Palabra de Dios.
LECTURAS DEL DOMINGO DE PENTECOSTÉS SOLEMNIDAD 4 DE JUNIO (ROJO)
Entonces aparecieron lenguas de fuego, que se distribuyeron y se posaron sobre ellos; se llenaron todos del Espíritu Santo…
MISA DE LA VIGILIA
ANTÍFONA DE ENTRADA Rm 5, 5; cfr. 8, 11
El amor de Dios ha sido infundido en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que habita en nosotros. Aleluya.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios
eterno y todopoderoso, que quisiste que la celebración del sacramento
de la Pascua perdurara a lo largo de estos cincuenta días, haz que todos
los pueblos de la tierra, en otro tiempo dispersos, superada la
multiplicidad de lenguas, se congreguen y, movidos por el don venido del
cielo, confiesen unánimes la gloria de tu nombre. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Se llamó Babel, porque ahí confundió el Señor las lenguas de todos los hombres.
Del libro del Génesis: 11, 1-9
En
aquel tiempo, toda la tierra tenía una sola lengua y unas mismas
palabras. Al emigrar los hombres desde el oriente, encontraron una
llanura en la región de Sinaar y allí se establecieron.
Entonces
se dijeron unos a otros: “Vamos a fabricar ladrillos y a cocerlos”.
Utilizaron, pues, ladrillos en vez de piedras, y asfalto en vez de
mezcla. Luego dijeron: “Construyamos una ciudad y una torre que llegue
hasta el cielo, para hacernos famosos, antes de dispersarnos por la
tierra”.
El
Señor bajó a ver la ciudad y la torre que los hombres estaban
construyendo y se dijo: “Son un solo pueblo y hablan una sola lengua. Si
ya empezaron esta obra, en adelante ningún proyecto les parecerá
imposible. Vayamos, pues, y confundamos su lengua, para que no se
entiendan unos con otros”.
Entonces
el Señor los dispersó por toda la tierra y dejaron de construir su
ciudad; por eso, la ciudad se llamó Babel, porque ahí confundió el Señor
la lengua de todos los hombres y desde ahí los dispersó por la
superficie de la tierra.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 103
R/. Envía, Señor, tu Espíritu, a renovar la tierra. Aleluya.
Bendice
al Señor, alma mía; Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza. Te vistes
de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. R/.
¡Qué
numerosas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con maestría! La
tierra está llena de tus creaturas. Bendice al Señor, alma mía. R/.
Todos
los vivientes aguardan que les des de comer a su tiempo; les das el
alimento y lo recogen, abres tu mano y se sacian de bienes. R/.
Si
retiras tu aliento, toda creatura muere y vuelve al polvo. Pero envías
tu espíritu, que da vida, y renuevas el aspecto de la tierra. R/.
El Espíritu intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras.
De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 8, 22-27
Hermanos:
Sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores
de parto; y no sólo ella, sino también nosotros, los que poseemos las
primicias del Espíritu, gemimos interiormente, anhelando que se realice
plenamente nuestra condición de hijos de Dios, la redención de nuestro
cuerpo.
Porque
ya es nuestra la salvación, pero su plenitud es todavía objeto de
esperanza. Esperar lo que ya se posee no es tener esperanza, porque,
¿cómo se puede esperar lo que ya se posee? En cambio, si esperamos algo
que todavía no poseemos, tenemos que esperarlo con paciencia.
El
Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos
pedir lo que nos conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros
con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que conoce
profundamente los corazones, sabe lo que el Espíritu quiere decir,
porque el Espíritu ruega conforme a la voluntad de Dios, por los que le
pertenecen.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN
R/. Aleluya, aleluya.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. R/.
Brotarán ríos de agua que da la vida.
Del santo Evangelio según san Juan: 7, 37-39
El
último día de la fiesta, que era el más solemne, exclamó Jesús en voz
alta: "El que tenga sed, que venga a mí; y beba, aquel que cree en mí.
