LECTURAS DEL DOMINGO IV DEL T. ORDINARIO 31 DE ENERO (VERDE)
Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra.
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 105, 47
Sálvanos,
Señor y Dios nuestro; reúnenos de entre las naciones, para que podamos
agradecer tu poder santo y sea nuestra gloria el alabarte.
ORACIÓN COLECTA
Concédenos,
Señor Dios nuestro, adorarte con toda el alma y amar a todos los
hombres con afecto espiritual. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por
los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Te consagré profeta para las naciones.
En
tiempo de Josías, el Señor me dirigió estas palabras: "Desde antes de
formarte en el seno materno, te conozco; desde antes de que nacieras, te
consagré como profeta para las naciones. Cíñete y prepárate; ponte en
pie y diles lo que yo te mando. No temas, no titubees delante de ellos,
para que yo no te quebrante.
Mira:
hoy te hago ciudad fortificada, columna de hierro y muralla de bronce,
frente a toda esta tierra, así se trate de los reyes de Judá, como de
sus jefes, de sus sacerdotes o de la gente del campo. Te harán la
guerra, pero no podrán contigo, porque yo estoy a tu lado para
salvarte".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 70
R/. Señor, tú eres mi esperanza.
Señor,
tú eres mi esperanza, que no quede yo jamás defraudado. Tú, que eres
justo, ayúdame y defiéndeme; escucha mi oración y ponme a salvo. R/.
Sé
para mí un refugio, ciudad fortificada en que me salves. Y pues eres mi
auxilio y mi defensa, líbrame, Señor, de los malvados. R/.
Señor,
tú eres mi esperanza; desde mi juventud en ti confío. Desde que estaba
en el seno de mi madre, yo me apoyaba en ti y tú me sostenías. R/.
Yo
proclamaré siempre tu justicia y a todas horas, tu misericordia. Me
enseñaste a alabarte desde niño y seguir alabándote es mi orgullo. R/.
Entre estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor, el amor es la mayor de las tres.
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios 12, 31-13, 13
Hermanos:
[Aspiren a los dones de Dios más excelentes. Voy a mostrarles el camino
mejor de todos. Aunque yo hablara las lenguas de los hombres y de los
ángeles, si no tengo amor, no soy más que una campana que resuena o unos
platillos que aturden. Aunque yo tuviera el don de profecía y penetrara
todos los misterios, aunque yo poseyera en grado sublime el don de
ciencia y mi fe fuera tan grande como para cambiar de sitio las
montañas, si no tengo amor, nada soy. Aunque yo repartiera en limosna
todos mis bienes y aunque me dejara quemar vivo, si no tengo amor, de
nada me sirve.]
El
amor es comprensivo, el amor es servicial y no tiene envidia; el amor
no es presumido ni se envanece; no es grosero ni egoísta; no se irrita
ni guarda rencor; no se alegra con la injusticia, sino que goza con la
verdad. El amor disculpa sin límites, confía sin límites, espera sin
límites, soporta sin límites.
El
amor dura por siempre; en cambio, el don de profecía se acabará; el don
de lenguas desaparecerá y el don de ciencia dejará de existir, porque
nuestros dones de ciencia y de profecía son imperfectos. Pero cuando
llegue la consumación, todo lo imperfecto desaparecerá.
Cuando
yo era niño, hablaba como niño, sentía como niño y pensaba como niño;
pero cuando llegué a ser hombre, hice a un lado las cosas de niño. Ahora
vemos como en un espejo y oscuramente, pero después será cara a cara.
Ahora sólo conozco de una manera imperfecta, pero entonces conoceré a
Dios como él me conoce a mí. Ahora tenemos estas tres virtudes: la fe,
la esperanza y el amor; pero el amor es la mayor de las tres.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN Lc 4, 18
R/. Aleluya, aleluya.
El Señor me ha enviado para llevar a los pobres la buena nueva y anunciar la liberación a los cautivos. R/.
Jesús, como Elías y Eliseo, no fue enviado tan sólo a los judíos.
En
aquel tiempo, después de que Jesús leyó en la sinagoga un pasaje del
libro de Isaías, dijo: "Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la
Escritura que acaban de oír". Todos le daban su aprobación y admiraban
la sabiduría de las palabras que salían de sus labios, y se preguntaban:
"¿No es éste el hijo de José?"
Jesús
les dijo: "Seguramente me dirán aquel refrán: `Médico, cúrate a ti
mismo’ y haz aquí, en tu propia tierra, todos esos prodigios que hemos
oído que has hecho en Cafarnaúm". Y añadió: "Yo les aseguro que nadie es
profeta en su tierra. Había ciertamente en Israel muchas viudas en los
tiempos de Elías, cuando faltó la lluvia durante tres años y medio, y
hubo un hambre terrible en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas
fue enviado Elías, sino a una viuda que vivía en Sarepta, ciudad de
Sidón. Había muchos leprosos en Israel, en tiempos del profeta Eliseo;
sin embargo, ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, que era de
Siria".
