Misal de hoy Lunes 04 de Enero 2016

LECTURAS DEL LUNES DE FERIA DE NAVIDAD 4 DE ENERO (BLANCO)


Desde entonces comenzó Jesús a predicar, diciendo: "Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los cielos".


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ANTÍFONA DE ENTRADA Mt 28, 20

Sepan que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo, dice el Señor.

ORACIÓN COLECTA

Dios eterno, principio de todo lo creado, concédenos durante este año, que desde hoy te dedicamos, no carecer de lo necesario para la vida y dar testimonio de ti con nuestras buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo…

LITURGIA DE LA PALABRA

Examinen toda inspiración para ver si viene de Dios.

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De la primera carta del apóstol san Juan: 3, 22-4, 6

Queridos hijos: Puesto que cumplimos los mandamientos de Dios y hacemos lo que le agrada, ciertamente obtendremos de Él todo lo que le pidamos. Ahora bien, éste es su mandamiento: que creamos en la persona de Jesucristo, su Hijo, y nos amemos los unos a los otros, conforme al precepto que nos dio. Quien cumple sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él. En esto conocemos, por el Espíritu que Él nos ha dado, que Él permanece en nosotros.

Hermanos míos, no se dejen llevar de cualquier espíritu, sino examinen toda inspiración para ver si viene de Dios, pues han surgido por el mundo muchos falsos profetas. La presencia del Espíritu de Dios la pueden conocer en esto: Todo aquel que reconoce a Jesucristo, Palabra de Dios, hecha hombre, es de Dios. Todo aquel que no reconoce a Jesús, no es de Dios, sino que su espíritu es del anticristo. De éste han oído decir que ha de venir; pues bien, ya está en el mundo.

Ustedes son de Dios, hijitos míos, y han triunfado de los falsos profetas, porque más grande es el que está en ustedes que el que está en el mundo. Ellos son del mundo, enseñan cosas del mundo y el mundo los escucha. Pero nosotros somos de Dios y nos escucha el que es de Dios. En cambio, aquel que no es de Dios no nos escucha. De esta manera distinguimos entre el espíritu de la verdad y el espíritu del error. 

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Del salmo 2

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R/. Yo te daré en herencia las naciones.

Anunciaré el decreto del Señor. He aquí lo que me dijo: "Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy. Te daré en herencia las naciones y como propiedad, toda la tierra". R/.

Escuchen y comprendan estas cosas, reyes y gobernantes de la tierra. Adoren al Señor con reverencia, sírvanlo con temor. R/.

ACLAMACIÓN cfr. Mt 4, 23

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R/. Aleluya, aleluya.

Jesús predicaba la buena nueva del Reino y curaba a la gente de toda enfermedad. R/.

Ya está cerca el Reino de los cielos.

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Del santo Evangelio según san Mateo: 4, 12-17. 23-25

Al enterarse Jesús de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea, y dejando el pueblo de Nazaret, se fue a vivir a Cafarnaúm, junto al lago, en territorio de Zabulón y Neftalí, para que así se cumpliera lo que había anunciado el profeta Isaías: Tierra de Zabulón y Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los paganos. El pueblo que yacía en tinieblas vio una gran luz. Sobre los que vivían en tierra de sombras una luz resplandeció. Desde entonces comenzó Jesús a predicar, diciendo: "Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los cielos". Y andaba por toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando la buena nueva del Reino de Dios y curando a la gente de toda enfermedad y dolencia.

Su fama se extendió por toda Siria y le llevaban a todos los aquejados por diversas enfermedades y dolencias, a los poseídos, epilépticos y paralíticos, y Él los curaba. Lo seguían grandes muchedumbres venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Transjordania.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Que te sean gratas, Señor, las ofrendas que te presentamos, para que todos los que celebramos con alegría el comienzo de este año, merezcamos que transcurra íntegro en tu amor.  Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio de Epifanía o de la Navidad

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Hen 13, 8

Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Acompaña, Señor al pueblo que participó en este santo sacramento, para que durante todo este año ningún peligro lo aflija, ya que siempre está confiado en tu protección. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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Comentario al Evangelio de hoy

Fernando Torres Pérez cmf
 
      La lectura del Evangelio de hoy es de las que nos invitan a cerrar los ojos y a dejar volar la imaginación hasta hacernos presentes en aquella escena. Podemos ver a Juan, que está rodeado de sus propios discípulos, de los que le escuchan, de su parroquia. Pero Juan sabe que no es propietario de nada, que es el que anuncia al que tiene que venir. Y, cuando ve pasar a Jesús, se da cuenta de que su tiempo está terminando. Ya no tiene que decir más cosas. No tiene más que enseñar. Sólo tiene que señalar e invitar a los que le rodean a iniciar un nuevo camino, a comenzar de nuevo. Su tiempo ha terminado. No se sitúa en el centro de la historia porque sabe que el centro es el que pasa por delante. Es Jesús. Y le señala a los dos discípulos que le acompañan en ese momento: “Éste es el Cordero de Dios.”
      Volvemos la mirada al otro lado y vemos a Jesús, el señalado, el anunciado, que pasa. No busca nada. No quiere nada. Hace su propio camino. Pero se da cuenta de que dos personas le siguen. Son los dos discípulos de Juan. Escuchamos el diálogo. Es sencillo. “¿Qué buscáis?” “Maestro, ¿dónde vives?” “Venid y lo veréis.” Hay un detalle que habla mucho de que para los discípulos aquel no fue un momento más en su vida sino un encuentro que marcó un antes y un después en sus vidas. Dice el evangelista que “serían las cuatro de la tarde.” 
      Sabemos que los dos discípulos se quedaron con Jesús aquel día. No sabemos de qué hablaron. Pero sí sabemos que Andrés para explicarle a su hermano Simón lo que aquel encuentro había significado para él, le dijo sencillamente “Hemos encontrado al Mesías.”
      Hoy es nuestra oportunidad para recordar si hemos tenido en nuestra vida algún encuentro de este nivel, uno que haya cambiado el sentido de nuestra vida. Los discípulos no se hicieron santos en ese día pero si encontraron la dirección a donde se querían dirigir, el tesoro por el que valía la pena venderlo todo, la perla por la que dejar todo. Y, si no es así, quizá convendría intentar hacernos los encontradizos con él, con Jesús, leyendo y escuchando con el corazón su Palabra, acercándonos a los pobres y marginados, como él se acercaba. Es posible que nuestra vida, como la de los discípulos, cambie y encuentre una nueva dirección que realmente haga que todos nuestros momentos valgan la pena.