LECTURAS DEL MIÉRCOLES VII DEL T. ORDINARIO 22 DE FEBRERO LA CÁTEDRA DE SAN PEDRO (BLANCO)
Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.
ANTÍFONA DE ENTRADA Lc 22,32
Dijo
el Señor a Simón Pedro: Yo he rogado por ti para que tu fe no
desfallezca y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Te
rogamos, Dios todopoderoso, que no permitas que seamos sacudidos por
perturbación alguna, ya que nos has edificado sobre la roca de la
confesión apostólica. Por nuestro Señor Jesucristo…
LITURGIA DE LA PALABRA
Me dirijo a ustedes como pastor y testigo de los sufrimientos de Cristo.
De la primera carta del apóstol san Pedro: 5, 1-4
Hermanos:
Me dirijo ahora a los pastores de las comunidades de ustedes, yo, que
también soy pastor como ellos y además he sido testigo de los
sufrimientos de Cristo y participante de la gloria que se va a
manifestar.
Apacienten
el rebaño que Dios les ha confiado y cuiden de él no como obligados por
la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por ambición de
dinero, sino con entrega generosa; no como si ustedes fueran los dueños
de las comunidades que se les han confiado, sino dando buen ejemplo. Y
cuando aparezca el Pastor supremo, recibirán el premio inmortal de la
gloria.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 22
R/. El Señor es mi pastor, nada me faltará.
El
Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y
hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. R/.
Por
ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto; así,
aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo.
Tu vara y tu cayado me dan seguridad. R/.
Tú
mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la
cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término. R/.
ACLAMACIÓN Mt 16, 18
R/. Aleluya, aleluya.
Tú
eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y los poderes del
infierno no prevalecerán sobre ella, dice el Señor. R/.
Tú eres Pedro y yo te daré las llaves del Reino de los cielos.
Del santo Evangelio según san Mateo: 16,13-19
En
aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo
esta pregunta a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo
del hombre?" Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el
Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los
profetas".
Luego
les preguntó: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?" Simón Pedro tomó la
palabra y le dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo".
Jesús
le dijo entonces: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te
lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y
yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi
Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré
las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra
quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará
desatado en el cielo".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta,
Señor, con bondad las oraciones y ofrendas de tu Iglesia, para que
alcance la vida eterna, guiada por el apóstol Pedro, cuyo magisterio la
mantienen en la integridad de la fe. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefación I de los Apóstoles
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Mt 16, 16. 18
Dijo
Pedro a Jesús: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Jesús le
respondió: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios
nuestro, que al celebrar la fiesta de san Pedro, apóstol, nos
alimentaste con la comunión del Cuerpo y la Sangre de Cristo, concédenos
que ese intercambio redentor sea para nosotros sacramento de unidad y
de paz. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne.
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Volvemos a tener en nuestras manos el Evangelio del jueves de la semana pasada pero esta vez narrado por Mateo. Los capítulos 8, 9 y 10 del evangelio de Marcos tratan de responder a la pregunta que Jesús hace hoy, de nuevo, a sus discípulos; una pregunta con dos niveles de implicación: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre? Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Responde, tal vez, el menos indicado, el menos ilustrado… Pedro, que no era más que un rudo pescador de Galilea. “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”.
Seguramente el resto de los discípulos quedaron atónitos con su impulsividad. Las elecciones de Dios son sorprendentes y escapan a toda lógica humana. Tengo que confesar que siento una peculiar debilidad por Pedro. (¡Me veo tan reflejada en él!) ¿Qué vio el Señor en este pobre hombre para confiarle una misión tan ingente? Creo que amor. Mucho amor. Sólo amor aunque a veces fuera torpe y necesitado de ser purificado. Pedro amaba de corazón al Señor. Aquí estuvo su tabla de salvación en la fragilidad. A ese amor se agarró Jesús; y ese amor fue tal vez el que cautivó a Jesús para edificar su Iglesia en una piedra tan sencilla y sin pulir. Los criterios de selección de Jesús rompen los esquemas de cualquier empresa… creo que también los nuestros. Nos importan demasiado los títulos, el nombre, el prestigio, las cualidades humanas…
Hoy se nos pide orar con singular fuerza por los pastores que nos cuidan. Especialmente por el sucesor de Pedro, nuestro querido Papa Francisco. Oremos por él con las palabras del salmo 22. No puedo dejar de recordar la interpretación que San Antonio María Claret da al versículo que reza así: tu vara y tu cayado me sosiegan. La vara es el Corazón de María y el cayado es la Cruz. Así, así sí que se pueden atravesar todas las cañadas de la vida...por oscuras que sean.