo XVII, movimientos devocionales alternativos, que encontraron una cierta culminación en la Archicofradía del Corazón de María, “refugio de pecadores”; la parroquia parisina de Nuestra Señora de las Victorias tuvo en esto un papel destacado. Y se fundaron varias congregaciones religiosas, entre ellas los claretianos, bajo el título de Hijos/Hijas del Corazón de María.
Hoy afortunadamente hemos salido de aquel contexto viciado; y la función maternal de María no se entiende como una forma de “puentear” a un Jesús y un Padre temibles por justicieros; no es un camino alternativo para la salvación. La unión de María con Dios Padre y con su Hijo hace que los latidos de sus corazones vayan acompasados, al unísono, nunca a contrapelo o desbrozando atajos tramposos.
El evangelio de la Infancia de Lucas presenta dos veces a María “guardando y meditando en su corazón” lo que va observando en relación con Jesús (Lc 2,19 y 2,51). Evidentemente no es en sí mismo nada extraordinario; ¿no recordaban y comentaban nuestras madres, al cabo de muchos años, con emoción y “cordialidad”, sucesos y detalles de nuestra infancia? Los habían guardado y meditado en su corazón.
Pero los textos bíblicos quieren llevarnos más allá de la mera experiencia cotidiana; nos invitan a fijarnos en María en cuanto modelo y síntesis de la Iglesia. Se habla de su corazón teniendo como trasfondo el sentido bíblico de la palabra, que en nuestras lenguas modernas ha sufrido un reduccionismo. La palabra hebrea que traducimos por corazón es leb, término que designa toda la riqueza interior de la persona; abarca lo intelectual y lo afectivo, el mundo de las emociones, decisiones y proyectos; implica profundidad, insondabilidad, raigambre. El hombre religioso de la Biblia piensa con el corazón; según Prov 15,28, “el corazón del justo recapacita”; y San Pablo recuerda a los romanos que el órgano de la fe no es el frío entendimiento, sino el corazón: “si tu corazón cree que Dios resucitó a Jesús de entre los muertos…” (Rm 10,9). Según el Salmo 19,9, el proyecto de Dios alegra el corazón al mismo tiempo que da luz a los ojos.
La fiesta del corazón de María nos invita, por tanto, a juntar cordialidad y profundidad, a que en nuestra vida la sensatez vaya sazonada de ternura, y que el paso de Dios deje profunda huella porque lo acogemos con ese corazón bíblico, que conserva, ama, siente y penetra.
Ojalá la Palabra de Dios que oímos o leemos cada día no se limite a “ilustrarnos”, sino que modele nuestro sentir. Ojalá no nos limitemos nosotros a una escucha precipitada de la Palabra, sino que le demos espacio y tiempo en lo más íntimo de nuestra intimidad y así, lentamente, nos transforme en criaturas nuevas.
Vuestro hermano