Como dice la Escritura: Del corazón del que cree en mí brotarán ríos de
agua viva".
Al
decir esto, se refería al Espíritu Santo que habían de recibir los que
creyeran en él, pues aún no había venido el Espíritu, porque Jesús no
había sido glorificado.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Se dice Credo.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Derrama,
Señor, sobre estos dones la bendición de tu Espíritu Santo, para que,
por medio de ellos, reciba tu Iglesia tan gran efusión de amor, que la
impulse a hacer resplandecer en todo el mundo la verdad del misterio de
la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
El misterio de Pentecostés.
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias
siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y
eterno.
Porque
tú, para llevar a su plenitud el misterio pascual, has enviado hoy al
Espíritu Santo sobre aquellos a quienes adoptaste como hijos al
injertarlos en Cristo, tu Unigénito.
Este
mismo Espíritu fue quien, al nacer la Iglesia, dio a conocer a todos
los pueblos el misterio del Dios verdadero y unió la diversidad de las
lenguas en la confesión de una misma fe.
Por
eso, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros
celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de
tu gloria: Santo, Santo, Santo…
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 7, 37
El último día de la fiesta, Jesús se puso de pie y exclamó: El que tenga sed, que venga a mí y beba. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que
nos aprovechen, Señor, los dones que hemos recibido, para que estemos
siempre llenos del fervor del Espíritu Santo que derramaste de manera
tan inefable en tus Apóstoles. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne
Para despedir al pueblo, el diácono o, en su ausencia, el mismo sacerdote canta o dice:
Anuncien a todos la alegría del Señor resucitado. Vayan en paz, aleluya, aleluya.
O bien:
Pueden ir en paz, aleluya, aleluya.
R/. Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.
MISA DEL DÍA
ANTÍFONA DE ENTRADA Sb 1, 7
El Espíritu del Señor llena toda la tierra; él da consistencia al universo y sabe todo lo que el hombre dice. Aleluya.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios
nuestro, que por el misterio de la festividad que hoy celebramos
santificas a tu Iglesia, extendida por todas las naciones, concede al
mundo entero los dones del Espíritu Santo y continúa obrando en el
corazón de tus fieles las maravillas que te dignaste realizar en los
comienzos de la predicación evangélica. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es
Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y empezaron a hablar.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 2, 1-11
El
día de Pentecostés, todos los discípulos estaban reunidos en un mismo
lugar. De repente se oyó un gran ruido que venía del cielo, como cuando
sopla un viento fuerte, que resonó por toda la casa donde se
encontraban. Entonces aparecieron lenguas de fuego, que se distribuyeron
y se posaron sobre ellos; se llenaron todos del Espíritu Santo y
empezaron a hablar en otros idiomas, según el Espíritu los inducía a
expresarse.
En
esos días había en Jerusalén judíos devotos, venidos de todas partes
del mundo. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados,
porque cada uno los oía hablar en su propio idioma.
Atónitos
y llenos de admiración, preguntaban: "¿No son galileos todos estos que
están hablando? ¿Cómo, pues, los oímos hablar en nuestra lengua nativa?
Entre nosotros hay medos, partos y elamitas; otros vivimos en
Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y en
Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene. Algunos
somos visitantes, venidos de Roma, judíos y prosélitos; también hay
cretenses y árabes. Y sin embargo, cada quien los oye hablar de las
maravillas de Dios en su propia lengua".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 103
R/. Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra. Aleluya.
Bendice
al Señor, alma mía; Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza. ¡Qué
numerosas son tus obras, Señor! La tierra llena está de tus creaturas.
R/.
Si
retiras tu aliento, toda creatura muere y vuelve al polvo; pero envías
tu espíritu, que da vida, y renuevas el aspecto de la tierra. R/.
Que
Dios sea glorificado para siempre y se goce en sus creaturas. Ojalá que
le agraden mis palabras y yo me alegraré en el Señor. R/.
Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo.
