Evangelio y Comentario de hoy Jueves 26 de febrero 2015


Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,7-12):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden! En resumen: Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas.»

Palabra del Señor

MENDIGOS ANTE DIOS  

De día y de noche. Sin cansarse nunca.

Siempre hay que orar, y hasta tal punto que la oración se convierte en un estado, y no sólo en una práctica ocasional.
Orar es un modo de ser delante de Dios y de los hombres. 

Parecía joven, vestida de arriba abajo con un pañolón oscuro, que ceñía y delineaba su cabeza. Al caerle en punta por detrás, continuaba la curva de la espalda, apoyada contra la pared. Estaba sentada cerca de una tienda de productos cosméticos, en la Puerta del Sol de Madrid. Era una ausencia calculada, mientras la gente iba y venía, sin saber apreciar la belleza de aquella postura. Sumergida, en cuclillas; su cabeza, levemente inclinada, casi tocaba sus rodillas.
En la mano derecha delgada y alargada, quemada por los mil soles invisibles, compañeros de la raza gitana, sostenía un vaso de plástico, verde claro. Lo sostenía desde el fondo, con levedad y gracia. La mano y el vaso apoyados, dejados, sobre una de las rodillas levantadas. Pedía limosna. El gesto bien diseñado suplía las palabras. Era una metáfora del pobre que pide; mejor, de la pobreza que se muestra, sin la desmesura desgarrada del exhibicionismo, y con la sencillez del gesto silencioso. El vaso verde, prominente y sostenido con levedad, componía una situación y una actitud salida de las raíces del alma, mansamente, sin ira. Era una intimidad a la intemperie. La miré por última vez, antes de parecer indiscreto. Me pareció la lámpara vieja de una casa señorial, donde una joven de bronce oscuro, sostiene en la cuenca de la mano, una lámpara encendida. Aquí era un vaso, pero ¿no era lo mismo? ¡Bella imagen del orante!: ‘ante Dios, con un vaso vacío…’ ¡Mejor!, ‘ante Dios, como un vaso vacío’, ¡que así han descrito los santos al orante! Me acordé de aquellas palabras de la Sabiduría bíblica que, canta la bienaventuranza de quien sabe estar pacientemente esperando; y me salieron unos versos:Sentado a la puerta de la Sabiduría, paciente hay un pobre, que no sabe nada que espera en silencio, que alguien, un día, la puerta le abra.


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¿Le das a tu hijo todo lo que te pide?

Jueves de la Primera Semana de Cuaresma “Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra? Y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden? Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los Profetas”. (Mt 7,7-12)
Muchos dejan de orar, porque tienen la impresión de que Dios no les escucha.
Y por tanto tienen la impresión de que ellos no cuentan en el reparto, porque a ellos no les toca nada.

¿Le das a tu hijo todo lo que te pide?
Estoy seguro que tu hijo, con frecuencia te pide lo que no le conviene, aunque él esté seguro que sí le interesa.
Es posible que te pida una cosa y tú le des otra.
Antes de darle algo, lo piensas bien, porque tu amor no es ciego.
Conozco a padres que pueden equivocarse, eso lo entiendo.
Pero no conozco a padres tan malvados que si le “pide un pan le dé una piedra”.
¿Tú se la darías?

Somos malos, como dice Jesús, y a pesar de todo sabemos dar cosas buenas.
Somos malos, como Él dice, pero no somos tan canallas, que demos algo malo a quienes amamos.

¿Y qué decir de Dios?
Que Dios sabe mejor que nosotros lo que necesitamos.
Que Dios sabe mejor que nosotros lo que nos conviene.
Que Dios siempre nos da cosas buenas.
Que Dios no sabe dar cosas malas.
Por eso no entiendo a quienes dicen que Dios nos envía el cáncer, el sida o un infarto.
¿Tú crees que sí? Creo que mejor se lo preguntes a tu médico.
Eres de los que todavía crees que cuando tu hijo, que venía a una velocidad excesiva y se estrelló con el coche y falleció, ¿fue Dios que lo quiso o permitió?
No me dirás que fue Dios el que pisó más de lo necesario el acelerador.

Y con tu permiso voy a hacer una lectura de algo que dice aquí Jesús: “Tratad a los demás como queréis que ellos os traten”.
Claro que esto siempre lo aplicamos a los demás.
Pero ¿por qué no lo aplicamos a nuestras relaciones con Dios?
Trata a Dios como quieres que él te trate.
Ama a Dios como quieres que él te ame.
Cuida de las cosas de Dios como quieres que él cuide de las tuyas.
Escucha a Dios como quieres que él te escuche.
Sé amigo de Dios como quieres que él sea tu amigo.

O si prefieres hagámoslo de otra manera:
Trata a Dios como él te trata.
Escucha a Dios como él te escucha.
Responde a Dios como él te responde.

Vives preocupado de que lo que recibes de Dios.
¿Y te preocupa lo que Dios recibe de ti?
Vives preocupado de lo que Dios hace por ti.
¿Y vives preocupado de lo que tú haces por él´.

Pensamiento: Te preocupas más de lo que Dios hace por ti, que lo que tú haces por él. En cuestión de dar siempre estaremos en deuda con él.
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