LECTURAS DEL MARTES IX DEL T. ORDINARIO 6 DE JUNIO (VERDE)
"Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios".
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 24, 16. 18
Mírame,
Señor, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido. Ve mi pequeñez y
mis trabajos, y perdona todos mis pecados, Dios mío.
ORACIÓN COLECTA
Señor
Dios, cuya providencia no se equivoca en sus designios, te rogamos
humildemente que apartes de nosotros todo lo que pueda causarnos algún
daño y nos concedas lo que pueda sernos de provecho. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Estuve privado de la vista.
Del libro de Tobías: 2, 9-14
Aquella
noche, después de enterrar el cadáver, me bañé, salí al patio de mi
casa y me quedé dormido junto a la pared, con la cara descubierta, pues
hacía calor. Yo no sabía que arriba, en la pared, había unos pájaros. Su
estiércol caliente me cayó en los ojos y se me formaron unas manchas
blancas.
Consulté
a los médicos para que me curaran, pero mientras más ungüentos me
aplicaban, las manchas se extendían más sobre mis ojos, hasta que me
quedé completamente ciego. Estuve privado de la vista durante cuatro
años, y todos mis hermanos estaban afligidos. Ajicar se hizo cargo de mí
durante dos años, hasta que se fue a Elimaida.
Entonces
mi esposa Ana se puso a hacer sobre pedido tejidos de lana, que luego
entregaba a sus dueños y ellos le pagaban. Un día, el siete del mes
doce, al terminar ella un trabajo, lo entregó a los dueños, quienes,
además de darle su paga íntegra, le regalaron un cabrito.
Al
llegar a mi casa el cabrito, comenzó a balar, y yo, al oírlo, llamé a
Ana y le pregunté: "¿De dónde ha salido ese cabrito? ¿No será robado?
Devuélveselo a sus dueños, porque nosotros no podemos comer nada
robado". Entonces ella me respondió: "Es un regalo que me hicieron,
además de mi paga". Pero yo no le creí y le dije que lo devolviera a sus
dueños y me enojé con ella por ese motivo. Entonces ella me replicó:
"¿De qué te han servido tus limosnas? ¿De qué te han servido tus buenas
obras? ¡Dímelo tú, que todo lo sabes!".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 111
R/. El justo vive confiado en el Señor.
Dichosos
los que temen al Señor y aman de corazón sus mandamientos; poderosos
serán sus descendientes. Dios bendice a los hijos de los buenos. R/.
No
temerán malas noticias, puesto que en el Señor viven confiados. Firme
está y sin temor su corazón, pues vencidos verán a sus contrarios. R/.
Al pobre dan limosna, obran siempre conforme a la justicia; su frente se alzará llena de gloria. R/.
ACLAMACIÓN (Cfr. Ef 1, 17-18)
R/. Aleluya, aleluya.
Que
el Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestras mentes para que
podamos comprender cuál es la esperanza que nos da su llamamiento. R/.
Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.
Del santo Evangelio según san Marcos: 12, 13-17
En
aquel tiempo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos le
enviaron a Jesús unos fariseos y unos partidarios de Herodes, para
hacerle una pregunta capciosa. Se acercaron, pues, a Él y le dijeron:
"Maestro, sabemos que eres sincero y que no te importa lo que diga la
gente, porque no tratas de adular a los hombres, sino que enseñas con
toda verdad el camino de Dios. ¿Está permitido o no, pagarle el tributo
al César? ¿Se lo damos o no se lo damos?". Jesús, notando su hipocresía,
les dijo: "¿Por qué me ponen una trampa? Tráiganme una moneda para que
yo la vea". Se la trajeron y Él les preguntó: "¿De quién es la imagen y
el nombre que lleva escrito?". Le contestaron: "Del César". Entonces les
respondió Jesús: "Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es
de Dios". Y los dejó admirados.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Llenos
de confianza en tu bondad, acudimos, Señor, ante tu santo altar
trayéndote nuestros dones, a fin de que, purificados por tu gracia,
quedemos limpios por los mismos misterios que celebramos. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 16, 6
Te invoco, Dios mío, porque tú me respondes; inclina tu oído y escucha mis palabras.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dirige,
Señor, con tu Espíritu, a quienes nutres con el Cuerpo y la Sangre de
tu Hijo, para que, dando testimonio de ti, no sólo de palabra, sino con
las obras y de verdad, merezcamos entrar en el reino de los cielos. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
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Los fariseos parecen haberlo olvidado y Jesús les llama la atención sobre su “mundanidad”, que parece conceder el mismo lugar a los asuntos del César que a los asuntos de Dios, rebajando a Dios a una mera cuestión o disquisición humana, sin trascendencia. Huyamos nosotros también de esta tentación. Pidamos hoy al Señor la gracia de comprender que el César, por importante y todopoderoso que sea, no es Dios.
Dice el Evangelio que quedaron admirados por su respuesta. Les pareció una respuesta realmente sabia. Así es. Jesús nos invita a una nueva sabiduría; la sabiduría que nos ayuda a distinguir lo que es importante de lo accesorio, lo que vale de lo que no vale, lo esencial de lo supérfluo. En definitiva, una sabiduría que nos ayude en las cosas prácticas de la vida, teniendo claro cuál es el horizonte y el criterio de discernimiento, dejando espacio en nuestra vida para que
Dios sea Dios y lo demás adquiera desde ahí su verdadera dimensión.
Que tengamos un buen día, hermanos. Que el Señor nos bendiga y nos acompañe en nuestra jornada.
Ciudad Redonda