LECTURAS DEL MIÉRCOLES XIII DEL T. ORDINARIO 29 DE JUNIO SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO APÓSTOLES (ROJO)
Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.
Misa vespertina de la vigilia
Esta Misa se utiliza la tarde del día 28 de junio, antes o después de las primeras Vísperas de la solemnidad.
ANTÍFONA DE ENTRADA
Pedro, el Apóstol, y Pablo, el maestro de las naciones, nos han enseñado tu Evangelio, Señor.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Concédenos,
Señor Dios nuestro, que nos ayude la intercesión de los santos
apóstoles Pedro y Pablo, por quienes diste a tu Iglesia las primeras
enseñanzas de la misión recibida de lo alto, para que también por ellos
nos des el auxilio de la salvación eterna. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es
Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Te voy a dar lo que tengo: En el nombre de Jesús, camina.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 3, 1-10
En
aquel tiempo, Pedro y Juan subieron al templo para la oración
vespertina, a eso de las tres de la tarde. Había allí un hombre lisiado
de nacimiento, a quien diariamente llevaban y ponían ante la puerta
llamada la "Hermosa", para que pidiera limosna a los que entraban en el
templo.
Aquel
hombre, al ver a Pedro y a Juan cuando iban a entrar, les pidió
limosna. Pedro y Juan fijaron en él los ojos y Pedro le dijo: "Míranos".
El hombre se quedó mirándolos en espera de que le dieran algo. Entonces
Pedro le dijo: "No tengo ni oro ni plata, pero te voy a dar lo que
tengo: En el nombre de Jesucristo nazareno, levántate y camina". Y,
tomándolo de la mano, lo incorporó.
Al
instante sus pies y sus tobillos adquirieron firmeza. De un salto se
puso de pie, empezó a andar y entró con ellos al templo caminando,
saltando y alabando a Dios.
Todo
el pueblo lo vio caminar y alabar a Dios, y al darse cuenta de que era
el mismo que pedía limosna sentado junto a la puerta "Hermosa" del
templo, quedaron llenos de miedo y no salían de su asombro por lo que
había sucedido.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 18
R/. El mensaje del Señor resuena en toda la tierra.
Los
cielos proclaman la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de
sus manos. Un día comunica su mensaje al otro día y una noche se lo
trasmite a la otra noche. R/.
Sin
que pronuncien una palabra, sin que resuene su voz, a toda la tierra
llega su sonido y su mensaje hasta el fin del mundo. R/.
Dios me eligió desde el seno de mi madre.
Hermanos:
Les hago saber que el Evangelio que he predicado, no proviene de los
hombres, pues no lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por
revelación de Jesucristo.
Ciertamente
ustedes han oído hablar de mi conducta anterior en el judaísmo, cuando
yo perseguía encarnizadamente a la Iglesia de Dios, tratando de
destruirla; deben saber que me distinguía en el judaísmo, entre los
jóvenes de mi pueblo y de mi edad, porque los superaba en el celo por
las tradiciones paternas.
Pero
Dios me había elegido desde el seno de mi madre, y por su gracia me
llamó. Un día quiso revelarme a su Hijo, para que yo lo anunciara entre
los paganos. Inmediatamente, sin solicitar ningún consejo humano y sin
ir siquiera a Jerusalén para ver a los apóstoles anteriores a mí, me
trasladé a Arabia y después regresé a Damasco. Al cabo de tres años fui a
Jerusalén, para ver a Pedro y estuve con él quince días. No vi a ningún
otro de los apóstoles, excepto a Santiago, el pariente del Señor.
Y Dios es testigo de que no miento en lo que les escribo.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN (Jn 21, 17)
R/. Aleluya, aleluya.
Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero. R/.
Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas.
Del santo Evangelio según san Juan: 21, 15-19
En
aquel tiempo, le preguntó Jesús a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan,
¿me amas más que éstos?" Él le contestó: "Sí, Señor, tú sabes que te
quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis corderos".
Por
segunda vez le preguntó: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?" Él le
respondió: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Pastorea
mis ovejas".
Por
tercera vez le preguntó: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?" Pedro se
entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo
quería, y le contestó: "Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te
quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas.
Yo
te aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías la ropa e ibas a
donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te
ceñirá y te llevará a donde no quieras". Esto se lo dijo para indicarle
con qué género de muerte habría de glorificar a Dios. Después le dijo:
"Sígueme".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Se dice Credo.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor,
al celebrar con alegría la solemnidad de tus santos apóstoles Pedro y
Pablo, traemos a tu altar nuestras ofrendas y te suplicamos que la
grandeza de tu misericordia supla la extrema pobreza de nuestros
méritos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias
siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y
eterno.
