LECTURAS DEL DOMINGO IV DE PASCUA 17 DE ABRIL (BLANCO)
Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen.
ANTÍFONA ENTRADA Cfr. Sal 32,5-6
La tierra está llena del amor del Señor y su palabra hizo los cielos. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Dios
todopoderoso y eterno, te pedimos que nos lleves a gozar de la alegrías
celestiales para que tu rebaño, a pesar de su fragilidad, llegue
también a donde lo precedió su glorioso Pastor. Él, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los
siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Ahora nos dirigiremos a los paganos.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 13, 14. 43-52
En
aquellos días, Pablo y Bernabé prosiguieron su camino desde Perge hasta
Antioquía de Pisidia, y el sábado entraron en la sinagoga y tomaron
asiento.
Cuando
se disolvió la asamblea, muchos judíos y prosélitos piadosos
acompañaron a Pablo y a Bernabé, quienes siguieron exhortándolos a
permanecer fieles a la gracia de Dios.
El
sábado siguiente casi toda la ciudad de Antioquía acudió a oír la
palabra de Dios. Cuando los judíos vieron una concurrencia tan grande,
se llenaron de envidia y comenzaron a contradecir a Pablo con palabras
injuriosas. Entonces Pablo y Bernabé dijeron con valentía: "La palabra
de Dios debía ser predicada primero a ustedes; pero como la rechazan y
no se juzgan dignos de la vida eterna, nos dirigiremos a los paganos.
Así nos lo ha ordenado el Señor, cuando dijo: Yo te he puesto como luz
de los paganos, para que lleves la salvación hasta los últimos rincones
de la tierra".
Al
enterarse de esto, los paganos se regocijaban y glorificaban la palabra
de Dios, y abrazaron la fe todos aquellos que estaban destinados a la
vida eterna.
La
palabra de Dios se iba propagando por toda la región. Pero los judíos
azuzaron a las mujeres devotas de la alta sociedad y a los ciudadanos
principales, y provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé, hasta
expulsarlos de su territorio. Pablo y Bernabé se sacudieron el polvo de
los pies, como señal de protesta, y se marcharon a Iconio, mientras los
discípulos se quedaron llenos de alegría y del Espíritu Santo.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 99
R/. El Señor es nuestro Dios y nosotros su pueblo. Aleluya.
Alabemos a Dios todos los hombres, sirvamos al Señor con alegría y con júbilo entremos en su templo. R/.
Reconozcamos que el Señor es Dios, que él fue quien nos hizo y somos suyos, que somos su pueblo y su rebaño. R/.
Porque el Señor es bueno, bendigámoslo, porque es eterna su misericordia y su fidelidad nunca se acaba. R/.
El Cordero será su pastor y los conducirá a las fuentes del agua de la vida.
Del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan: 7, 9. 14-17
Yo,
Juan, vi una muchedumbre tan grande, que nadie podía contarla. Eran
individuos de todas las naciones y razas, de todos los pueblos y
lenguas. Todos estaban de pie, delante del trono y del Cordero; iban
vestidos con una túnica blanca y llevaban palmas en las manos.
Uno
de los ancianos que estaban junto al trono, me dijo: "Éstos son los que
han pasado por la gran tribulación y han lavado y blanqueado su túnica
con la sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios y le
sirven día y noche en su templo, y el que está sentado en el trono los
protegerá continuamente.
Ya
no sufrirán hambre ni sed, no los quemará el sol ni los agobiará el
calor. Porque el Cordero, que está en medio del trono, será su pastor y
los conducirá a las fuentes del agua de la vida, y Dios enjugará de sus
ojos toda lágrima".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN Jn 10, 14
R/. Aleluya, aleluya.
Yo soy el buen pastor, dice el Señor; yo conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí. R/.
Yo les doy la vida eterna a mis ovejas.
Del santo Evangelio según san Juan: 10, 27-30
En
aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Mis ovejas escuchan mi voz; yo
las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán
jamás; nadie las arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y él es
superior a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. El
Padre y yo somos uno".
Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.
Se dice Credo.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos a Jesús resucitado, nuestro pastor y guía lleno de misericordia.
Después de cada petición diremos: Jesús resucitado, escúchanos.
Para
que la Iglesia, conducida por el Espíritu Santo, guíe y apoye al Pueblo
de Dios a cooperar en la obra de salvación realizada por Cristo y a
contemplar el rostro de la misericordia. Oremos.
Para
que quienes se sienten llamados a la vida sacerdotal o religiosa
respondan con generosidad y con espíritu de servicio como el de Jesús.
