Misal del dia dwe hoy Miercoles 09 de Diciembre 2015

LECTURAS DEL MIÉRCOLES II DE ADVIENTO 9 DE DICIEMBRE SAN JUAN DIEGO CUAUHTLATOATZIN (BLANCO)


Encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera.


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ANTÍFONA DE ENTRADA Is 52, 7

Qué hermoso es ver correr sobre los montes al mensajero que anuncia la paz, trae buenas noticias, que anuncia la salvación.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que, por medio del bienaventurado Juan Diego, manifiesta a tu pueblo el amor de la santísima Virgen María, concédenos, por su intercesión, que obedientes a las recomendaciones de nuestra Madre de Guadalupe, podamos cumplir siempre tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo…

LITURGIA DE LA PALABRA

El Señor da vigor al fatigado.

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Del libro del profeta Isaías: 40, 25-31

"¿Con quién me van a comparar, que pueda igualarse a mí?", dice el Dios de Israel. Alcen los ojos a lo alto y díganme quién ha creado todos aquellos astros. Él es quien cuenta y despliega su ejército de estrellas y a cada una la llama por su nombre; tanta es su omnipotencia y tan grande su vigor, que ninguna de ellas desoye su llamado. ¿Por qué dices tú, Jacob, y lo repites tú, Israel: "Mi suerte se le oculta al Señor y mi causa no le preocupa a mi Dios"? ¿Es que no lo has oído? Desde siempre el Señor es Dios, creador aun de los últimos rincones de la tierra. Él no se cansa ni se fatiga y su inteligencia es insondable. Él da vigor al fatigado y al que no tiene fuerzas, energía. Hasta los jóvenes se cansan y se rinden, los más valientes tropiezan y caen; pero aquellos que ponen su esperanza en el Señor, renuevan sus fuerzas; les nacen alas como de águila, corren y no se cansan, caminan y no se fatigan.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Del salmo 102

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R/. Bendice al Señor, alma mía.

Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su santo nombre. Bendice al Señor, alma mía, y no te olvides de sus beneficios. R/.

Él perdona tus pecados y cura tus enfermedades; Él rescata tu vida del sepulcro y te colma de amor y de ternura. R/.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. No nos trata como merecen nuestras culpas, ni nos paga según nuestros pecados. R/.

ACLAMACIÓN

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R/. Aleluya, aleluya.

Ya viene el Señor para salvar a su pueblo. Dichosos los que estén preparados para salir a su encuentro. R/.

Vengan a mí, todos los que están fatigados.

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Del santo Evangelio según san Mateo: 11, 28-30

En aquel tiempo, Jesús dijo: "Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Dios y Padre nuestro, que el sacrificio que vamos a ofrecerte, en memoria de tu siervo san Juan Diego, sea agradable en tu presencia como la ofrenda de su humilde y sencilla fe, para alabanza y gloria de tu nombre y para la salvación del mundo entero. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 25, 40

Yo les aseguro que todo lo que hicieron como uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Padre celestial, te damos gracias por este memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo que hemos celebrado; concédenos, por intercesión de san Juan Diego, que, bajo la protección de la Virgen María, nos mantengamos siempre unidos en una fe sincera y en una ardiente caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica 

Comentario al Evangelio de hoy

Fernando Torres Pérez, cmf
 
      Corren tiempos difíciles (¿cuándo no han sido tiempos difíciles para la gente pobre, para los que tienen que vivir de su trabajo, para la mayoría de los que tienen que sacar adelante una familia?). Porque hay demasiada gente con dificultades para llegar a fin de mes. Porque en nuestras grandes ciudades hay muchos y muchas que duermen en la calle soportando las inclemencias del tiempo. Porque hay demasiadas guerras en marcha, unas más declaradas y abiertas que otras pero todas guerras con todo lo que una guerra conlleva de muerte y dolor y destrucción (¿no da la impresión de que el deporte más practicado a lo largo de la historia ha sido el de matarnos y hacernos daño unos a otros?). Y podíamos seguir así con la lista de nuestras desdichas. 
      Y en la iglesia celebramos el Adviento. Es tiempo de espera y esperanza. Es tiempo de mirar al futuro pensando que nos puede traer algo mejor de lo que tenemos. Es tiempo de hacer un poco de silencio y dejar que la Palabra de Dios cale en nuestros corazones. Es verdad que a veces pasamos por dificultades tan grandes que no tenemos fuerzas ni para concebir la esperanza en nuestro corazón. Pero hoy no se trata siquiera de levantar los ojos hacia el horizonte. Basta con hacer lo contrario. Los bajamos y leemos el texto del Evangelio de este día. Lo leemos con tranquilidad. Dejamos por un momento la mente vacía de otros pensamientos y sensaciones. Lo volvemos a leer. Cerramos los ojos. Hacemos memoria de esas palabras pronunciadas por Jesús. “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados...” Y nos dejamos llevar. 
      Son palabras que consuelan. Son como un aceite para las heridas. Son descanso. Son paz. Son experiencia concreta del amor de Dios. Son palabras que nos dicen que Dios nos ama, que cura nuestras heridas, que escucha y atiende a nuestros lamentos. No nos hablan de compromiso, de lo que hay que hacer. Por una vez, no se trata de que Dios nos hable sino de que Dios nos escucha, de que podemos poner en sus manos todo lo que nos hace daño y nos agota y nos agobia. Y dejar pasar así un tiempo, sintiéndonos queridos y abrazados. 
      Eso es el Adviento: sentir que Dios llega a nuestras vidas.