Día litúrgico: Día litúrgico: Viernes II deAdviento
Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,16-19):
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «¿A quién se parece esta generación? Se parece a los niños sentados en la plaza, que gritan a otros: "Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado." Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Tiene un demonio." Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores." Pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «¿A quién se parece esta generación? Se parece a los niños sentados en la plaza, que gritan a otros: "Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado." Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Tiene un demonio." Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores." Pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios.»
Palabra del Señor
Comentario
Querido amigo/a:
Si hubieras atendido a mis mandatos…, dice hoy el Señor por boca del profeta Isaías en el capítulo 48. El pueblo -nosotros- con frecuencia caemos en la idolatría, en adorar otros dioses que no nos proporcionan felicidad, pero que nos seducen con sus “luces de colores”, como las que adornan los escaparates de las tiendas desde el inicio del “adviento” comercial. Cada uno tenemos nuestros dioses a los que somos fieles, a los que rendimos culto: el prestigio, la buena imagen, la última palabra de autoridad en casa o en el trabajo, el dinero, etc. Son nuestros becerros de oro de los que nos tenemos que liberar para dejar a Dios ser Dios, es decir, ocupar el primer puesto en nuestro corazón desde la libertad de nuestro amor, porque yo quiero Señor que tú seas mi Dios. El tiempo de Adviento es un buen momento para este ejercicio de limpieza.
En la primera lectura el Señor mantiene su promesa de liberación a pesar de la infidelidad del pueblo -nuestra infidelidad- recordándonos que -yo, el Señor, tu Dios, te enseño para tu bien, te guío por el camino que sigues.- Es un buen día hoy para orar con esta petición, ¿Señor que falsos dioses me apartan de ti? Dame luz para ponerles nombre y apartarlos de mi, de modo que tú puedas nacer en mi con más luz en esta Navidad.
La joven Santa Lucía, lo tenía claro. Prefirió el martirio antes que ser infiel al Señor; hay que tener mucho amor para mantenerse firme hasta el final. Lo peor que nos puede pasar es mantenernos impasibles; es la actitud que desaprueba Jesús en el evangelio de hoy: …hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado. Es como si nos dijera:¡no habéis reaccionado, no habéis hecho nada, estáis dormidos! Despertemos. Escuchemos la Palabra a través de la cual Dios nos habla; es Su Palabra. Atendamos sus mandatos, porque si lo hacemos -reza hoy Isaías-, sería tu paz como un río, tu justicia como las olas del mar… Nos lo recuerda también la antífona del salmo de hoy: El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida.
Oración Colecta
Señor Dios nuestro:Con demasiada frecuencia nos
hacemos sordos a tu voz y a la presencia de tu Hijo
en medio de nosotros, su pueblo.Inspíranos por tus
profetas y tu Espíritu para comprender que
justamente ahora es el momento de cambiar y de
comprometernos al estilo de vida y a la justicia exigidas
por el reino. Ayúdanos a hacer ver y comprender a la gente
que tu Hijo vive en medio de nosotros y que él es nuestro
Dios y Señor por los siglos de los siglos.
Hermanos: Niños volubles que no prestan atención a lo que es bueno para ellos: eso es lo que nosotros no deberíamos ser nunca. Que el Señor nos disponga a obrar siempre lo que es recto y bueno, aun cuando nos resulte molesto.
Feliz y bendecido Viernes para todos !!!
https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica
“Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis a un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores”. (Mt 11, 16-19)
Por fin me encuentro con un Jesús normal. Un Jesús que “come y bebe”.
Porque uno se encuentran con ciertas “espiritualidades anoréxicas”, en las que, para ser bueno, y no digamos ya santo, es preciso “pasar hambre” y “ser abstemio”.
Me gusta la espiritualidad de Jesús que come y bebe.
No me gusta esa espiritualidad de los que “no comen, ni beben”.
No me gusta esa espiritualidad en la que para ser bueno hay que ser enemigo de la comida y del estómago.
Tampoco me gusta esa espiritualidad en la que para ser bueno hay que dejar de beber un vaso de vino o tomarse una copita.
