Misal del dia de hoy 25 de Febrero 2017 y Comentario al Evangelio

LECTURAS DEL SÁBADO VII DEL T. ORDINARIO 25 DE FEBRERO (VERDE)



Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos.


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ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 104, 3-4

Alégrese el corazón de los que buscan al Señor; busquen al Señor y serán fortalecidos, busquen siempre su rostro.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que quisiste dejarnos en el beato Sebastián de Aparicio un ejemplo de entrega a los demás en las ocupaciones diarias, concédenos por su intercesión amarte y servirte en nuestro prójimo en todas las actividades de nuestra vida. Por nuestro Señor Jesucristo.

LITURGIA DE LA PALABRA

El Señor hizo a los hombres conforme a su propia imagen.

clip_image002Del libro del Sirácide (Eclesiástico): 17, 1-13

El Señor formó de tierra a los hombres y los hace retornar a ella. Les señaló un número contado de días y les dio dominio sobre las cosas de la tierra. Les concedió un poder semejante al suyo y los hizo conforme a su propia imagen. A todo viviente le infundió el temor a los hombres, para que éstos dominaran a las bestias y a las aves.

Les formó lengua, boca, ojos y oídos, y les concedió la mente para que pudieran razonar. Los colmó de ciencia y sabiduría y les mostró el bien y el mal. Con la luz de su mirada iluminó sus corazones, para hacerles ver la grandeza de sus obras y así alabaran su santo nombre y proclamaran sus maravillas.

Mayor sabiduría les concedió al darles en herencia la ley de la vida. Estableció con ellos una alianza eterna y les dio a conocer sus mandamientos.

Los hombres contemplaron con sus ojos la grandeza del Señor y oyeron la majestad de su voz con sus oídos. Les ordenó evitar toda injusticia y les dio preceptos acerca del prójimo.

La conducta de los hombres es patente a la vista del Señor, no puede ocultarse a su mirada. El Señor le puso un jefe a cada nación, pero Israel es su pueblo predilecto. Para el Señor, todas las acciones del hombre son tan claras como la luz del sol; sus ojos siempre están observando la conducta del hombre.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Del salmo 102

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R/. La misericordia del Señor dura por siempre.

Como un padre es compasivo con sus hijos, así es compasivo el Señor con quien lo ama; pues bien sabe él de lo que estamos hechos y de que somos barro, no se olvida. R/.

La vida del hombre es como la hierba, brota como una flor silvestre: tan pronto la azota el viento, deja de existir y nadie vuelve a saber nada de ella. R/.

El amor del Señor a quien lo teme es un amor eterno, y entre aquellos que cumplen con su alianza, pasa de hijos a nietos su justicia. R/.

ACLAMACIÓN  Cfr. Mt 11, 25

MISERICORDIA DIVINA








R/. Aleluya, aleluya.

La misericordia del Señor dura por siempre. R/.

El que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.

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Del santo Evangelio según san Marcos: 10,13-16

En aquel tiempo, la gente le llevó a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos trataban de impedirlo.

Al ver aquello, Jesús se disgustó y les dijo: "Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él".

Después tomó en brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las manos.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Acepta, Señor, las ofrendas de nuestro servicio, que presentamos en tu altar en la conmemoración del beato Sebastián de Aparicio, y concédenos que, libres de las ataduras de este mundo, seas tú nuestra única riqueza. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 5,3

Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Te rogamos, Dios todopoderoso, que fortalecidos con este sacramento, aprendamos, a ejemplo del beato Sebastián de Aparicio, a buscarte siempre sobre todas las cosas, y demos, ante el mundo, una imagen auténtica del hombre nuevo. Por Jesucristo, nuestro Señor.


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El mejor modo de comprender las lecturas de hoy es mirando a la Virgen María. Ella es prototipo nítido de lo que en esta Palabra se nos pide. Te invito a que  la acojas poniendo la mirada en María. Ella nos dio y nos da la Palabra. La llevó tejida  en su corazón y en sus entrañas, la dio a luz para nosotros y, en esa generosa donación, se entregó a sí misma,  asumiendo la maternidad que su propio Hijo, en la cruz, le confiaba.
Es hermoso rumiar la Palabra desde el Corazón de María. Es algo muy especial. La Palabra se hace alimento, luz, ternura, exigencia, fuego que hace fuego. Porque, como decía Claret, en el Corazón de María lo que encontramos es el fuego del Espíritu Santo, por ello no hay más que acercarse a su Corazón Inmaculado y Santo para prendernos en ese fuego de amor y arder como chispas en un cañaveral.
Nuestros días están contados. Tenemos un tiempo fijo para amar, nos recuerda la sabiduría del libro del Eclesiástico. El desafío que nos propone Jesús es vivir el regalo del tiempo como lo vive un niño: disfrutando el momento presente, confiados y abandonados en la certeza de un amor que no defrauda, de una alianza eterna que Dios ha tatuado en sus palmas; sin miedo al futuro, dejando que se desborde en cada instante la misericordia de un Dios que pone, cada día, su mirada en nuestros corazones para mostrarnos la grandeza de sus obras. Los días del hombre duran lo que la hierba pero la misericordia del Señor dura desde siempre y por siempre. Revestidos de la fuerza  de nuestro Creador que nos hizo a su propia imagen, reconocemos nuestra más íntima identidad: somos, en el Hijo, hijos amados del Padre, ya en el tiempo y por toda la eternidad. Y es que nuestro destino, como el de María y como los niños del Evangelio, es ser tomados en los brazos de Cristo y recibir su bendición.
Y termino la semana confiándote una perla preciosa del corazón de Claret. Consciente de la dificultad y la osadía que entrañaba vivir una plena consagración a Dios  en medio del mundo, fuera de la protección del claustro religioso convencional, nos dice a las Hijas del Inmaculado Corazón de María: “… ni tendréis qué temer, ni tendréis por qué espantaros, estaréis dentro del sagrado Corazón de María y esto os bastará(Libro Fundacional, nº 9. San Antonio María Claret).
No quiero despedirme sin dar las gracias por esta preciosa oportunidad de compartir la PALABRA. Aunque no conozco ni tu nombre ni tu rostro, me siento en comunión contigo. Rezo por ti.

Ciudad Redonda