LECTURAS DEL JUEVES II DE PASCUA 7 DE ABRIL (BLANCO) O MEMORIA DE SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE
El que cree en el Hijo tiene vida eterna.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 67, 8-9. 20
Cuando
saliste, Señor, al frente de tu pueblo, y le abriste camino a través
del desierto, la tierra se estremeció y hasta los cielos dejaron caer su
lluvia. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Dios
nuestro, que llevaste a cabo el sacrificio pascual para que el mundo
obtuviera la salvación, escucha las súplicas de tu pueblo, y haz que,
intercediendo por nosotros Cristo, nuestro Pontífice, por su humanidad,
que comparte con nosotros, nos reconcilie, y por su divinidad, que lo
hace igual a ti, nos perdone. Por nuestro Señor Jesucristo…
O San Juan Bautista de la Salle Memoria. Ver al final.
LITURGIA DE LA PALABRA
Nosotros somos testigos de todo esto, y también lo es el Espíritu Santo.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 5, 27-33
En
aquellos días, los guardias condujeron a los apóstoles ante el
sanedrín, y el sumo sacerdote los reprendió, diciéndoles: "Les hemos
prohibido enseñar en nombre de ese Jesús; sin embargo, ustedes han
llenado a Jerusalén con sus enseñanzas y quieren hacernos responsables
de la sangre de ese hombre".
Pedro
y los otros apóstoles replicaron: "Primero hay que obedecer a Dios y
luego a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a
quien ustedes dieron muerte colgándolo de la cruz. La mano de Dios lo
exaltó y lo ha hecho jefe y salvador, para dar a Israel la gracia de la
conversión y el perdón de los pecados. Nosotros somos testigos de todo
esto y también lo es el Espíritu Santo, que Dios ha dado a los que lo
obedecen".
Esta respuesta los exasperó y decidieron matarlos.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 33
R/. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor. Aleluya.
Bendeciré
al Señor a todas horas; no cesará mi boca de alabarlo. Haz la prueba y
verás qué bueno es el Señor. Dichoso el hombre que se refugia en él. R/.
En
contra del malvado está el Señor para borrar de la tierra su recuerdo;
escucha, en cambio, al hombre justo y lo libra de todas sus congojas.
R/.
El
Señor no está lejos de sus fieles y levanta a las almas abatidas.
Muchas tribulaciones pasa el justo, pero de todas ellas Dios lo libra.
R/.
ACLAMACIÓN Jn 20, 29
R/. Aleluya, aleluya.
Tomás, tú crees, porque me has visto. Dichosos los que creen sin haberme visto, dice el Señor. R/.
El Padre ama a su Hijo y todo lo ha puesto en sus manos.
Del santo Evangelio según san Juan: 3, 31-36
El
que viene de lo alto está por encima de todos; pero el que viene de la
tierra pertenece a la tierra y habla de las cosas de la tierra. El que
viene del cielo está por encima de todos. Da testimonio de lo que ha
visto y oído, pero nadie acepta su testimonio. El que acepta su
testimonio certifica que Dios es veraz. Aquel a quien Dios envió habla
las palabras de Dios, porque Dios le ha concedido sin medida su
Espíritu.
El
Padre ama a su Hijo y todo lo ha puesto en sus manos. El que cree en el
Hijo tiene vida eterna. Pero el que es rebelde al Hijo no verá la vida,
porque la cólera divina perdura en contra de él.
Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Suba
hasta ti, Señor, nuestra oración, acompañada por estas ofrendas, para
que, purificados por tu bondad, nos dispongas para celebrar el
sacramento de tu inmenso amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Pascua
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 28, 20
Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios
todopoderoso y eterno, que, por la resurrección de Cristo, nos has
hecho renacer a la vida eterna, multiplica en nosotros el efecto de este
sacramento pascual, e infunde en nuestros corazones el vigor que
comunica este alimento de salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
MISA EN LA MEMORIA DE SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Mt 5, 19
El que cumpla mis mandamientos y enseñe a cumplirlos, será grande en el Reino de los cielos, dice el Señor. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Dios
nuestro, que elegiste a san Juan Bautista de la Salle para educar
cristianamente a la juventud, suscita en tu Iglesia maestros que se
consagren de todo corazón a la formación humana y cristiana de los
jóvenes. Por nuestro Señor Jesucristo…
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que
te sea aceptable, Señor, la ofrenda de tu pueblo santo en la
conmemoración de san Juan Bautista de la Salle, y concede que, por la
participación en este sacramento, demos pruebas de tu amor. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 8, 12
El que me sigue no camina en la oscuridad, y tendrá la luz de la vida, dice el Señor. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
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Comentario al Evangelio de hoy
José Luis Latorre, cmf
Queridos/as amigos/as:
Hoy el Evangelio de Juan nos presenta estos binomios: las cosas de la tierra y las cosas divinas; el que viene de arriba y el que viene de la tierra; el que no acepta el testimonio de Jesús y el que lo acepta; el que cree tiene la vida eterna, y el que no cree no tiene la vida. Dos mundos diferentes y a primera vista contrapuestos. Es la persona de Jesús la que crea estas diferencias importantes. Termina la lectura con esta frase redonda: “Quien cree en el Hijo tiene vida eterna”.