Y no me gusta por la sencilla razón de que, es una espiritualidad donde todo lo humano es malo, y donde está prohibido satisfacer el estómago o darse un pequeño placer de un buen Whisky. Estoy en total acuerdo con el que dijo que “para muchos cristianos todo lo que nos gusta o es pecado o engorda”.
Cuentan que dos monjes fueron invitados por una familia amiga del monasterio a un almuerzo familiar. Como sucede en estos casos, la familia se esmeró y puso una buena comida y tampoco faltó el buen vino. Uno de los monjes comió de todo y bebió su buen vinito. Mientras que el otro se mantuvo austero y apenas comió nada y por supuesto no estrenó el vaso.
De regreso al monasterio, y después de la hora de meditación, el monje austero reprendió al otro de su falta de espíritu de penitencia y del sentido de la austeridad. El otro monje muy tranquilo le respondió: “Padre, estoy seguro de que usted se pasó la hora de meditación pensando en lo que comí y bebí y se olvidó de Dios. Pues, en cuanto a mí, me sentí muy bien comiendo y bebiendo, compartiendo con la familia, e hice una hora de contemplación muy hermosa, pensando lo bueno que es Dios que nos regaló cosas tan sabrosas y maravillosas”.
Uno de los grandes peligros de los “buenos” es escandalizarse de lo que hacen los “malos” y así tener motivo para sentirse ellos mejores que el resto. A Jesús le interesó un comino que le llamasen “comilón y borracho”.
Y lo más maravilloso es, que todo eso, lo hacía comiendo y bebiendo con “publicanos y pecadores”.
Los buenos cuidan mucho su imagen.
Por eso se abstienen de mezclarse con los malos.
Se abstienen de sentarse a la mesa con publicanos, pecadores, prostitutas, porque eso puede manchar su fama y reputación. Por algo dice el refrán “dime con quién andas y te diré quién eres”.
Pues Jesús andaba con los malos y por eso lo malo, por más que su santidad estaba por encima de ese guardar las apariencias.
Siempre he sentido un especial cariño por los pecadores.
¡Y cuánto me hubiese gustado que mi reputación se redujese unos kilates por comer y compartir con ellos!
Yo creo que Jesús estaba aburrido con los “buenos” de su tiempo, por lo aburridos que eran con sus legalismos.
Yo creo que Jesús estaba harto de los que dicen “no” a todo lo que significa acercarse a los malos, compartir con los malos, hacerse amigo de los malos.
Y ahora que estamos ya cerca de la Navidad, se me viene a la mente:
¿Y cómo se le ocurrió a Dios acercarse a una humanidad pecadora?
¿Y cómo se le ocurrió a Dios asumir nuestra condición de pecadores?
¿Y cómo se le ocurrió a Dios permitir que su propio Hijo naciese en un cobertizo de pastores?
¿Y cómo se le ocurrió a Jesús hacer su primer milagro o señal convirtiendo nada menos que seis tinajas de agua en estupendo vino en una fiesta de boda?
¿Y hasta me preguntó por qué celebró la Ultima Cena con vino y hasta se permitió mandarnos que con “pan y vino” celebrásemos su Eucaristía, convirtiéndolos en su Cuerpo y en su Sangre?
Y lo que, acaso me preocupa es, si en esta Nochebuena, en cuántas familias, incluida la mía, habrá invitados “publicanos y gente de mal vivir”.
¡Comer, sí comeremos y beber, también! Pero ¿con publicanos y pecadores?
Señor:
Te llamaron comilón.
Pero tú sigues dándonos el pan y la carne y el pescado
y otras cosas más para que podamos comer.
Te llamaron borracho.
Pero tú sigues regalándonos los viñedos y el vino.
Te dijeron que era amigo de mala gente. ¡Qué alegría!
Así sé que eres mi amigo.
Así sé que eres amigos de muchos de mis amigos.
Así sé que Tú no me excluyes de tu corazón a pesar de todo.
Así sé que los malos tienen cabida en tu corazón.
