LECTURAS DEL LUNES II DE PASCUA 24 DE ABRIL (BLANCO)
"Yo te aseguro que quien no renace de lo alto, no puede ver el Reino de Dios"
ANTÍFONA DE ENTRADA Rm 6, 9
Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no morirá nunca. La muerte ya no tiene dominio sobre él. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Te
pedimos, Dios todopoderoso, que, renovados por los auxilios pascuales
que nos han librado de la herencia del pecado, adquiramos la belleza del
Creador celestial. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos
de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Se pusieron a orar y quedaron llenos del Espíritu Santo y anunciaron la palabra de Dios con valentía.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 4, 23-31
En
aquellos días, tan pronto como Pedro y Juan quedaron en libertad,
volvieron a donde estaban sus compañeros y les contaron lo que les
habían dicho los sumos sacerdotes y los ancianos. Al oír esto, todos
juntos clamaron a Dios, diciendo: "Señor, tú has creado el cielo y la
tierra, el mar y todo cuanto contiene; por medio del Espíritu Santo y
por boca de tu siervo David, nuestro padre, dijiste: ¿Por qué se
amotinan las naciones y los pueblos hacen planes torpes? Se sublevaron
los reyes de la tierra y los príncipes se aliaron contra el Señor y
contra su Mesías. Esto fue lo que sucedió, cuando en esta ciudad se
aliaron Herodes y Poncio Pilato con los paganos y el pueblo de Israel,
contra tu santo siervo Jesús, tu ungido, para que así se cumpliera lo
que tu poder y tu providencia habían determinado que sucediera. Y ahora,
Señor, mira sus amenazas y concede a tus siervos anunciar tu palabra
con toda valentía. Extiende tu mano para realizar curaciones, señales y
prodigios en el nombre de tu santo siervo, Jesús". Al terminar la
oración tembló el lugar donde estaban reunidos, los llenó a todos el
Espíritu Santo y comenzaron a anunciar la palabra de Dios con valentía.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 2
R/. Dichosos los que esperan en el Señor. Aleluya.
¿Por
qué se amotinan las naciones y los pueblos hacen planes torpes? Se
sublevan los reyes de la tierra y los príncipes se alían contra el Señor
y contra su Mesías, diciendo: "Rompamos sus cadenas, sacudamos sus
ataduras". R/.
El
que vive en el cielo sonríe; desde lo alto, el Señor se ríe de ellos.
Después les habla con ira y los espanta con su cólera: "Yo mismo lo he
constituido como rey en Sión, mi monte santo". R/.
Anunciaré
el decreto del Señor. He aquí lo que me dijo: "Hijo mío eres tú, yo te
he engendrado hoy. Te daré en herencia las naciones y como propiedad
toda la tierra. Podrás gobernarlas con cetro de hierro, y despedazarlas
como jarros". R/.
ACLAMACIÓN Col 3, 1
R/. Aleluya, aleluya.
Puesto que han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. R/.
El que no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios.
Del santo Evangelio según san Juan: 3, 1-8
Había un fariseo llamado Nicodemo, hombre principal entre los judíos, que fue de noche a ver a Jesús y le dijo:
"Maestro,
sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie
puede hacer los signos que tú haces, si Dios no está con él".
Jesús le contestó: "Yo te aseguro que quien no renace de lo alto, no puede ver el Reino de Dios". Nicodemo le preguntó: "¿Cómo puede nacer un hombre siendo ya viejo? ¿Acaso puede, por segunda vez, entrar en el vientre de su madre y volver a nacer?"
Le
respondió Jesús: "Yo te aseguro que el que no nace del agua y del
Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne,
es carne; lo que nace del Espíritu, es espíritu. No te extrañes de que
te haya dicho: `Tienen que renacer de lo alto’. El viento sopla donde
quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así
pasa con quien ha nacido del Espíritu".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe,
Señor, los dones que, jubilosa, tu Iglesia te presenta, y puesto que es
a ti a quien debe su alegría, concédele también disfrutar de la
felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Pascua.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 20, 19
Jesús se presentó en medio de sus discípulos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
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Hemos iniciamos la segunda semana de este tiempo de Pascua. La Palabra de Dios de estos días nos sigue animando a redescubrir la presencia del Resucitado en medio de nuestras vidas. En la lectura continuada que estamos realizando de los Hechos de los Apóstoles encontramos el testimonio de la acción del Espíritu en la primera comunidad cristiana que anuncia con audacia y valentía que Jesús ha resucitado. Esa fuerza del Espíritu que ha vencido a la muerte se despliega a lo largo del tiempo y del espacio hasta nuestros días.
El evangelio de este día nos presenta el inicio del diálogo de Jesús con Nicodemo. Le vista de noche, como queriendo mantener en el anonimato su identidad, seguramente por miedo a lo que puedan decir sus compañeros fariseos. En este personaje quedan simbolizados muchos cristianos que se avergüenzan de su fe, por miedo, o por falta de valentía para dar testimonio de Jesús. Por otro lado, Nicodemo siente una gran fascinación por las palabras y obras de Jesús, esa inquietud le lleva al encuentro con Él. El israelita inquieto reconoce que Jesús es capaz de realizar lo que hace porque Dios está con él.
Jesús le propondrá algo sorprendente, nacer de nuevo, para que pueda ver el Reino de Dios. Nicodemo no comprende ese nacimiento que le ofrece Jesús, nacer de agua y de espíritu. Se trata de un cambio, un renacer que ha de brotar de lo más profundo. Sólo el Espíritu de Dios, que renueva todas las cosas, es quien nos puede hacer nacer de nuevo, a una vida más auténtica y feliz. El soplo de Dios, esa brisa suave es lo que airea nuestra existencia removiendo el polvo que se nos pega en el camino.
Pidamos en nuestra oración la gracia de nacer de nuevo. Que el Señor resucitado con la fuerza de su Espíritu desacostumbre nuestra mente y corazón de actitudes, prácticas o sentimientos que no reflejan la luz de su Resurrección. Que el soplo del Espíritu nos haga cristianos libres y audaces para ser testigos del Resucitado.
Ciudad Redonda