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 12, 3-7. 12-13
Hermanos: Nadie puede llamar a Jesús "Señor", si no es bajo la acción del Espíritu Santo.
Hay
diferentes dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diferentes
servicios, pero el Señor es el mismo. Hay diferentes actividades, pero
Dios, que hace todo en todos, es el mismo. En cada uno se manifiesta el
Espíritu para el bien común.
Porque
así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros y todos ellos, a
pesar de ser muchos, forman un solo cuerpo, así también es Cristo.
Porque todos nosotros, seamos judíos o no judíos, esclavos o libres,
hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo, y
a todos se nos ha dado a beber del mismo Espíritu.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
SECUENCIA
Ven, Dios Espíritu Santo,y envíanos desde el cielo tu luz, para iluminarnos.
Ven ya, padre de los pobres, luz que penetra en las almas, dador de todos los dones.
Fuente de todo consuelo, amable huésped del alma, paz en las horas de duelo.
Eres pausa en el trabajo; brisa, en un clima de fuego; consuelo, en medio del llanto.
Ven, luz santificadora, y entra hasta el fondo del alma de todos los que te adoran.
Sin tu inspiración divina los hombres nada podemos y el pecado nos domina.
Lava nuestras inmundicias, fecunda nuestros desiertos y cura nuestras heridas.
Doblega nuestra soberbia, calienta nuestra frialdad, endereza nuestras sendas.
Concede a aquellos que ponen en ti su fe y su confianza tus siete sagrados dones.
Danos virtudes y méritos, danos una buena muerte y contigo el gozo eterno.
ACLAMACIÓN
R/. Aleluya, aleluya.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. R/.
Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo: Reciban el Espíritu Santo.
Del santo Evangelio según san Juan: 20, 19-23
Al
anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de
la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se
presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes".
Dicho esto, les mostró las manos y el costado.
Cuando
los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les
dijo Jesús: "La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así
también los envío yo".
Después
de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban el Espíritu
Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a
los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Se dice Credo.
PLEGARIA UNIVERSAL
Pidamos que venga a nosotros el Espíritu de Jesús resucitado.
Después de cada petición diremos: Te rogamos, óyenos.
Oremos
a Cristo, el buen pastor de la Iglesia, y pidámosle que el Espíritu
Santo ilumine siempre al Papa Francisco, a nuestro obispo N. y a todos
los demás obispos de la Iglesia. Oremos.
Pidamos
también al Señor resucitado que congregue en la unidad y conceda la paz
a todos los pueblos y naciones del mundo. Oremos.
Supliquemos
al vencedor de la muerte que envíe su Espíritu Santo a los que sufren,
para que encuentren fuerza y consuelo en la contemplación del Misterio
Pascual. Oremos.
Pidamos
al Hijo de Dios que el Espíritu Santificador nos recuerde
constantemente sus palabras y nos fortalezca para dar testimonio de él
hasta los confines del mundo. Oremos.
Pidamos
al mismo Espíritu que resucitó a Cristo de entre los muertos, que
permanezca en nosotros y nos disponga para ser piedras vivas del templo
eterno de Dios. Oremos
Escucha, Jesús resucitado, nuestra oración, y envíanos tu Espíritu Santo. Tú que vives y reinas…
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos,
Señor, que, conforme a la promesa de tu Hijo, el Espíritu Santo nos
haga comprender con más plenitud el misterio de este sacrificio y haz
que nos descubra toda su verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
El misterio de Pentecostés.
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias
siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y
eterno.
Porque
tú, para llevar a su plenitud el misterio pascual, has enviado hoy al
Espíritu Santo sobre aquellos a quienes adoptaste como hijos al
injertarlos en Cristo, tu Unigénito.
Este
mismo Espíritu fue quien, al nacer la Iglesia, dio a conocer a todos
los pueblos el misterio del Dios verdadero y unió la diversidad de las
lenguas en la confesión de una misma fe.