La fe en Jesús nos descubre esa otra “dimensión” de la vida humana: la trascendencia, lo que está más allá de las cosas de este mundo, la vida eterna. Pero también la fe nos acerca esas realidades a este mundo porque la fe es luz que ilumina y penetra el sentido profundo de la vida humana; la fe es esa sabiduría del Espíritu que ayuda a discernir entre el bien y el mal, la luz y las tinieblas, lo verdadero de lo falso; la fe es esa fuerza que robustece al creyente para dar testimonio de Jesús; la fe crea convicciones profundas que difícilmente se doblegan ante los poderosos ya que el creyente ha descubierto que no hay nada más cierto y seguro que Dios y obedecerle a Él por encima de los hombres es lo más importante y bello (1ª lectura). La fe es “el tesoro escondido” y “la perla preciosa” de que habla el Evangelio por los cuales uno da todo lo que posee por conseguirla, incluso la propia vida como los mártires.
La vida eterna no es algo sólo para el más allá; la vida eterna es ya ahora “la levadura” que transforma la masa; nos cambia a cada uno por dentro y cambia la sociedad también. La vida eterna la empezamos a vivir aquí y ahora y tendrá su culminación en el más allá. Por eso los cristianos “no somos del mundo, pero estamos en el mundo” para ir transformando este mundo en “la tierra nueva y el cielo nuevo” de que habla el Apocalipsis. Jesús vino a este mundo no para condenarlo sino para salvarlo, pero desde dentro; la revolución de Jesús se da al interior de las personas. Él comenzó su predicación diciendo “convertíos” convencido de que si la persona cambia, el entorno también mejora.
Hoy el Evangelio de Juan nos presenta estos binomios: las cosas de la tierra y las cosas divinas; el que viene de arriba y el que viene de la tierra; el que no acepta el testimonio de Jesús y el que lo acepta; el que cree tiene la vida eterna, y el que no cree no tiene la vida. Dos mundos diferentes y a primera vista contrapuestos. Es la persona de Jesús la que crea estas diferencias importantes. Termina la lectura con esta frase redonda: “Quien cree en el Hijo tiene vida eterna”.
La fe en Jesús nos descubre esa otra “dimensión” de la vida humana: la trascendencia, lo que está más allá de las cosas de este mundo, la vida eterna. Pero también la fe nos acerca esas realidades a este mundo porque la fe es luz que ilumina y penetra el sentido profundo de la vida humana; la fe es esa sabiduría del Espíritu que ayuda a discernir entre el bien y el mal, la luz y las tinieblas, lo verdadero de lo falso; la fe es esa fuerza que robustece al creyente para dar testimonio de Jesús; la fe crea convicciones profundas que difícilmente se doblegan ante los poderosos ya que el creyente ha descubierto que no hay nada más cierto y seguro que Dios y obedecerle a Él por encima de los hombres es lo más importante y bello (1ª lectura). La fe es “el tesoro escondido” y “la perla preciosa” de que habla el Evangelio por los cuales uno da todo lo que posee por conseguirla, incluso la propia vida como los mártires.
La vida eterna no es algo sólo para el más allá; la vida eterna es ya ahora “la levadura” que transforma la masa; nos cambia a cada uno por dentro y cambia la sociedad también. La vida eterna la empezamos a vivir aquí y ahora y tendrá su culminación en el más allá. Por eso los cristianos “no somos del mundo, pero estamos en el mundo” para ir transformando este mundo en “la tierra nueva y el cielo nuevo” de que habla el Apocalipsis. Jesús vino a este mundo no para condenarlo sino para salvarlo, pero desde dentro; la revolución de Jesús se da al interior de las personas. Él comenzó su predicación diciendo “convertíos” convencido de que si la persona cambia, el entorno también mejora.