Porque
en los apóstoles Pedro y Pablo has querido darnos un motivo de alegría:
Pedro fue el primero en confesar la fe; Pablo, el maestro que la
anunció con claridad; Pedro fundó la primitiva Iglesia con el resto de
Israel; Pablo la extendió entre los paganos llamados a la fe.
De
esta forma, Señor, por caminos diversos, congregaron a la única familia
de Cristo; y coronados por el martirio, son igualmente venerados por tu
pueblo. Por eso, con todos los ángeles y santos, te alabamos,
proclamando sin cesar: Santo, Santo, Santo…
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. Jn 21, 15. 17)
Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te
rogamos, Señor, que fortalezcas con estos celestiales sacramentos a tus
fieles, que has iluminado con la enseñanza de los santos Apóstoles. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica
Comentario al Evangelio de hoy
Querido amigo/a:
Hoy es una fiesta grande. Celebramos la vida de dos personas, dos personajes, que son dos “grandes” del cristianismo: San Pedro y San Pablo. Tan diferentes en su origen, en su camino, en su manera de ver las cosas... y los dos son pilares de la Iglesia...
Pedro... pescador, llano, del pueblo. La misma impulsividad para confesarle –“Tú eres el Mesías”- que para rechazar sus caminos de cruz. La misma generosidad para dejarle la barca que para ofrecerse a dar la vida por él. La misma sinceridad para intentar salvar el pellejo negándole que para llorar amargamente por haberle negado... Jesús le llamó “piedra”, pero también “satanás”. Al final, esa mirada que lo comprende todo y nada condena le rehabilitó, le levantó y le puso en su sitio: ni tan arriba, ni tan abajo. Y desde ahí, como hermano de sus hermanos, pudo seguir caminando, sirviendo a la Iglesia, hablando, discutiendo, haciendo las obras de Jesús, luchando, entregándose...
Pablo... judío donde los haya. Fariseo y perseguidor de la Iglesia en sus orígenes. Lo tenía todo muy claro... hasta que Dios le tocó el corazón y los ojos y todo quedó patas arriba. Tardó un tiempo en re-colocarse. Pero cuando lo hizo, abrazó el nuevo camino con el mismo ardor que el anterior. Predicó a unos y a otros. Escribió a muchos. Hizo equipo con otros. Discutió y concilió. Suscitó y acompañó la fe de muchas comunidades. Y cuando le tocó dar la vida, no se la guardó...
Pedro y Pablo. Tan distintos... Al final, la vida les unificó: en su amor a Cristo, en su celo por llevar a otros la Buena Noticia, en su muerte violenta a causa de la fe.
Hoy también hay muchos cristianos/as que caminan, caen, se levantan... que combaten su combate y corren hacia la meta. Con distintos acentos. Unidos en la diversidad, comulgando en lo importante.
Seguro que tú también eres uno de ellos. Por eso, hoy también es tu día.
Hoy es una fiesta grande. Celebramos la vida de dos personas, dos personajes, que son dos “grandes” del cristianismo: San Pedro y San Pablo. Tan diferentes en su origen, en su camino, en su manera de ver las cosas... y los dos son pilares de la Iglesia...
Pedro... pescador, llano, del pueblo. La misma impulsividad para confesarle –“Tú eres el Mesías”- que para rechazar sus caminos de cruz. La misma generosidad para dejarle la barca que para ofrecerse a dar la vida por él. La misma sinceridad para intentar salvar el pellejo negándole que para llorar amargamente por haberle negado... Jesús le llamó “piedra”, pero también “satanás”. Al final, esa mirada que lo comprende todo y nada condena le rehabilitó, le levantó y le puso en su sitio: ni tan arriba, ni tan abajo. Y desde ahí, como hermano de sus hermanos, pudo seguir caminando, sirviendo a la Iglesia, hablando, discutiendo, haciendo las obras de Jesús, luchando, entregándose...
Pablo... judío donde los haya. Fariseo y perseguidor de la Iglesia en sus orígenes. Lo tenía todo muy claro... hasta que Dios le tocó el corazón y los ojos y todo quedó patas arriba. Tardó un tiempo en re-colocarse. Pero cuando lo hizo, abrazó el nuevo camino con el mismo ardor que el anterior. Predicó a unos y a otros. Escribió a muchos. Hizo equipo con otros. Discutió y concilió. Suscitó y acompañó la fe de muchas comunidades. Y cuando le tocó dar la vida, no se la guardó...
Pedro y Pablo. Tan distintos... Al final, la vida les unificó: en su amor a Cristo, en su celo por llevar a otros la Buena Noticia, en su muerte violenta a causa de la fe.
Hoy también hay muchos cristianos/as que caminan, caen, se levantan... que combaten su combate y corren hacia la meta. Con distintos acentos. Unidos en la diversidad, comulgando en lo importante.
Seguro que tú también eres uno de ellos. Por eso, hoy también es tu día.