Al
oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira, y
levantándose, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron hasta un precipicio
de la montaña sobre la que estaba construida la ciudad, para despeñarlo.
Pero él, pasando por en medio de ellos, se alejó de allí.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Credo
PLEGARIA UNIVERSAL
Con la confianza que nos da ser hijos de Dios, presentémosle al Padre nuestras plegarias.
Después de cada petición diremos: Padre misericordioso,
escúchanos.
–
Por el Papa Francisco, por nuestro obispo………., por los presbíteros y
los diáconos. Que en este Año de la Misericordia sepan transmitir al
pueblo cristiano la alegría de creer en Jesucristo. Oremos.
– Por los religiosos y religiosas. Que sean siempre una presencia viva del amor y la misericordia de Dios en el mundo. Oremos.
–
Por los gobernantes y los políticos. Que no tengan miedo de trabajar
con sinceridad y decisión por el bien de las personas, especialmente de
las más débiles. Oremos.
–
Por los jóvenes que después de largos años de estudio no pueden
encontrar un trabajo digno. Que quienes pueden cambiar esta injusta
situación, hagan todo lo que está en sus manos para lograrlo. Oremos.
– Por los enfermos. Que vivan con fe y esperanza su enfermedad.
Oremos.
–
Por los que estamos aquí reunidos participando de la Eucaristía. Que
crezca sin cesar nuestro amor a Dios y a los demás. Oremos.
Escucha, Padre, nuestra oración, y haz que tu nombre sea conocido en toda la tierra. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe,
Señor, complacido, estos dones que ponemos sobre tu altar en señal de
nuestra sumisión a ti y conviértelos en el sacramento de nuestra
redención. Por Jesucristo nuestro Señor.
Prefacio para los domingos del Tiempo Ordinario.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Mt 5, 3-4
Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los humildes porque heredarán la tierra.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te
rogamos, Señor, que, alimentados con el don de nuestra redención, este
auxilio de salvación eterna afiance siempre nuestra fe en la verdad. Por
Jesucristo nuestro Señor.
https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica
Comentario al Evangelio de hoy
Queridos hermanos:
Continuamos con el texto de Lucas del domingo pasado, en el cual presenta su programa y el “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”. Parece que en un primer momento, todos están de acuerdo en eso de la liberación de los pobres, el Año de Gracia y el anuncio de la Buena Noticia, pero en seguida llegan los desacuerdos: “¿No es éste el hijo de José?”, el hijo del carpintero. “Y Jesús les dijo: Sin duda me recitaréis aquel refrán: Medico cúrate a ti mismo: haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm”. Esperaban un Mesías todopoderoso y milagrero.
Jesús no piensa como ellos, les pone dos ejemplos de extranjeros, la viuda de Sarepta en el territorio de Sidón y Naamán el sirio, y les recuerda que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Se pusieron furiosos y le llevaron hasta en barranco a las afueras del pueblo, con intención de despeñarlo. La visión de Jesús, universal, amplia, que pide la liberación de los oprimidos, restaurar el Año de Gracia, le llevará a la muerte y este es el primer intento. Ayer como hoy, el camino del amor, de la justicia, en definitiva el camino de la fe, le cuesta abrirse paso: “se abrió paso entre ellos”, en nuestro pensamiento y en nuestros actos.
Será el amor, como les dice San Pablo a los Corintios, el sustento de todo: “Si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden. Si no tengo amor no soy nada. Si no tengo amor de nada me sirve”. Después de una preciosa definición del amor, termina: “En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande es el amor”. Con frecuencia olvidamos que para que el hombre tenga fe en Dios, es bueno que empiece sintiéndose hombre, varón y mujer. El amor nos habla de encarnación, de punto de partida para asumir la obra salvadora de Dios, su anuncio de liberación. Sin amor es difícil entender el “Hoy se cumple”, estar con y por los pobres, esperar un mundo mejor.
La historia avanza y los grandes valores del Evangelio: la paz, la justicia, la libertad, el amor…, surgen también fuera de la Iglesia con una intensidad importante, y es que no son patrimonio de nadie. Al fin y al cabo, todo hombre es cuerpo espiritual y espíritu encarnado y aunque no sea consciente, está “religado”, busca la trascendencia por algún camino. Por eso, las menciones a los extranjeros que aparecen en el texto, a los no creyentes, a los de fuera, en ellos también se expresa el amor y aquellos principios del programa de Jesús leídos en la sinagoga de Nazaret.
Nosotros los cristianos encontraremos como Jesús resistencia en esta empresa, nos conocen, saben nuestros pecados, nuestras contradicciones y aunque no nos despeñen, muchos pensarán: ¿qué puede aportarme este que es uno como yo? Podemos escuchar con la primera lectura de Jeremías: “Te nombré profeta de los gentiles. Ponte en pie y diles lo que te mando. No les tengas miedo. Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para liberarte”. Debemos aceptar todos los riesgos e incoherencias que hay en nosotros, pero sabiendo que nos ha escogido y en ocasiones a pesar de todo, no tenemos más remedio que proclamar la Buena Noticia del Evangelio a los pobres y necesitados.
