Misal de hoy Sabado 16 de Abrol 2016 y Comentario al Evangelio

LECTURAS DEL SÁBADO III DE PASCUA 16 DE ABRIL (BLANCO)


"Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios".


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ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 29, 12

Cambiaste mi llanto en gozo, Señor, y me vestiste de fiesta. Aleluya.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que con la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, por la intercesión de su Madre, la Virgen María, obtener la felicidad de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo…

LITURGIA DE LA PALABRA

La comunidad cristiana crecía, animada por el Espíritu Santo.

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Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 9, 31-42


En aquellos días, las comunidades cristianas gozaban de paz en toda Judea, Galilea y Samaria, con lo cual se iban consolidando, progresaban en la fidelidad a Dios y se multiplicaban, animadas por el Espíritu Santo.

Pedro recorría toda la región y una vez fue a visitar a los fieles que vivían en Lida. Ahí encontró a un hombre, llamado Eneas, que tenía ya ocho años de estar en cama, paralítico. Pedro le dijo: "Eneas, Jesucristo te da la salud. Levántate y tiende tu cama". Eneas se levantó inmediatamente; y todos los habitantes de Lida y de la llanura de Sarón que lo vieron, se convirtieron al Señor.

Había en Jafa, entre los discípulos, una mujer llamada Tabitá (que significa "gacela"), la cual hacía infinidad de obras buenas y repartía limosnas. En aquellos días cayó enferma y murió. Lavaron su cadáver y lo tendieron en una habitación del segundo piso. Como Lida está cerca de Jafa, los discípulos, sabiendo que Pedro estaba allá, enviaron dos hombres para suplicarle que fuera a Jafa sin tardar.

Pedro fue con ellos. Tan pronto como llegó, lo condujeron a la habitación del segundo piso. Allí lo rodearon todas las viudas, llorando y mostrándole las túnicas y los vestidos que Tabitá les había hecho, cuando aún vivía.

Pedro mandó salir a todos, se postró de rodillas y se puso a orar; luego, dirigiéndose a la muerta, dijo: "Tabitá, levántate". Ella abrió los ojos y al ver a Pedro, se incorporó. Él la tomó de la mano y la levantó; llamó a los fieles y a las viudas y se la entregó viva. Esto se supo por toda Jafa y muchos creyeron en el Señor.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Del salmo 115

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R/. ¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Aleluya.


¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Levantaré el cáliz de salvación e invocaré el nombre del Señor. R/.

Cumpliré mis promesas al Señor ante todo su pueblo. A los ojos de Dios es muy penoso que mueran sus amigos. R/.

De la muerte, Señor, me has librado, a mí, tu esclavo e hijo de tu esclava. Te ofreceré con gratitud un sacrificio e invocaré tu nombre. R/.

ACLAMACIÓN Cfr. Jn 6, 63. 68

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R/. Aleluya, aleluya.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida eterna. R/.

Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.

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Del santo Evangelio según san Juan: 6, 60-69


En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús dijeron al oír sus palabras: "Este modo de hablar es intolerable, ¿quién puede admitir eso?" Dándose cuenta Jesús de que sus discípulos murmuraban, les dijo: "¿Esto los escandaliza? ¿Qué sería si vieran al Hijo del hombre subir a donde estaba antes?

El Espíritu es quien da la vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida, y a pesar de esto, algunos de ustedes no creen". (En efecto, Jesús sabía desde el principio quienes no creían y quién lo habría de traicionar).

Después añadió: "Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede".

Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: "¿También ustedes quieren dejarme?" Simón Pedro le respondió: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios".

Palabra del Señor.

Gloria a ti Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Padre santo, la ofrenda de nuestra humildad que, llenos de alegría, te presentamos al celebrar la conmemoración de la santísima Virgen María y concédenos que, asociados al sacrificio de Cristo, recibamos el consuelo en la vida presente siglos de los siglos.