Oremos.
Para
que los gobernantes de las naciones trabajen con toda su voluntad para
encontrar soluciones a los graves problemas actuales. Oremos.
Para que los enfermos recobren la salud. Oremos.
Para que estas fiestas de Pascua nos reafirmen en nuestra vocación cristiana. Oremos.
Escucha,
Jesús resucitado, nuestra oración, y derrama sobre nosotros tu Espíritu
Santo. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos,
Señor, vivir siempre llenos de gratitud por estos misterios pascuales
que celebramos, para que, continuamente renovados por su acción se
conviertan para nosotros en causa de eterna felicidad. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
Prefacio I- V de Pascua
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN
Ha resucitado el Buen Pastor, que dio la vida por sus ovejas y se entregó a la muerte por su rebaño. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica
Comentario al Evangelio de hoy
Queridos hermanos:
Este domingo es el del Buen Pastor y el breve texto de Juan, debería servirnos en nuestras comunidades para centrarnos en lo que significa ser “Pastor”. Jesús es el verdadero Pastor de la comunidad, que está en constante relación con el Padre: “Yo y el Padre somos uno”, Él conoce a las ovejas íntimamente y da la vida por ellas y ellas escuchan su voz: “Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano”.
Los seguidores de Jesús son aquellos que escuchan su voz, aquellos que están unidos recibiendo su Palabra y su persona, por eso debemos de privilegiar nuestra relación personal con Él, sabiendo que nos conoce. Si no conocemos a Jesucristo, a través del encuentro personal en la Eucaristía, en la oración, en la interiorización del mensaje evangélico… será difícil creer, que Él nos conoce o nos quiere reconocer como sus llamados, todo encuentro necesita de dos, dos que se quieran como el Padre y el Hijo. Este es el modelo del Buen Pastor.
El relato es claramente eclesial, la comunidad de los creyentes es el “rebaño” dado por el Padre al “Pastor” Jesús. Se afirma la autoridad que no es autoritarismo, sino que es amor y sirve desinteresadamente, va por delante haciendo lo que dice a los suyos y entregándose. No se afirma en el poder, se da en alimento, no se distancia para proteger su autoridad, se acerca y da la vida por sus “ovejas”. Nada de sentirse mediadores-tapones, de manipular las conciencias o de tener la última palabra. La manera de obrar del Maestro, debe convertirse en criterio de discernimiento.
Tengo un familiar que es pastor, bueno más que pastor tiene un montón de ovejas, la figura del pastor se va perdiendo, las cuida, les da de comer, las atiende cuando paren… y quizás es el que mejor ha entendido eso que dijo el Papa de: “pastores con olor a oveja”. Ya puede ducharse, echarse colonia, que sigue oliendo a oveja. ¿Los que llamamos pastores en la Iglesia a qué olemos? ¿Alcanfor, incienso, humo de las velas? Bromas aparte, no estaría mal oler a los orines de los ancianos que visitamos, a lapicero de colegio de niños, a sudor de obrero en las taberna, a lejía de limpiadora de escaleras. Lo que no podemos soportar es que cuando nosotros digamos: Dios, los más pequeños se huelan otra cosa, es cuestión de olfato y algunos lo tienen muy desarrollado.
No olvidemos que los pastores no somos sólo el Papa, los obispos, los sacerdotes, de alguna manera todos los agentes de evangelización en la Iglesia, son pastores: los catequistas, los voluntarios de Cáritas, los de la liturgia, los que preparan para los sacramentos, los que participan en los sindicatos y la política… Todos somos la imagen de la Iglesia para los que se acercan, pero como nos recuerda la primera lectura de los Hechos, también para los que no vienen. “Entonces Pablo y Bernabé dijeron sin contemplaciones: Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles”. Dejó las noventa y nueve y se fue en busca de la perdida.
La forma de Jesús de entender el ser “Pastor” y la autoridad: el poder del amor hecho servicio, crea conflictos con los poderes de este mundo. Por eso cuando Jesús procura servir y generar conciencia de la dignidad de las personas, desenmascarando el poder que las oprime, llega la cruz. La autoridad surge de la debilidad del crucificado, que nosotros sabemos que es el resucitado. Esta es la prueba del algodón de nuestro ser pastores, escuchar su voz, e identificarnos con Él en un encuentro íntimo, profundo de conocimiento y amor y entregar la vida por aquellos que pastoreamos (tranquilos esto ocurre día a día, es un proceso).
