María ¿podemos apagarte una vela?

Natividad de María

Querida María: ¿Podemos hoy apagarte una vela? Hablo en serio... No estoy bromeando contigo... He sonreído muchas veces por ciertos devotos tuyos que no dudan en incomodarte con velas encendidas...
Y pienso que, en medio de las velas que te encienden hoy aquí y en tantos lugares .... la manera más segura de llamar tu atención, es una vela apagada...
Querida Madre: necesitamos reencontrarnos a nosotros mismos, necesitamos reencontrar el camino de la fe, de la esperanza y del amor, necesitamos reencontrar la paciencia y la humildad y otras muchas cosas que tú tanto viviste...
El mundo de hoy parece que se ha convertido en el lugar de los valores perdidos...
Se ha erigido un nuevo dios: el dinero. Y ante él sucumben todos nuestros valores... Y se erigen negocios sucios, sin ningún tipo de escrúpulos: la corrupción, el narcotráfico, el comercio de armas y la pornografía... Y si estos negocios dan dinero, mucho dinero, es porque hay muchos consumidores de esos negocios...
¡Los negocios funcionan cuando hay clientes!
María, danos un poco de luz, para ver a qué tipo de sociedad hipócrita estamos llegando y estamos construyendo...
Una sociedad hipócrita es aquella que denuncia y censura determinadas conductas inmorales pero se queda en eso: en pura verborrea...
Una sociedad hipócrita es aquella que se escandaliza ante ciertas imágenes impactantes que le suministra la TV a la hora del café para olvidarse enseguida en la primera pausa publicitaria o en el siguiente telediario. Pero especialmente hipócrita es esta sociedad que se hace farisaicamente la sorprendida por las dimensiones que ha alcanzado la explotación sexual de los niños, cuando ella misma pone todos los medios para que tales abusos se den y vayan en aumento cada día. ¿Cómo no va haber corrupción de menores, es decir, abuso de menores, si los mayores permiten y alientan y difunden por todas partes, por todos los medios y a todas horas una corrupción moral generalizada? En un ambiente profundamente erotizado, en una sociedad marcadamente materialista, cuyo anhelo más íntimo, en millones de hombre y mujeres, es la posesión de cosas, la acumulación de bienes, el culto al cuerpo joven, la búsqueda de placer sin barreras éticas de ninguna clase, sin pararse en medios ni en modos, en una sociedad así (no toda ella es así naturalmente, pero parte de ella y no pequeña, sí) ¿cómo no van a prosperar los abusos y agresiones sexuales contra niños desde la más temprana edad?
Es una hipocresía enorme, una doblez odiosa, pedir que cesen y se persigan tales abusos y al mismo tiempo seguir emitiendo sin parar mensajes en los periódicos, revistas y sobre todo en la TV, que promocionan y estimulan el permisivismo sexual a todos los niveles. ¿Cuántos mensajes de relaciones íntimas pre y extramatrimoniales, cuántos adulterios y fornicaciones, reciben diariamente niños, jóvenes, adultos y viejos? De la cuna de la vida a la caja del cementerio, está siempre de por medio la cama: éste es el acompañamiento habitual que ofrecen como entretenimiento diario los mal llamados medios de comunicación social, que más bien habría que llamar de estímulo sexual.
Con todo este brebaje para el instinto, ¿cómo no va a haber abusos sexuales de niños? Sería un milagro que con tanta carga erótica flotando en el ambiente, no pasara nada.
Una sociedad hipócrita es aquella que se lamenta que pasen estas cosas, pero luego permite que se exhiban en los kioskos toda clase de pornografia. Cuando algún crimen horrendo sacude nuestra conciencia, enseguida se oyen voces de que ¡hay que proteger a la infancia! ¡tenemos que defender a los niños! ¿Cómo? Pues metiéndoles por los ojos desde que nacen lo que hacen los adultos en la cama o con las drogas o con las armas; poniendo a su alcance los desnudos más impúdicos o las escenas más violentas. ¿Así se protege a los niños? Hasta ahora, entre nosotros, no se ha visto otra cosa: muchas palabras bonitas, pero pocas o ninguna medida concreta. Los niños son agredidos continuamente por la inmoralidad de los mayores.
Los mismos periódicos que se muestran implacables en sus artículos cuando se da algún hecho de abusos o de explotación sexual de los niños... ese mismo día, unas páginas más adelante ofrecerán todo tipo de aberraciones sexuales para adultos... con multitud de direcciones de relax y otras orgías...
Es esta sociedad hipócrita la que sostiene y promociona todo esto: la de que en nombre de una libertad desbocada ha hecho tabla rasa de casi todos los valores morales, la que pretende equiparar la unión matrimonial con cualquier tipo de concubinato o cohabitación, la que nos da a entender de que en materia de sexo da lo mismo hoy con una y mañana con otra, del mismo género o del contrario. Una sociedad que con su modo de organizarse, de comportarse, de pensar y de vivir, ha difuminado los límites entre el bien y el mal, la verdad y la mentira, la sexualidad humana y las aberraciones más vergonzosas. Una sociedad que a veces se siente preocupada porque sale a la luz algo de lo que se está cociendo en su propio seno: la magnitud de los abusos y crímenes sexuales cometidos contra los niños...
Ayúdanos a buscar, María, un poco de luz, en medio de toda esta desorientación: ayúdanos a buscar un poco de fidelidad... de coherencia... de ganas de rezar... de sentido de pecado...
Danos un poco de cordura para enderezar la ruta que estamos tomando y hacer con nuestro testimonio y nuestra vida una siembra evangélica de los valores de Jesús, como lo hiciste tú.
juanjauregui.es