Por
eso, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros
celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de
tu gloria: Santo, Santo, Santo…
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Hch 2, 4. 11
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y proclamaban las maravillas de Dios. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios
nuestro, tú que concedes a tu Iglesia dones celestiales consérvale la
gracia que le has dado, para que permanezca siempre vivo en ella el don
del Espíritu Santo que le infundiste; y que este alimento espiritual nos
sirva para alcanzar la salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne.
Para despedir al pueblo, el diácono o, en su ausencia, el mismo sacerdote canta o dice:
Anuncien a todos la alegría del Señor resucitado. Vayan en paz, aleluya, aleluya.
O bien:
Pueden ir en paz, aleluya, aleluya.
R/. Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.
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Cincuenta días después de la noche de Pascua, celebramos la fiesta
de
Pentecostés. En los textos de las lecturas de este domingo,
aparecen
las condiciones para poder acoger al Espíritu de Jesús:
Primero: Estar reunidos: “Todos los discípulos estaban
juntos el día de Pentecostés”, “Al anochecer de aquel día, el día
primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las
puertas cerradas por miedo a los judíos”. No sólo reunidos, sino unidos:
“En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Porque, lo
mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros
del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también
Cristo”. La comunidad, es el símbolo de la presencia del Espíritu y el
sueño del Reino que quiere reunirnos a todos en una mesa común, como
veremos siguiendo las reflexiones de los textos. Solo nadie puede
salvarse, ni llenarse de la fuerza del Espíritu.Segundo: Hay que hacer y tener una experiencia de encuentro y acogida, que los que la tienen, la describen así: “En esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor”, “De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían posándose encima de cada uno. Se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería”. Y es, que como dice San Pablo a los Corintios: “Nadie puede decir Jesús es Señor, sino es bajo la acción del Espíritu Santo”. Sin esa paz, que irrumpe como lenguas de fuego o agujeros del costado, no podremos sentir a Jesús como dueño de nuestras vidas, no podremos superar el miedo.
Cuál sería la experiencia, para que aquellos apóstoles asustados y escondidos, tuvieran la valentía de salir a la calle, a anunciar que Jesús había resucitado, sabiendo que en ello les iba la vida, como así sucedió. Pocos estamos dispuestos a dar la vida por una idea, incluso por una persona, algo pasó en el interior, la presencia del Espíritu, es un viento huracanado que lo transforma todo, bien se lo dijo Jesús a Nicodemo.
Tercero: Somos enviados a todos: “Como el padre me ha enviado, así también os envío yo”, a los judíos y griegos, esclavos y libres, partos, medos, elamitas, de Mesopotamia, Capadocia, del Ponto, Asía, Frigia, Panfilia, Egipto, Libia, Cirene, Roma, Cretenses y árabes… Ya no hay torre de Babel, en la que cada uno habla su propio idioma, todos entienden el lenguaje del amor. Nosotros, debemos vivir nuestra vida ordinaria en estado de misión, cuando conversamos con un amigo, nos comprometemos en algo social, cumplimos en nuestro puesto de trabajo, en todo debe estar presente el sentirnos enviados.
Y cuarto: Para realizar esta misión contamos cada uno con una serie de dones, que hemos de poner al servicio de toda la comunidad: “Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común”. Por eso, es hoy el día de la Acción Católica y el Apostolado Seglar. Las parroquias, movimientos apostólicos y grupos cristianos, aportamos desde nuestros ambientes, dones y carismas, lo necesario para construir una Iglesia que es comunión y en la que cada uno asume sus responsabilidades.
Pentecostés inicia el tiempo de la Iglesia. Si el Espíritu nos ha congregado en esta Eucaristía, ahora nos envía, para que seamos en todas partes los testigos de una novedad: es posible saltar las barreras del individualismo y del miedo, para compartir la misma fe, el mismo pan y la misma lengua. Salgamos a anunciar que el Espíritu del Señor,renueva y repuebla la faz de la tierra.
Ciudad Redonda