Evangelio y Comentario de hoy 11 de Mayo 2015

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (15,26–16,4a):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Defensor, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo. Os he hablado de esto, para que no tambaleéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho.»

Palabra del Señor


Querido amigo/a:
Comenzamos una nueva semana y seguimos en tiempo de Pascua, un periodo más largo que el de Cuaresma pues necesitamos rumiar, tomar conciencia e interiorizar el acontecimiento central de nuestra fe: la Resurrección. Me da la impresión de que la Pascua no la vivimos con la misma intensidad que la Cuaresma, porque quizá nos resulta más fácil sintonizar con el sufrimiento y el dolor y no tanto con el gozo y la alegría. Y a esto precisamente estamos invitados a vivir en este tiempo: la resurrección de Jesucristo es también la nuestra, su gozo y su alegría es su regalo para nosotros.
Los discípulos necesitaron su tiempo de escuela con Jesús para asimilar este misterio que al final transformó radicalmente sus vidas y, cuando lo hicieron, el Maestro ascendió a los cielos, acontecimiento que celebraremos el próximo domingo. Durante esta semana el Evangelio de Juan se hace eco de este anuncio de Jesús: Él se va, pero no nos deja huérfanos; el Defensor, el Espíritu Santo estará siempre con nosotros.
Precisamente este Espíritu es el que impulsa a Timoteo, Pablo y Silas en la primera lectura de hoy a embarcarse rumbo a la provincia romana de Macedonia para anunciar a Jesús resucitado en Filipos, primera ciudad europea que visitan, conquistada por el padre de Alejandro Magno (Filipos) en el año 355 a. C. Allí nadie nunca ha oído hablar de Jesús, pero la fuerza, el coraje y la audacia del Espíritu Santo, lleva a estos misioneros a anunciar a Cristo en la orilla de un río donde Lidia, primera creyente de Europa, acogió el mensaje de salvación con el “corazón abierto”.
Jesús nos promete hoy su Espíritu, el Espíritu de la verdad. Nos estamos solos. Jesús nos dice hoy “desde el principio estáis conmigo”. Este espíritu Defensor, nos cuida, nos protege, nos ayuda a dar testimonio, a no tener miedo, a ser valientes como Timoteo y Pablo, a tener el corazón abierto como Lidia. Hay una condición: hay que estar receptivos y atentos para dejar al Espíritu posarse sobre nosotros, y para ello necesita su espacio en nuestro interior. Pídele hoy al Señor que te ayude a vaciarte de todo aquello que estorba en el trastero de tu corazón para que su Espíritu pueda acampar a sus anchas. ¡Ven Espíritu Divino!
Vuestro hermano en la fe:  Juan Lozano, cmf.


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El Espíritu Santo en tiempos difíciles

Lunes de la Sexta Semana de Pascua
“Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho”. (Jn 15,26-16,4)
Jesús no es de los que pone cortina ni sordina a las exigencias del Evangelio.
No quiere seguidores engañados.
No quiere seguidores con falsos sueños.
Quiere seguidores realistas, conscientes de su misión y también de las consecuencias.
Quiere testigos
Jesús no invita ni nos llama para que simplemente seamos buenos.
Jesús nos encomendó una misión nada fácil: “ser testigos de Él”.
Y un testimonio bien exigente.
El primer testigo de Jesús es sin duda el mismo “Defensor”, “el Espíritu de la verdad”: “él dará testimonio de mí”.
Y nosotros testigos como él: “y también vosotros daréis testimonio”.
El Espíritu de la verdad es testigo de Jesús primero en nosotros mismos.
Es que nadie puede ser testigo de Jesús, si antes él mismo no ha sentido ese testimonio en su corazón.

El Espíritu es testigo en situaciones difíciles.
Jesús es claro, anticipándonos la verdad de los testigos.
Nos excomulgarán de la religión.
Corremos el peligro de que nos condenen a muerte.
Ya veis que esto no es para gente con miedo en el alma.
No es para cobardes que solo ven peligros.
No es para miedosos que prefieren las seguridades de una piedad sentimental.

Ser testigos de Jesús:
Implica estar dispuestos a todo.
Implica no medir las consecuencias.
Implica no andar con rebajas.

Pero esto no se puede lograr encerrados sobre nosotros mismos.
Necesitamos la presencia del Espíritu de la verdad en nosotros.
Porque no es fácil enfrentarse con la misma muerte.
Porque no es fácil aceptar que la misma religión nos excluya.
Porque no es fácil aceptar que quienes nos condenan y excluyen lo hagan en nombre de Dios, creyendo incluso que con ello “dan culto a Dios”, y hasta es posible que así se lo crean.
Porque no es fácil aceptar una religión que “excluye”, “excomulga”, “separa”.
Porque no es fácil aceptar que quienes nos “excluyen”, actúen en nombre de Dios.

No olvidemos que esa fue la misma suerte de Jesús:
Lo crucificaron los romanos, es cierto.
Pero antes lo juzgaron, lo condenaron y lo excluyeron los jefes religiosos.
Los romanos lo crucifican a petición de la religión y de los hombres que se dicen actuar en nombre de Dios.
No resulta nada fácil aceptar que Dios nos condene.
Tampoco resulta fácil aceptar que Dios nos excluye.
Ni que nuestra marginación se convierta nada menos que en culto a Dios.

Y sin embargo, la realidad es esa.
Porque con la religión justificamos las guerras que incluso llamamos “cruzadas” o “santas”
Porque con la religión hemos justificado muchas muertes, por más que queramos poner vaselina al pasado.
Porque con la fidelidad a la religión hemos marginado a muchos que hoy están excluidos, suspendidos, considerados como peligrosos, y que tienen que vivir bajo la lupa de la sospecha, siempre vigilados en lo que dicen, en lo que enseñan o en lo que escriben.

Sólo la fuerza del Espíritu es capaz de darnos fortaleza para seguir testimoniando nuestra fe en situaciones nada fáciles.
Por eso mismo, Jesús les aclara el panorama:
Eso se va a dar.
No os hagáis falsas ilusiones y esperanzas.
Por eso es preciso acordarnos “de lo que él, ya nos lo había dicho”.
Así que nada nos toman por sorpresa.
Uno escribió la novela “El amor en tiempos del cólera”.
Yo prefiero escribir con mi vida esa otra novela “El Espíritu Santo en tiempos difíciles”.

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