Que los publicanos y pecadores te demos cabida en el nuestro.
Que aunque no esté siempre muy limpio,
Tú no tengas reparo en hospedarte en él
juanjauregui
Si hubieras atendido a mis mandatos…, dice hoy el Señor por boca del profeta Isaías en el capítulo 48. El pueblo -nosotros- con frecuencia caemos en la idolatría, en adorar otros dioses que no nos proporcionan felicidad, pero que nos seducen con sus “luces de colores”, como las que adornan los escaparates de las tiendas desde el inicio del “adviento” comercial. Cada uno tenemos nuestros dioses a los que somos fieles, a los que rendimos culto: el prestigio, la buena imagen, la última palabra de autoridad en casa o en el trabajo, el dinero, etc. Son nuestros becerros de oro de los que nos tenemos que liberar para dejar a Dios ser Dios, es decir, ocupar el primer puesto en nuestro corazón desde la libertad de nuestro amor, porque yo quiero Señor que tú seas mi Dios. El tiempo de Adviento es un buen momento para este ejercicio de limpieza.
En la primera lectura el Señor mantiene su promesa de liberación a pesar de la infidelidad del pueblo -nuestra infidelidad- recordándonos que -yo, el Señor, tu Dios, te enseño para tu bien, te guío por el camino que sigues.- Es un buen día hoy para orar con esta petición, ¿Señor que falsos dioses me apartan de ti? Dame luz para ponerles nombre y apartarlos de mi, de modo que tú puedas nacer en mi con más luz en esta Navidad.
La joven Santa Lucía, lo tenía claro. Prefirió el martirio antes que ser infiel al Señor; hay que tener mucho amor para mantenerse firme hasta el final. Lo peor que nos puede pasar es mantenernos impasibles; es la actitud que desaprueba Jesús en el evangelio de hoy: …hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado. Es como si nos dijera:¡no habéis reaccionado, no habéis hecho nada, estáis dormidos! Despertemos. Escuchemos la Palabra a través de la cual Dios nos habla; es Su Palabra. Atendamos sus mandatos, porque si lo hacemos -reza hoy Isaías-, sería tu paz como un río, tu justicia como las olas del mar… Nos lo recuerda también la antífona del salmo de hoy: El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida.
Oración Colecta
Señor Dios nuestro:Con demasiada frecuencia nos
hacemos sordos a tu voz y a la presencia de tu Hijo
en medio de nosotros, su pueblo.Inspíranos por tus
profetas y tu Espíritu para comprender que
justamente ahora es el momento de cambiar y de
comprometernos al estilo de vida y a la justicia exigidas
por el reino. Ayúdanos a hacer ver y comprender a la gente
que tu Hijo vive en medio de nosotros y que él es nuestro
Dios y Señor por los siglos de los siglos.
Hermanos: Niños volubles que no prestan atención a lo que es bueno para ellos: eso es lo que nosotros no deberíamos ser nunca. Que el Señor nos disponga a obrar siempre lo que es recto y bueno, aun cuando nos resulte molesto.
Feliz y bendecido Viernes para todos !!!
https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica
Dime con quién andas y te diré quién eres
Viernes de la segunda semana de Adviento“Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis a un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores”. (Mt 11, 16-19)
Por fin me encuentro con un Jesús normal. Un Jesús que “come y bebe”.
Porque uno se encuentran con ciertas “espiritualidades anoréxicas”, en las que, para ser bueno, y no digamos ya santo, es preciso “pasar hambre” y “ser abstemio”.
Me gusta la espiritualidad de Jesús que come y bebe.
No me gusta esa espiritualidad de los que “no comen, ni beben”.
No me gusta esa espiritualidad en la que para ser bueno hay que ser enemigo de la comida y del estómago.
Tampoco me gusta esa espiritualidad en la que para ser bueno hay que dejar de beber un vaso de vino o tomarse una copita.