Podríamos terminar con esta breve oración al Padre: “Padre, necesitamos buenos pastores, /que no piensen en sí;/que se consagren enteramente al servicio de sus hermanos./ Necesitamos buenos pastores, que atiendan con predilección/a las ovejas débiles, desvalidas y necesitadas;/ que hagan suyas sus necesidades, sus quejas y sus esperanzas./Necesitamos buenos pastores/que cuiden a las ovejas enfermas,/que pacifiquen a las enfrentadas y atraigan a las descarriadas./Necesitamos buenos pastores”. Amén.
Este domingo es el del Buen Pastor y el breve texto de Juan, debería servirnos en nuestras comunidades para centrarnos en lo que significa ser “Pastor”. Jesús es el verdadero Pastor de la comunidad, que está en constante relación con el Padre: “Yo y el Padre somos uno”, Él conoce a las ovejas íntimamente y da la vida por ellas y ellas escuchan su voz: “Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano”.
Los seguidores de Jesús son aquellos que escuchan su voz, aquellos que están unidos recibiendo su Palabra y su persona, por eso debemos de privilegiar nuestra relación personal con Él, sabiendo que nos conoce. Si no conocemos a Jesucristo, a través del encuentro personal en la Eucaristía, en la oración, en la interiorización del mensaje evangélico… será difícil creer, que Él nos conoce o nos quiere reconocer como sus llamados, todo encuentro necesita de dos, dos que se quieran como el Padre y el Hijo. Este es el modelo del Buen Pastor.
El relato es claramente eclesial, la comunidad de los creyentes es el “rebaño” dado por el Padre al “Pastor” Jesús. Se afirma la autoridad que no es autoritarismo, sino que es amor y sirve desinteresadamente, va por delante haciendo lo que dice a los suyos y entregándose. No se afirma en el poder, se da en alimento, no se distancia para proteger su autoridad, se acerca y da la vida por sus “ovejas”. Nada de sentirse mediadores-tapones, de manipular las conciencias o de tener la última palabra. La manera de obrar del Maestro, debe convertirse en criterio de discernimiento.
Tengo un familiar que es pastor, bueno más que pastor tiene un montón de ovejas, la figura del pastor se va perdiendo, las cuida, les da de comer, las atiende cuando paren… y quizás es el que mejor ha entendido eso que dijo el Papa de: “pastores con olor a oveja”. Ya puede ducharse, echarse colonia, que sigue oliendo a oveja. ¿Los que llamamos pastores en la Iglesia a qué olemos? ¿Alcanfor, incienso, humo de las velas? Bromas aparte, no estaría mal oler a los orines de los ancianos que visitamos, a lapicero de colegio de niños, a sudor de obrero en las taberna, a lejía de limpiadora de escaleras. Lo que no podemos soportar es que cuando nosotros digamos: Dios, los más pequeños se huelan otra cosa, es cuestión de olfato y algunos lo tienen muy desarrollado.
No olvidemos que los pastores no somos sólo el Papa, los obispos, los sacerdotes, de alguna manera todos los agentes de evangelización en la Iglesia, son pastores: los catequistas, los voluntarios de Cáritas, los de la liturgia, los que preparan para los sacramentos, los que participan en los sindicatos y la política… Todos somos la imagen de la Iglesia para los que se acercan, pero como nos recuerda la primera lectura de los Hechos, también para los que no vienen. “Entonces Pablo y Bernabé dijeron sin contemplaciones: Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles”. Dejó las noventa y nueve y se fue en busca de la perdida.
La forma de Jesús de entender el ser “Pastor” y la autoridad: el poder del amor hecho servicio, crea conflictos con los poderes de este mundo. Por eso cuando Jesús procura servir y generar conciencia de la dignidad de las personas, desenmascarando el poder que las oprime, llega la cruz. La autoridad surge de la debilidad del crucificado, que nosotros sabemos que es el resucitado. Esta es la prueba del algodón de nuestro ser pastores, escuchar su voz, e identificarnos con Él en un encuentro íntimo, profundo de conocimiento y amor y entregar la vida por aquellos que pastoreamos (tranquilos esto ocurre día a día, es un proceso).
Podríamos terminar con esta breve oración al Padre: “Padre, necesitamos buenos pastores, /que no piensen en sí;/que se consagren enteramente al servicio de sus hermanos./ Necesitamos buenos pastores, que atiendan con predilección/a las ovejas débiles, desvalidas y necesitadas;/ que hagan suyas sus necesidades, sus quejas y sus esperanzas./Necesitamos buenos pastores/que cuiden a las ovejas enfermas,/que pacifiquen a las enfrentadas y atraigan a las descarriadas./Necesitamos buenos pastores”. Amén.