LECTURAS DEL SÁBADO II DE PASCUA 9 DE ABRIL (BLANCO)
El les dijo: "Soy yo, no tengan miedo".
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 29, 12
Cambiaste mi llanto en gozo, Señor, y me vestiste de fiesta. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Dios
nuestro, que con la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
has llenado el mundo de alegría, concédenos, por la intercesión de su
Madre, la Virgen María, obtener la felicidad de la vida eterna. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Eligieron siete hombres llenos del Espíritu Santo.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 6, 1-7
En
aquellos días, como aumentaba mucho el número de los discípulos, hubo
ciertas quejas de los judíos griegos contra los hebreos, de que no se
atendía bien a sus viudas en el servicio de caridad de todos los días.
Los
Doce convocaron entonces a la multitud de los discípulos y les dijeron:
"No es justo que, dejando el ministerio de la palabra de Dios, nos
dediquemos a administrar los bienes. Escojan entre ustedes a siete
hombres de buena reputación, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a
los cuales encargaremos este servicio. Nosotros nos dedicaremos a la
oración y al servicio de la palabra".
Todos
estuvieron de acuerdo y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del
Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Pármenas y Nicolás,
prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y éstos,
después de haber orado, les impusieron las manos.
Mientras
tanto, la palabra de Dios iba cundiendo; en Jerusalén se multiplicaba
grandemente el número de los discípulos. Incluso un grupo numeroso de
sacerdotes había aceptado la fe.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 32
R. El Señor cuida de aquellos que lo temen. Aleluya.
Que
los justos aclamen al Señor; es propio de los justos alabarlo. Demos
gracias a Dios, al son del arpa, que la lira acompañe nuestros cantos.
R/.
Sincera
es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. El ama la
justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades. R/.
Cuida el Señor de aquellos que lo temen yen su bondad confían; los salva de la muerte y en épocas de hambre les da vida. R/.
ACLAMACIÓN
R/. Aleluya, aleluya.
Resucitó Cristo, que creó todas las cosas y se compadeció de todos los hombres. R/.
Vieron a Jesús caminando sobre las aguas.
Del santo Evangelio según san Juan: 6, 16-21
Al
atardecer del día de la multiplicación de los panes, los discípulos de
Jesús bajaron al lago, se embarcaron y empezaron a atravesar hacia
Cafarnaúm. Ya había caído la noche y Jesús todavía no los había
alcanzado. Soplaba un viento fuerte y las aguas del lago se iban
encrespando.
Cuando
habían avanzado unos cinco o seis kilómetros, vieron a Jesús caminando
sobre las aguas, acercándose a la barca, y se asustaron. Pero él les
dijo: "Soy yo, no tengan miedo". Ellos quisieron recogerlo a bordo y
rápidamente la barca tocó tierra en el lugar a donde se dirigían.
Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe,
Padre santo, la ofrenda de nuestra humildad que, llenos de alegría, te
presentamos al celebrar la conmemoración de la santísima Virgen María y
concédenos que, asociados al sacrificio de Cristo, recibamos el consuelo
en la vida presente y los gozos de la salvación eterna. Él, que vive y
reina por los siglos de los siglos.
Prefacio de santa María Virgen.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN
Alégrate, Virgen Madre, porque Cristo ha resucitado del sepulcro. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica
Comentario al Evangelio de hoy
José Luis Latorre, cmf
Queridos/as amigos/as
El episodio de Jesús caminando sobre el lago es un símbolo de nuestra vida cristiana. Los discípulos somos nosotros que, como ellos, estamos haciendo la travesía del lago (lugar de las fuerzas del mal según la tradición judía). En el momento más inesperado sopla el viento de la tentación y el mar de las pasiones, las ambiciones y los deseos ocultos se abate (se increpa) sobre nosotros, de tal manera que nos arrastra a gran velocidad hacia el abismo. El mal es tan fuerte que a veces en un instante nos olvidamos de todas las obras grandes que Dios ha hecho en nosotros o a nuestro alrededor como les pasó a los discípulos después de la espectacular multiplicación de los panes y los peces.
Pero Jesús, que nunca nos deja solos, viene inesperadamente en nuestro auxilio en una palabra suya que escuchamos, en el consejo de un sacerdote o amigo/a, en el deseo de entrar en una Iglesia para orar… causándonos a veces susto y zozobra por la forma tan misteriosa en que aparece junto a nosotros. Y como a los discípulos nos dice al corazón: ¡SOY YO. NO TEMÁIS!, es decir no te asustes, no dudes, no desconfíes, no te inquietes que yo estoy aquí a tu lado para librarte de esa pasión, o ambición, o mal deseo, o tentación que te quería hundir y separar de Mí: yo estoy siempre contigo aunque a veces te parezca que estás solo o que me he olvidado de ti.
El pasaje termina: “Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra enseguida…” Después de la experiencia dolorosa viene la calma y surge en el corazón el deseo de tener cerca a Jesús siempre, y que Él esté en mi misma barca y haga conmigo la travesía; surge además la convicción de que sin Jesús se hace muy difícil la travesía de la vida, pero con Jesús a bordo uno navega más seguro y confiado y con más fuerza para enfrentar las olas del mal que continuamente nos acechan hasta que lleguemos a la tierra prometida, el cielo.
El episodio de Jesús caminando sobre el lago es un símbolo de nuestra vida cristiana. Los discípulos somos nosotros que, como ellos, estamos haciendo la travesía del lago (lugar de las fuerzas del mal según la tradición judía). En el momento más inesperado sopla el viento de la tentación y el mar de las pasiones, las ambiciones y los deseos ocultos se abate (se increpa) sobre nosotros, de tal manera que nos arrastra a gran velocidad hacia el abismo. El mal es tan fuerte que a veces en un instante nos olvidamos de todas las obras grandes que Dios ha hecho en nosotros o a nuestro alrededor como les pasó a los discípulos después de la espectacular multiplicación de los panes y los peces.
Pero Jesús, que nunca nos deja solos, viene inesperadamente en nuestro auxilio en una palabra suya que escuchamos, en el consejo de un sacerdote o amigo/a, en el deseo de entrar en una Iglesia para orar… causándonos a veces susto y zozobra por la forma tan misteriosa en que aparece junto a nosotros. Y como a los discípulos nos dice al corazón: ¡SOY YO. NO TEMÁIS!, es decir no te asustes, no dudes, no desconfíes, no te inquietes que yo estoy aquí a tu lado para librarte de esa pasión, o ambición, o mal deseo, o tentación que te quería hundir y separar de Mí: yo estoy siempre contigo aunque a veces te parezca que estás solo o que me he olvidado de ti.
El pasaje termina: “Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra enseguida…” Después de la experiencia dolorosa viene la calma y surge en el corazón el deseo de tener cerca a Jesús siempre, y que Él esté en mi misma barca y haga conmigo la travesía; surge además la convicción de que sin Jesús se hace muy difícil la travesía de la vida, pero con Jesús a bordo uno navega más seguro y confiado y con más fuerza para enfrentar las olas del mal que continuamente nos acechan hasta que lleguemos a la tierra prometida, el cielo.