Día litúrgico: Sábado II de Adviento
Texto del Evangelio (Mt 17,10-13):
Bajando Jesús del monte con ellos, sus discípulos le preguntaron: «¿Por
qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero?». Respondió
Él: «Ciertamente, Elías ha de venir a restaurarlo todo. Os digo, sin
embargo: Elías vino ya, pero no le reconocieron sino que hicieron con él
cuanto quisieron. Así también el Hijo del hombre tendrá que padecer de
parte de ellos». Entonces los discípulos comprendieron que se refería a
Juan el Bautista.
Comentario
Elías vino ya, pero no le reconocieron, sino que hicieron con él cuanto quisieron
Hoy,
Jesús conversa con los discípulos cuando baja de la montaña, donde han
vivido la Transfiguración. El Señor no ha acogido la propuesta de Pedro
de quedarse, y baja respondiendo a las preguntas de los discípulos.
Éstos, que acaban de participar brevemente de la gloria de Dios, están
sorprendidos y no entienden que ya haya llegado el Mesías sin que antes
haya venido el profeta Elías a prepararlo todo.Resulta que la preparación ya ha sido realizada. «Os digo, sin embargo, Elías vino ya» (Mt 17,12): Juan Bautista ha preparado el camino. Pero los hombres del mundo no reconocen a los hombres de Dios, ni los profetas del mundo reconocen a los profetas de Dios, ni los prepotentes de la Tierra reconocen la divinidad de Jesucristo.
Es necesaria una mirada nueva y un corazón nuevo para reconocer los caminos de Dios y para responder con generosidad y alegría a la llamada exigente de sus enviados. No todos están dispuestos a entenderlo y, menos, a vivirlo. Es más, nuestras vidas y nuestros proyectos pueden estar oponiéndose a la voluntad del Señor. Una oposición que puede convertirse, incluso, en lucha y rechazo de nuestro Padre del Cielo.
Necesitamos descubrir el intenso amor que guía los designios de Dios hacia nosotros y, si somos consecuentes con la fe y la moral que Jesús nos revela, no han de extrañarnos los malos tratos, las difamaciones y las persecuciones. Ya que estar en el buen camino no nos evita las dificultades de la vida y Él, a pesar del sufrimiento, nos enseña a continuar.
A la Madre de Jesús, Reina de los Apóstoles, le pedimos que interceda para que a nadie le falten amigos que, como los profetas, le anuncien la Buena Nueva de la salvación que nos trae el nacimiento de Jesucristo. Tenemos la misión, tú y yo, de que esta Navidad sea vivida más cristianamente por las personas que encontraremos en nuestro camino.
Oración Colecta
Oremos para que nuestros hermanos puedan reconocer en nosotros
que nuestro Dios salvador está aquí entre todos.
(Pausa)
Señor, Dios de alegría y esperanza:
Tú quieres venir hoy y estar cerca de nosotros
por medio de tu Hijo Jesucristo.
Que se perciba de modo palpable y visible
que él, Jesús, vive entre nosotros
cuando nos sentimos cercanos unos a otros
y promovemos paz y justicia,
especialmente entre los más pobres
y entre todos los que sufren.
Ojalá nuestros hermanos reconozcan de este modo
que Jesús es quien ha de venir
y así le reciban con alegría.
Te lo pedimos por medio del mismo Jesucristo, nuestro Señor.
Hermanos: Dios nos ha mostrado en Jesús
su preocupación por los débiles y heridos.
Si Jesús vive entre nosotros,
quiere extender su mismo cuidado a través de nosotros.
Que el Señor siga viniendo a nuestro mundo a través de nuestro amor y compasión y para esta hermosa tarea, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo nos acompañe siempre.
Feliz Sabado para todos !!
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Actitudes de un
creyente en Adviento
Escuchar
Hablar es cosa fácil, no así el escuchar. Sin duda por eso nos dio el Señor dos orejas pero sólo una lengua. Es mucho más fácil el oír como quien oye llover. Oír campanas sin saber de dónde, también resulta sencillo. No así lo de escuchar ..
Ponerse a la escucha de alguien es, en primer lugar, rechazar todo lo que puede distraer nuestros oídos, nuestra mente, nuestro espíritu.
Escuchar es ... Comenzar por callar los tumultos interiores, apartar las fascinaciones del exterior, alejar las interferencias que dispersan la atención y distorsionan la palabra que el otro me dirige.
Escuchar es hacer un silencio lo suficientemente denso como para que yo grite desde él: «¡Ahora no hay nadie más que tú! ¡No hay para mí otro sonido que la música de tu palabra!»
Ponerse a la escucho de alguien es detenerse, quedarse en un lugar, parar el vértigo y la agitación, como diciendo: «¡Ahora tú eres mí centro. ¡Mi meta! ¡Mi carrera me lleva únicamente a ti!
Ponerse a la escucha de alguien ...
Es apartar la mirada de uno mismo y volverse hacia el otro. Llegar al cara a cara, como diciendo: «¡Aquí estoy! ¡No existe para mí ningún otro interés! ¡Estoy listo para percibir hasta el susurro de tu palabra!» Escuchar equivale a acoger. A abrir de par en par todas las puertas tras de las que uno se guarda. A derribar tanta alambrada y frontera tras de las que nos parapetamos.
Escuchar a alguien es descuidarme de mí y preferir al otro.
- Es preferir al que está ahí, ante mí; acogerlo con su saco atestado de ropa más o menos limpia; pero que es la suya. Es aceptar que entre en mí, es recibir al otro, con sus sueños y sus deseos; con sus gustos y disgustos; con sus filias y sus fobias.
- Es prever que va a desordenar los estantes tan cuidadosamente ordenados de mi existencia.
- Es cederle el sitio; ofrecerle las llaves de la casa, como diciéndole: «Tu presencia me lo va a poner todo patas arriba; pero corro el riesgo: ¡te escucho! ¡Las palabras que me digas serán para mí espíritu y vida».
Adviento es el tiempo de la escucha ...
Porque es el tiempo en el que, lentamente, vamos suprimiendo interferencias y ruidos que nos impidan asimilar. aunque sea lentamente, esa Palabra que va a venir a habitar entre nosotros.
Adviento es el tiempo en el que todos los que escuchan la Palabra aprenden a cambiar sus tinieblas en claridad.
El tiempo en el que, poniéndose a su escucho, se arriesgan a hacer un camino distinto, unos proyectos distintos, una vida diferente.
Adviento es el tiempo en que los hombres escuchan al Señor por el altavoz de cada prójimo.