Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (15,12-17):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»
Palabra del Señor
Queridos amigos,
El Señor nos dijo que la señal por la que conocerán que somos sus discípulos es si nos amamos los unos a los otros. Es el mandamiento nuevo. Un mandamiento claro y concreto, sencillo en su formulación, aunque quizá no tan sencillo de vivir.
El amor al prójimo no es un amor etéreo, sino concreto. Es un amor que se materializa en obras. En ellas está la prueba del verdadero amor. Escribía Santa Teresa de Jesús –estamos celebrando el V centenario de su muerte- que “es necesario no poner nuestro fundamento solo en rezar y contemplar, pues si no practicamos las virtudes, nos quedamos enanos”… para continuar diciendo: “tengo por imposible que el amor esté inactivo y sin obrar” (7M, 4,10). El amor no puede sino ser concreto.
Dice Jesús que hemos de amarnos como él nos ha amado. Se trata de un amor entrañable, propio de amigos, que nace de tener intereses, inquietudes y sentimientos comunes. La amistad, decía Aristóteles, es como “un alma que habita en dos cuerpos”. “A vosotros os llamo amigos”, dice Jesús, porque nos ama así, como si compartiera alma y corazón con nosotros. El amigo te conoce y, a pesar de conocerte, te quiere. El amigo siempre cree en ti y se fía de ti. Todos hemos experimentado que tener un amigo es duplicar las alegrías y dividir las penas, dicen. Cuando se está con el amigo el tiempo pasa deprisa y el camino nunca se hace largo. El amigo verdadero (lo de “verdadero” es una redundancia que sobra) nunca te dice lo que quieres escuchar, sino lo que te conviene. Al amigo se le conoce sobre todo en la adversidad. Encontrar un amigo, verdaderamente, es haber encontrado un tesoro. Es una suerte saber que Jesús nos ama así, como nos ama un amigo.
Ahora nos toca a nosotros poner en práctica ese mismo sentimiento de amistad en el trato con los demás. Amarnos los unos a los otros con ese mismo amor de Jesús nos ha de llevar a promover la amistad con los que son diferentes, el cariño, la cercanía, el apoyo mutuo, el perdón, los gestos concretos de aprecio y de ayuda… en definitiva: amarnos los unos a los otros es “hacerse amigo” de los demás.
Os deseo una feliz jornada. De corazón,
Fernando Prado, cmf.
https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica?ref=tn_tnmn
¡Cuántas leyes!
Viernes de la Quinta Semana de Pascua“Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Vosotros sois mis amigos, ya no os llamo siervos, a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer”. (Jn 15,12-17)
Sería interesante saber cuántas leyes se promulgan anualmente en cada país.
Admiro a los abogados que tienen que estar al día y se tienen que tragar un buen menú de leyes. Al menos aquí donde vivo, cada día hay que retirar la Separata donde aparecen las nuevas leyes, los Decretos supremos. Yo no valdría para abogado porque mi memoria no da para tanta ley.
Tampoco la ley en la Iglesia va a la zaga. He mirado el Derecho Canónico y son 1752 leyes. Y luego todas las normas que salen cada día.
En cambio Jesús lo simplificó todo. Sólo nos dejó una ley:
“Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado”.
Para Jesús es suficiente una sola ley: el amor.
Para el que ama las demás leyes están de sobra.
Para el que no ama, todas las leyes juntas son insuficientes.
San Agustín lo entendió muy bien: “Ama y haz lo que quieras”.
Por eso estoy seguro de que Jesús no nos va a examinar del Derecho Canónico.
Sólo nos hará una pregunta: “¿Has amado?”
Claro que le pone una apostilla peligrosa: “como yo os he amado”.
Porque, como dice el refranero: “la gente a cualquier cosa llama chocolate”.
Y que nosotros pudiéramos traducir: “nosotros, a cualquier cosa llamamos amor”.
Para el cristiano es suficiente “amar”.
Pero “amar” no de cualquier manera.
Que no todo es “chocolate” y tampoco todo es “amor”.
No nos equivoquemos.
Amar, es “amar como yo os he amado”.
El amor del Padre a Jesús es la medida de nuestro amor.
El amor de Jesús para con cada uno de nosotros es la medida de nuestro.
Por eso, luego Jesús establece el marco de relaciones que han de guiar nuestras vidas:
En cristiano no hay “amos y esclavos”.
En cristiano no hay “grandes y pequeños”.
En cristiano no hay “poderosos y los débiles”.
Donde hay amor no puede haber esclavitud.
Donde hay amor no puede haber “siervos” al servicio de “amos”.
Por eso tampoco puede haber secretos.
Porque los que se aman de verdad no tienen secretos entre ellos.
En cristiano lo que tiene que haber son “amigos”.
Somos amigos de Jesús.
Jesús es nuestro amigo.
Somos amigos entre nosotros.
Soy tu amigo.
Eres mi amigo.
Somos amigos.
Una sociedad de amigos y de amistad.
Una Iglesia de amigos y de amistad.
Amigos que no se imponen, sino que libremente se eligen.
No se trata de esa amistad utilitarista para ver cuánto le puedo sacar de jugo.
Sino esa amistad libre y espontánea que brota del corazón.
Es la amistad fruto de “amarnos”.
Hoy la juventud valora mucho la amistad.
Incluso los amigos están supliendo las mismas relaciones familiares.
¿No será este un buen camino pastoral para lograr acercarnos de nuevo a la juventud?
Una juventud que no quiere amos y dueños sino amigos.
Una juventud que no quiere imposiciones, sino relaciones de amistad.
“Esto os mando: que os améis unos a otros”.
Pensamiento: La amistad es el camino que abre la puerta del corazón y de la mente.
juanjauregui.es