La Eucaristía es un signo claro de amor, en la humildad del pan, en la pobreza de la comunidad, en la procedencia de cada uno, en los diferentes carismas y maneras de pensar y actuar, nosotros descubrimos la presencia del Reino de Dios. Al final no nos queda más que terminar orando: Señor, tú que nos escogiste como pueblo tuyo y nos consagraste como tus ungidos antes de que saliéramos del seno de nuestra madre, asístenos con tu fortaleza, para que podamos ser fieles en el amor y en la misión que nos has encomendado. “Inmaduro es nuestro saber e inmaduro nuestro predicar”, hagamos crecer desde el amor que no pasa nunca, lo que somos, aceptarnos como somos y sobre todo a los otros, para llegar a la madurez de: “Ver cara a cara y conocer como Dios me conoce”. Que así sea.
PD: El martes próximo día 2 de Febrero, es el día de la Presentación del Señor, de la Candelaria y termina el Año de la Vida Consagrada.
Continuamos con el texto de Lucas del domingo pasado, en el cual presenta su programa y el “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”. Parece que en un primer momento, todos están de acuerdo en eso de la liberación de los pobres, el Año de Gracia y el anuncio de la Buena Noticia, pero en seguida llegan los desacuerdos: “¿No es éste el hijo de José?”, el hijo del carpintero. “Y Jesús les dijo: Sin duda me recitaréis aquel refrán: Medico cúrate a ti mismo: haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm”. Esperaban un Mesías todopoderoso y milagrero.
Jesús no piensa como ellos, les pone dos ejemplos de extranjeros, la viuda de Sarepta en el territorio de Sidón y Naamán el sirio, y les recuerda que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Se pusieron furiosos y le llevaron hasta en barranco a las afueras del pueblo, con intención de despeñarlo. La visión de Jesús, universal, amplia, que pide la liberación de los oprimidos, restaurar el Año de Gracia, le llevará a la muerte y este es el primer intento. Ayer como hoy, el camino del amor, de la justicia, en definitiva el camino de la fe, le cuesta abrirse paso: “se abrió paso entre ellos”, en nuestro pensamiento y en nuestros actos.
Será el amor, como les dice San Pablo a los Corintios, el sustento de todo: “Si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden. Si no tengo amor no soy nada. Si no tengo amor de nada me sirve”. Después de una preciosa definición del amor, termina: “En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande es el amor”. Con frecuencia olvidamos que para que el hombre tenga fe en Dios, es bueno que empiece sintiéndose hombre, varón y mujer. El amor nos habla de encarnación, de punto de partida para asumir la obra salvadora de Dios, su anuncio de liberación. Sin amor es difícil entender el “Hoy se cumple”, estar con y por los pobres, esperar un mundo mejor.
La historia avanza y los grandes valores del Evangelio: la paz, la justicia, la libertad, el amor…, surgen también fuera de la Iglesia con una intensidad importante, y es que no son patrimonio de nadie. Al fin y al cabo, todo hombre es cuerpo espiritual y espíritu encarnado y aunque no sea consciente, está “religado”, busca la trascendencia por algún camino. Por eso, las menciones a los extranjeros que aparecen en el texto, a los no creyentes, a los de fuera, en ellos también se expresa el amor y aquellos principios del programa de Jesús leídos en la sinagoga de Nazaret.
Nosotros los cristianos encontraremos como Jesús resistencia en esta empresa, nos conocen, saben nuestros pecados, nuestras contradicciones y aunque no nos despeñen, muchos pensarán: ¿qué puede aportarme este que es uno como yo? Podemos escuchar con la primera lectura de Jeremías: “Te nombré profeta de los gentiles. Ponte en pie y diles lo que te mando. No les tengas miedo. Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para liberarte”. Debemos aceptar todos los riesgos e incoherencias que hay en nosotros, pero sabiendo que nos ha escogido y en ocasiones a pesar de todo, no tenemos más remedio que proclamar la Buena Noticia del Evangelio a los pobres y necesitados.
La Eucaristía es un signo claro de amor, en la humildad del pan, en la pobreza de la comunidad, en la procedencia de cada uno, en los diferentes carismas y maneras de pensar y actuar, nosotros descubrimos la presencia del Reino de Dios. Al final no nos queda más que terminar orando: Señor, tú que nos escogiste como pueblo tuyo y nos consagraste como tus ungidos antes de que saliéramos del seno de nuestra madre, asístenos con tu fortaleza, para que podamos ser fieles en el amor y en la misión que nos has encomendado. “Inmaduro es nuestro saber e inmaduro nuestro predicar”, hagamos crecer desde el amor que no pasa nunca, lo que somos, aceptarnos como somos y sobre todo a los otros, para llegar a la madurez de: “Ver cara a cara y conocer como Dios me conoce”. Que así sea.
PD: El martes próximo día 2 de Febrero, es el día de la Presentación del Señor, de la Candelaria y termina el Año de la Vida Consagrada.