Misal del dia de hoy Viernes 11 de Diciembre 2015

LECTURAS DEL VIERNES II DE ADVIENTO 11 DE DICIEMBRE (MORADO)


La sabiduría de Dios se justifica a sí misma por sus obras.


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ANTÍFONA DE ENTRADA

El Señor vendrá con esplendor a visitar a su pueblo, para traerle la paz y la vida eterna.

ORACIÓN COLECTA

Te rogamos, Dios todopoderoso, que concedas a tu pueblo esperar en constante vigilancia la venida de tu Unigénito, para que, conforme a lo que nos enseñó el autor mismo de nuestra salvación, podamos correr presurosos a su encuentro con nuestras lámparas encendidas. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

¡Ojalá hubieras obedecido mis mandatos!

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Del libro del profeta Isaías 48, 17-19:

Esto dice el Señor, tu redentor, el Dios de Israel: "Yo soy el Señor, tu Dios, el que te instruye en lo que es provechoso, el que te guía por el camino que debes seguir. ¡Ojalá hubieras obedecido mis mandatos! Sería tu paz como un río y tu justicia, como las olas del mar.

Tu descendencia sería como la arena y como granos de arena, los frutos de tus entrañas. Nunca tu nombre hubiera sido borrado ni arrancado de mi presencia".

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Del salmo 1

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R/. Dichoso el hombre que confía en el Señor.

Dichoso aquel que no se guía por mundanos criterios, que no anda en malos pasos ni se burla del bueno, que ama la ley de Dios y se goza en cumplir sus mandamientos. R/.

Es como un árbol plantado junto al río, que da fruto a su tiempo y nunca se marchita. En todo tendrá éxito. R/.

En cambio los malvados serán como la paja barrida por el viento. Porque el Señor protege el camino del justo y al malo sus caminos acaban por perderlo. R/.

ACLAMACIÓN

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R/. Aleluya, aleluya.

Ya viene el Señor, salgamos a su encuentro; Él es el príncipe de la paz. R/.

No escuchan ni a Juan ni al Hijo del Hombre.

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Del santo Evangelio según san Mateo: 11, 16-19

En aquel tiempo, Jesús dijo: "¿Con qué podré comparar a esta gente? Es semejante a los niños que se sientan en las plazas y se vuelven a sus compañeros para gritarles: ‘Tocamos la flauta y no han bailado; cantamos canciones tristes y no han llorado’.

Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dijeron: `Tiene un demonio’. Viene el Hijo del hombre, y dicen: `Ése es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y gente de mal vivir’. Pero la sabiduría de Dios se justifica a sí misma por sus obras".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Que te sean agradables, Señor, nuestras humildes súplicas y ofrendas, y puesto que no tenemos méritos en qué apoyarnos, nos socorra el poderoso auxilio de tu benevolencia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I o III de Adviento

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Flp 3, 20-21

Esperamos como salvador a Jesucristo, el Señor; él transformará nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el suyo.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Saciados por el alimento que nutre nuestro espíritu, te rogamos, Señor, que, por nuestra participación en estos misterios, nos enseñes a valorar sabiamente las cosas de la tierra y a poner nuestro corazón en las del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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Comentario al Evangelio de hoy

Fernando Torres Pérez, cmf
 
      Conocí a un compañero que había copiado el texto del Evangelio de hoy en la primera página de su Biblia. Venía a decir algo así como que en ese libro, en la Biblia, se dice cosas muy importantes pero que hay muchos que da lo mismo lo que les digan siempre encuentran una excusa para seguir haciendo lo mismo que hacían antes. Lo suyo es mirar para otro lado, dejar que la vida pase a su lado sin dejar que a ellos les afecte. 
      De una manera o de otra, todos tenemos todos una cierta tendencia a hacer eso. Quizá por la sencilla razón de que ya tenemos todos suficientes problemas como para meternos en más. Quizá porque nuestra propia vida nos exige ya mucho esfuerzo y trabajo como para añadir más preocupaciones y dolores. El Evangelio, la Palabra de Dios, nos puede llamar a comprometernos con la justicia, con la solidaridad, con el sufrimiento del inocente... Pero todo eso significa añadir más peso al que ya soportamos. Y terminamos prefiriendo mirar a otro lado. Como los niños de la plaza que gritaba a los otros “Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado.” 
      Quizá sea porque no hemos descubierto que la libertad del otro comienza allí donde empieza la mía y que mientras el otro, el hermano, esté oprimido o sea esclavo, yo también soy un poco esclavo. Quizá sea porque no nos hemos dado cuenta de que la injusticia que sufre mi hermano me hace daño a mí también. Y que debería resultarnos muy difícil disfrutar de nuestra vida y de nuestros bienes en paz cuando a mis hermanos les falta lo necesario. ¿Cómo es posible que no nos dejemos afectar por todo lo bueno o malo que les pasa a mis hermanos y, sin embargo, nos quedemos maravillados ante la belleza de una puesta de sol? Algo hay ahí que no funciona en nuestro corazón cuando nos sentimos tan apartados de los que son carne de nuestra carne, hermanos y hermanas, cuando nos dejamos llevar por la indiferencia.
      Así que lo primero a que nos invita Jesús en este Evangelio es a escuchar, a dejarnos afectar por lo que los que están a nuestro alrededor padecen, viven, experimentan, dicen, expresan. Que todo eso nos llegue al corazón y que luego actuemos en consecuencia.