Y no me gusta por la sencilla razón de que, es una espiritualidad donde todo lo humano es malo, y donde está prohibido satisfacer el estómago o darse un pequeño placer de un buen Whisky. Estoy en total acuerdo con el que dijo que “para muchos cristianos todo lo que nos gusta o es pecado o engorda”.
Cuentan que dos monjes fueron invitados por una familia amiga del monasterio a un almuerzo familiar. Como sucede en estos casos, la familia se esmeró y puso una buena comida y tampoco faltó el buen vino. Uno de los monjes comió de todo y bebió su buen vinito. Mientras que el otro se mantuvo austero y apenas comió nada y por supuesto no estrenó el vaso.
De regreso al monasterio, y después de la hora de meditación, el monje austero reprendió al otro de su falta de espíritu de penitencia y del sentido de la austeridad. El otro monje muy tranquilo le respondió: “Padre, estoy seguro de que usted se pasó la hora de meditación pensando en lo que comí y bebí y se olvidó de Dios. Pues, en cuanto a mí, me sentí muy bien comiendo y bebiendo, compartiendo con la familia, e hice una hora de contemplación muy hermosa, pensando lo bueno que es Dios que nos regaló cosas tan sabrosas y maravillosas”.
Uno de los grandes peligros de los “buenos” es escandalizarse de lo que hacen los “malos” y así tener motivo para sentirse ellos mejores que el resto. A Jesús le interesó un comino que le llamasen “comilón y borracho”.
Y lo más maravilloso es, que todo eso, lo hacía comiendo y bebiendo con “publicanos y pecadores”.
Los buenos cuidan mucho su imagen.
Por eso se abstienen de mezclarse con los malos.
Se abstienen de sentarse a la mesa con publicanos, pecadores, prostitutas, porque eso puede manchar su fama y reputación. Por algo dice el refrán “dime con quién andas y te diré quién eres”.
Pues Jesús andaba con los malos y por eso lo malo, por más que su santidad estaba por encima de ese guardar las apariencias.
Siempre he sentido un especial cariño por los pecadores.
¡Y cuánto me hubiese gustado que mi reputación se redujese unos kilates por comer y compartir con ellos!
Yo creo que Jesús estaba aburrido con los “buenos” de su tiempo, por lo aburridos que eran con sus legalismos.
Yo creo que Jesús estaba harto de los que dicen “no” a todo lo que significa acercarse a los malos, compartir con los malos, hacerse amigo de los malos.
Y ahora que estamos ya cerca de la Navidad, se me viene a la mente:
¿Y cómo se le ocurrió a Dios acercarse a una humanidad pecadora?
¿Y cómo se le ocurrió a Dios asumir nuestra condición de pecadores?
¿Y cómo se le ocurrió a Dios permitir que su propio Hijo naciese en un cobertizo de pastores?
¿Y cómo se le ocurrió a Jesús hacer su primer milagro o señal convirtiendo nada menos que seis tinajas de agua en estupendo vino en una fiesta de boda?
¿Y hasta me preguntó por qué celebró la Ultima Cena con vino y hasta se permitió mandarnos que con “pan y vino” celebrásemos su Eucaristía, convirtiéndolos en su Cuerpo y en su Sangre?
Y lo que, acaso me preocupa es, si en esta Nochebuena, en cuántas familias, incluida la mía, habrá invitados “publicanos y gente de mal vivir”.
¡Comer, sí comeremos y beber, también! Pero ¿con publicanos y pecadores?
Señor:
Te llamaron comilón.
Pero tú sigues dándonos el pan y la carne y el pescado
y otras cosas más para que podamos comer.
Te llamaron borracho.
Pero tú sigues regalándonos los viñedos y el vino.
Te dijeron que era amigo de mala gente. ¡Qué alegría!
Así sé que eres mi amigo.
Así sé que eres amigos de muchos de mis amigos.
Así sé que Tú no me excluyes de tu corazón a pesar de todo.
Así sé que los malos tienen cabida en tu corazón.
Que los publicanos y pecadores te demos cabida en el nuestro.
Que aunque no esté siempre muy limpio,
Tú no tengas reparo en hospedarte en él
juanjauregui