Día litúrgico: Lunes XXIII del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Lc 6,6-11):
Sucedió que entró Jesús otro sábado en la sinagoga y se puso a enseñar.
Había allí un hombre que tenía la mano derecha seca. Estaban al acecho
los escribas y fariseos por si curaba en sábado, para encontrar de qué
acusarle. Pero Él, conociendo sus pensamientos, dijo al hombre que tenía
la mano seca: «Levántate y ponte ahí en medio». Él, levantándose, se
puso allí. Entonces Jesús les dijo: «Yo os pregunto si en sábado es
lícito hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de
destruirla». Y mirando a todos ellos, le dijo: «Extiende tu mano». Él lo
hizo, y quedó restablecida su mano. Ellos se ofuscaron, y deliberaban
entre sí qué harían a Jesús.
Comentario
Cultivar siempre la bondad
¿Está permitido hacer el bien? ¿Hay que curar o dejar morir? Y todo, porque era sábado. Lo que en el sueño de Dios era día de liberación, de descanso, de evocación de la historia de un pueblo bendecido por Dios, todo se ha convertido, por la dureza de los hombres, en carga pesada y opresora; tan opresora que pone mil barreras hasta para hacer el bien a la gente.
Nos metemos en la sinagoga. Es sábado y participa un hombre sufriente, tiene el brazo derecho paralítico. En seguida saltan las posturas; los fariseos están al acecho, quieren acusar a Jesús y, al final, se pondrán furiosos. Es la actitud cerrada farisaica que pone de excusa a Dios y su culto para negarse a socorrer al prójimo doliente. Con Jesús, como siempre, las cosas cambian. Contempla al paralítico, sus ojos se llenan de dolor y su corazón de compasión y misericordia. No podía ser de otra manera, es el “siervo, varón de dolores” que carga con nuestros males y pecados.
Está claro. No podemos divorciar el bien de los hombres y el bien de Dios. Si es la misma cosa: “Tuve hambre y me disteis de comer”, y está hablando de socorrer al prójimo. Ante el dolor, la única respuesta, humana y cristiana, es sanar. Una religión que no cura, ¿qué pinta? Para Jesús, lo primero el hombre, imagen de Dios, hijo de Dios. Otros, lejos del Evangelio, se aferran a la ley: “Está escrito, cúmplase”. Parece que hay gente con el corazón seco. Cuántas batallitas rompen la armonía y la paz de Dios, por mil minucias. ¿Hará falta ejemplificar? (Consultemos algunos comentarios en Internet, dentro de páginas religiosas). Acabemos con mirada positiva. Nuestro sábado, nuestro día santo es el domingo: que es Pascua, Resurrección, fiesta, Eucaristía, comunión, banquete, sacrificio de Cristo presente, gratuidad. Todo.
¿Está permitido hacer el bien? ¿Hay que curar o dejar morir? Y todo, porque era sábado. Lo que en el sueño de Dios era día de liberación, de descanso, de evocación de la historia de un pueblo bendecido por Dios, todo se ha convertido, por la dureza de los hombres, en carga pesada y opresora; tan opresora que pone mil barreras hasta para hacer el bien a la gente.
Nos metemos en la sinagoga. Es sábado y participa un hombre sufriente, tiene el brazo derecho paralítico. En seguida saltan las posturas; los fariseos están al acecho, quieren acusar a Jesús y, al final, se pondrán furiosos. Es la actitud cerrada farisaica que pone de excusa a Dios y su culto para negarse a socorrer al prójimo doliente. Con Jesús, como siempre, las cosas cambian. Contempla al paralítico, sus ojos se llenan de dolor y su corazón de compasión y misericordia. No podía ser de otra manera, es el “siervo, varón de dolores” que carga con nuestros males y pecados.
Está claro. No podemos divorciar el bien de los hombres y el bien de Dios. Si es la misma cosa: “Tuve hambre y me disteis de comer”, y está hablando de socorrer al prójimo. Ante el dolor, la única respuesta, humana y cristiana, es sanar. Una religión que no cura, ¿qué pinta? Para Jesús, lo primero el hombre, imagen de Dios, hijo de Dios. Otros, lejos del Evangelio, se aferran a la ley: “Está escrito, cúmplase”. Parece que hay gente con el corazón seco. Cuántas batallitas rompen la armonía y la paz de Dios, por mil minucias. ¿Hará falta ejemplificar? (Consultemos algunos comentarios en Internet, dentro de páginas religiosas). Acabemos con mirada positiva. Nuestro sábado, nuestro día santo es el domingo: que es Pascua, Resurrección, fiesta, Eucaristía, comunión, banquete, sacrificio de Cristo presente, gratuidad. Todo.
Oración
Señor Dios nuestro:
Tenemos miedo de volvernos rígidos e inflexibles
en nuestras prácticas y actitudes,
aun con las mejores intenciones.
En virtud de la palabra de tu Hijo
que acabamos de escuchar
y del pan de vida que él nos ha dado,
guárdanos siempre jóvenes y flexibles de corazón,
y atentos a tu presencia y a tu llamado
a través de la gente que nos rodea.
Que nunca seamos un obstáculo
para cualquier bin realizado en el nombre
de Jesús, nuestro Señor.
Hermanos: Es legítimo hacer el bien en domingo, Día del Señor. Es incluso recomendable, porque eso hace más grande y maravilloso ese día.
Que Dios todopoderoso les bendiga por el bien que ustedes hacen: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; y que esta bendición permanezca para siempre.