Evangelio y Comentario de hoy martes 07 de Octubre 2014

Día litúrgico: Martes XXVII del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Lc 10,38-42): En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada».
Comentario: Rev. D. Josep RIBOT i Margarit (Tarragona, España)

Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola

Hoy, como cada día, puedes aprender del Evangelio. Jesús, invitado en el hogar de Betania, nos da una lección de humanidad: Él, que quería a la gente, se deja querer, porque las dos cosas son importantes. Rechazar las muestras de afecto, de Dios y de los demás, sería un grave error, de consecuencias nefastas para la santidad.

¿Marta o María? Pero..., ¿por qué enfrentar a quienes tanto se querían, y querían tanto a Dios? Jesús amaba a Marta y María, y a su hermano Lázaro, y nos ama a cada uno de nosotros.

En el camino de la santidad no hay dos almas iguales. Todos procuramos amar a Dios, pero con estilo y personalidad propios, sin imitar a nadie. Nuestro modelo está en Cristo y la Virgen. ¿Te molesta la manera de tratar a Dios de otros? Intenta aprender de su piedad personal.

«Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude» (Lc 10,40). Servir a los demás, por amor a Dios, es un honor, no una carga. ¿Servimos con alegría, como la Virgen a su prima santa Isabel o en las bodas de Caná, o como Jesús, en el lavatorio de los pies en la Última Cena?

«Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola» (Lc 10,41-42). No perdamos la paz, ni el buen humor. Y para eso, cuidemos la presencia de Dios. «Sabedlo bien: hay un algo santo, divino, escondido en las situaciones más comunes, que toca a cada uno de vosotros descubrir (…); o sabemos encontrar en nuestra vida ordinaria al Señor, o no lo encontraremos nunca» (San Josemaría).

«María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada» (Lc 10,42). Dios nos quiere felices. Que nuestra Madre del Cielo nos ayude a experimentar la alegría de la entrega.
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Ser discípulo es escuchar al Maestro


Martes de la semana 27 del tiempo ordinario
“Entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio”. (Lc 10, 38-42)
Como veis, una escena muy familiar y hasta diría muy tierna.
Primero una mujer que abre las puertas de su casa a Jesús.
Luego, una hermana que se desvive por prepararle una buena comida.
Pero finalmente, otra hermana, que tranquila, se sienta a escuchar a Jesús.
Las dos, símbolos de los dos elementos fundamentales del Evangelio:
La escucha del discípulo.
El servicio del discípulo.

Me encanta la diligencia de Marta preparando una sabrosa comida.
Pero me encanta más, por lo significativo, la actitud de María a los pies de Jesús.

María:
es el símbolo del discípulo,
es el símbolo de la escucha de la Palabra,
es el símbolo de quien abre el corazón a la Palabra de Dios,
es el símbolo del corazón ansioso de conocer los misterios del Reino,
es el símbolo del corazón deseoso de compartir los sentimientos con el corazón de Dios.

El programa del reino:
Todo comienza por la Palabra de Dios.
Todo comienza por hacerse Palabra Dios.
Todo comienza por un Dios que habla.
Todo comienza por un Dios que quiere comunicarse con los hombres.
Nuestro Dios, el Dios de la fe, es el Dios Palabra, comunicación.
“En el principio era la Palabra y por la Palabra se hizo todo lo que se ha hecho”.

Por tanto:
La primera actitud del hombre es “escuchar”.
“El que tenga oídos para oír que oiga”.
La primera actitud del hombre es “abrirse a la Palabra de Dios”.
La primera actitud del hombre es “sentarse, aunque sea en el suelo y escuchar”.
Esa es la actitud de todo discípulo que quiere aprender.
Dios no es de los que tiene una “escuela a distancia” tan típicas hoy.
Dios es de los que quiere hacerse escuchar personalmente.

Por eso, ser discípulo:
Es escuchar al maestro.
Es aprender del maestro.
Y esa es la actitud del discípulo de Jesús.
Escucharle y aprender de él.

Pasarse la mañana sentada a los pies de Jesús:
No es una muestra de pereza.
No es una manera de desentenderse de los quehaceres.
Es tomar conciencia delante de quien está.
Es tomar conciencia de que la palabra de Jesús es palabra de vida.
Es tomar conciencia de que la actitud del discípulo es primero escuchar.
Es tomar conciencia de que es Dios el que tiene que hablar primero.

“En el principio era la palabra”.
“La palabra era vida”.
“La palabra era luz”
Dios obra mediante la palabra: “Y dijo Dios hágase…”
“Por la Palabra se hizo todo lo que se ha hecho”.

Y la obediencia a Dios es obediencia a su palabra.
“Hágase en mí, según tu palabra”.

Tenemos muchas cosas que hacer por Dios.
Pero antes tenemos que escuchar a Dios.
Tenemos muchas cosas que decir de Dios.
Pero antes tenemos que escuchar a Dios.
Y esto es lo que nos suele faltar a nosotros.
Hablamos mucho y escuchamos poco a Dios.

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