Día litúrgico: Martes XXIII del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Lc 6,12-19):
En aquellos días, Jesús se fue al monte a orar, y se pasó la noche en
la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y
eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a
quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y
Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado
Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un
traidor.
Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
Comentario
Para vivir con Él
Qué bien se organiza la vida Jesús. Y sin recurrir a muchos proyectos, papeles, documentos o reuniones. Lo tiene claro y elemental: ora, vive con su comunidad de discípulos y sale a la calle a evangelizar, predicando el Evangelio y haciendo bien a la gente. Así de sencillo, así de fecundo.
Gráficamente, podemos distinguir dos planos, el monte y el valle. El monte es, ante todo, el lugar de la oración, de dirigirse al Padre, de momentos de amistad y de encuentro. Y sin prisas, “paso la noche entera”. En este clima, cuando llega la luz del día, elige a los suyos, a los doce. Gente sencilla, pobre, con escasos recursos personales, tocados de cierto nacionalismo excluyente. Hasta figura el traidor, el Iscariote, que le entregará al enemigo. Luego, poco a poco, los irá cambiando; su presencia, constante y activa, los trasformará. Desde luego, derribando fronteras y murallas para abrirlos a un destino universal. “Con ellos”, con estos apóstoles, bajará al valle. Aquí se escenifica la secuencia: Está Cristo, el Maestro; los apóstoles, el círculo más íntimo; luego, el grupo de discípulos; por fin, el pueblo entero, incluso venidos de lejos, los extranjeros de Tiro y Sidón. Solo falta ya comenzar la actividad evangelizadora: predicar y sanar, con la “fuerza que salía de él y curaba a todos”.
Miramos la escena, y lo tenemos fácil, -parece- a la hora de discernir cómo hemos de componer nuestra vida. Pues, no. Resulta terriblemente arduo y laborioso dar unidad a nuestra vida: saber conjugar la oración, el vivir con los más cercanos y derramarse en actividad, haciendo el bien a todos. La dispersión nos puede; hacemos muchas cosas, pero no somos fecundos, nos falla la raíz. Por lo menos, no nos engañemos y tomemos conciencia de ello. Afirmemos de corazón que “estar con Él”, la adoración, el trato íntimo -como en Jesús- es lo primero; aquí nos alimentamos y tomamos fuerza para lograr algo que ofrecer, algo que decir y la manera de hacerlo. Tengamos confianza: Jesús nos ha elegido, es gesto de amistad personal. Él lo hará todo en nosotros y a través de nosotros.
Conrado Bueno, cmf
Oración
Oh Dios, Padre amoroso:
¿Qué razón tuviste
para inclinarte bondadoso hacia nosotros
y para alzarnos a una nueva vida en Cristo Jesús?
te ofrecemos nuestra acción de gracias
y llenos de gozo alabamos tu nombre.
Ayúdanos a vivir al máximo según el evangelio,
conscientes como somos de nuestras limitaciones,
pero contando con el poder de tu amor
y con la presencia entre nosotros
de aquél que es tu imagen y tu plenitud,
Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.
Hermanos: Recordemos las recomendaciones de Pablo: “Sigan ustedes viviendo su vida en Cristo Jesús, el Señor, arraigados y edificados en él. Por el bautismo fueron ustedes sepultados con Cristo y resucitaron con él por la fe. Dios les dio nueva vida en el mismo Cristo Jesús.”
Permanezcan siempre en él con la bendición del Dios todopoderoso, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Qué bien se organiza la vida Jesús. Y sin recurrir a muchos proyectos, papeles, documentos o reuniones. Lo tiene claro y elemental: ora, vive con su comunidad de discípulos y sale a la calle a evangelizar, predicando el Evangelio y haciendo bien a la gente. Así de sencillo, así de fecundo.
Gráficamente, podemos distinguir dos planos, el monte y el valle. El monte es, ante todo, el lugar de la oración, de dirigirse al Padre, de momentos de amistad y de encuentro. Y sin prisas, “paso la noche entera”. En este clima, cuando llega la luz del día, elige a los suyos, a los doce. Gente sencilla, pobre, con escasos recursos personales, tocados de cierto nacionalismo excluyente. Hasta figura el traidor, el Iscariote, que le entregará al enemigo. Luego, poco a poco, los irá cambiando; su presencia, constante y activa, los trasformará. Desde luego, derribando fronteras y murallas para abrirlos a un destino universal. “Con ellos”, con estos apóstoles, bajará al valle. Aquí se escenifica la secuencia: Está Cristo, el Maestro; los apóstoles, el círculo más íntimo; luego, el grupo de discípulos; por fin, el pueblo entero, incluso venidos de lejos, los extranjeros de Tiro y Sidón. Solo falta ya comenzar la actividad evangelizadora: predicar y sanar, con la “fuerza que salía de él y curaba a todos”.
Miramos la escena, y lo tenemos fácil, -parece- a la hora de discernir cómo hemos de componer nuestra vida. Pues, no. Resulta terriblemente arduo y laborioso dar unidad a nuestra vida: saber conjugar la oración, el vivir con los más cercanos y derramarse en actividad, haciendo el bien a todos. La dispersión nos puede; hacemos muchas cosas, pero no somos fecundos, nos falla la raíz. Por lo menos, no nos engañemos y tomemos conciencia de ello. Afirmemos de corazón que “estar con Él”, la adoración, el trato íntimo -como en Jesús- es lo primero; aquí nos alimentamos y tomamos fuerza para lograr algo que ofrecer, algo que decir y la manera de hacerlo. Tengamos confianza: Jesús nos ha elegido, es gesto de amistad personal. Él lo hará todo en nosotros y a través de nosotros.
Conrado Bueno, cmf
Oración
Oh Dios, Padre amoroso:
¿Qué razón tuviste
para inclinarte bondadoso hacia nosotros
y para alzarnos a una nueva vida en Cristo Jesús?
te ofrecemos nuestra acción de gracias
y llenos de gozo alabamos tu nombre.
Ayúdanos a vivir al máximo según el evangelio,
conscientes como somos de nuestras limitaciones,
pero contando con el poder de tu amor
y con la presencia entre nosotros
de aquél que es tu imagen y tu plenitud,
Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.
Hermanos: Recordemos las recomendaciones de Pablo: “Sigan ustedes viviendo su vida en Cristo Jesús, el Señor, arraigados y edificados en él. Por el bautismo fueron ustedes sepultados con Cristo y resucitaron con él por la fe. Dios les dio nueva vida en el mismo Cristo Jesús.”
Permanezcan siempre en él con la bendición del Dios todopoderoso, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.