Prefacio de santa María Virgen.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN

Alégrate, Virgen Madre, porque Cristo ha resucitado del sepulcro.  Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Fortalecidos con los sacramentos pascuales, te rogamos, Señor, que quienes celebramos la memoria de la Madre de tu Hijo, manifestemos la vida de Jesús en nuestra carne mortal. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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Comentario al Evangelio de hoy

Carlos Latorre, cmf
¡Buenos días, amigos!
Esta vez, la difusión del Evangelio se realiza a través de los viajes misioneros de Pedro visitando pequeños grupos de cristianos. El escenario es la región que se extiende desde Jafa hasta Cesarea en la región costera de Israel, junto al mar Mediterráneo. Así Pedro, imitando a Jesús, recorre pequeños núcleos de población anunciando el mensaje cristiano y fortaleciendo a los hermanos que ya han aceptado la Palabra de Dios y la comparten.
Los milagros que hace Pedro recuerdan los que hizo Jesús y la curación del paralítico nos hace evocar la que realizaron juntos Pedro y Juan a la entrada del Templo en Jerusalén.
Para Lucas hablar del progreso del Evangelio es hablar de los efectos de sanación y de liberación que produce. Hoy  nos presenta dos milagros, como los que hacía Jesús: la curación del paralítico Eneas, que hacía ocho años no se levantaba de la camilla. Y hace revivir a Tabita, que repartía muchas limosnas y hacía obras de caridad y todos la lloraban con mucha pena. Pedro después de orar la cogió de la mano, la levantó y, llamando a los santos y a las viudas, se la presentó viva.
El evangelio de hoy nos hace ver que la enseñanza de Jesús sobre la Eucaristía resultó muy dura de entender y muchos de sus discípulos lo abandonaron. El misterio eucarístico remite a otro más amplio, a saber el misterio de la Persona de Jesús. Cuando Jesús dice que hay que comer su carne, no se trata, en modo alguno, de canibalismo, de comer carne humana. Es el cuerpo glorioso y resucitado de Jesús el que recibimos al comulgar, es decir, su carne que ya no es ni frágil ni mortal, sino gloriosa y llena de Espíritu. Sólo la carne de Jesucristo puede comunicar vida, porque ha sido resucitada por el Espíritu vivificante. Sin la ayuda del Espíritu, sin el don de la fe, toda la vida de Jesús se convierte en un permanente escándalo.
Jesús espera de cada uno de nosotros una fe en libertad. Por eso nos pregunta: «¿También vosotros queréis marcharos?». La incredulidad de la gente da pie a una confesión de verdadera fe en Jesús de parte de nosotros sus discípulos. Sin la fe en Jesús es imposible entender sus enseñanzas. Y fruto de esta fe es la adoración.
Adorar no exige esfuerzo de mi voluntad, pues el que adora no dice nada, en la adoración está mudo de estupor. En efecto se trata del primer movimiento interno del hombre delante de Dios. La adoración es la fe en acto, el acto de creer. El catecismo nos dice que los deberes del cristiano frente a Dios son: adorarle, amarle y  servirle. El cristianismo es mucho más que un programa de desarrollo personal o social.
Estar en la presencia de Dios es al mismo tiempo impresionante y fascinante, basta recordar la adoración del Santísimo Sacramento en la playa de Rio de Janeiro con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud. El Verbo hecho carne está ahí inalcanzable en una gloria que no sabemos explicar, inefable y, al mismo tiempo, con una cercanía que desarma. Por eso entrar en una iglesia no es entrar en un museo. Y uno aprende a rezar de rodillas. Así la adoración se convierte en un camino de Liberación. “El que se inclina ante Jesús no puede ni debe postrarse delante de ningún poder terreno por grande que sea”, decía el Papa Benedicto.
Vuestro hermano en la fe.
Carlos Latorre
Misionero claretiano
carloslatorre@claretianos.es