Misal del dia de hoy Lunes 31 de Octubre 2016 y Comentario al Evangelio

Palabra de Dios.

LECTURAS DEL LUNES XXXI DEL T. ORDINARIO 31 DE OCTUBRE (VERDE)


Así serás dichoso, porque ellos no tienen con qué pagarte; pero ya se te pagará, cuando resuciten los justos.


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ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Ap 1, 5-6

Jesucristo nos amó y nos purificó de nuestros pecados con su sangre, y ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para su Dios y Padre: A Él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que en cada Iglesia que peregrina por el mundo manifiestas a la Iglesia una, santa, católica y apostólica, concede, benigno, a esta grey tuya de tal modo estar unida a su pastor, congregada en el Espíritu Santo por medio del Evangelio y la Eucaristía, que pueda representar dignamente la universalidad de tu pueblo y sea así signo e instrumento de la presencia de Cristo en el mundo. El, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

Tengan un mismo amor unas mismas aspiraciones y una sola alma

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De la carta del apóstol san Pablo a los filipenses: 2, 1-4

Hermanos: Si alguna fuerza tiene una advertencia en nombre de Cristo, si de algo sirve una exhortación nacida del amor, si nos une el mismo Espíritu y si ustedes me profesan un afecto entrañable, llénenme de alegría teniendo todos una misma manera de pensar, un mismo amor, unas mismas aspiraciones y una sola alma. Nada hagan por espíritu de rivalidad ni presunción; antes bien, por humildad, cada uno considere a los demás como superiores a sí mismo y no busque su propio interés, sino el del prójimo.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Del salmo 130

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R/. Dame, Señor, la paz junto a ti.

Señor, mi corazón no es ambicioso ni mis ojos soberbios; grandezas que superen mis alcances no pretendo. R/.

Estoy, Señor, por lo contrario, tranquilo y en silencio, como niño recién amamantado en los brazos maternos. R/.

Que igual en el Señor esperen los hijos de Israel, ahora y siempre. R/.

ACLAMACIÓN  Jn 8, 31. 32

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R/. Aleluya, aleluya.

Si se mantienen fieles a mi palabra, dice el Señor, serán verdaderamente discípulos míos y conocerán la verdad. R/.

No invites a tus amigos, sino a los pobres.

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Del santo Evangelio según san Lucas: 14, 12-14

En aquel tiempo, Jesús dijo al jefe de los fariseos que lo había invitado a comer: "Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque puede ser que ellos te inviten a su vez, y con eso quedarías recompensado.

Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos y a los ciegos; y así serás dichoso, porque ellos no tienen con qué pagarte; pero ya se te pagará, cuando resuciten los justos".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Al celebrar el memorial de la inmensa caridad de tu Hijo, te rogamos, Señor, que el fruto de su obra salvadora, por el ministerio de tu Iglesia, sirva para la salvación del mundo entero. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Ap 3, 20

Mira que estoy aquí, tocando a la puerta, si alguno escucha mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Que en esta Iglesia tuya, Señor, florezca y perdure hasta el fin la integridad de la fe, la santidad de vida, el amor fraterno y la piedad sincera; y, ya que la alimentas con tu Palabra y con el Cuerpo de tu Hijo, no ceses de conducirla bajo tu protección. Por Jesucristo, nuestro Señor.


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  ¡Justicia! ¡Justicia! Todos queremos justicia. Es un grito que nace desde lo más profundo de la humanidad. Queremos decir que se nos de lo que es justo, lo que es nuestro, aquello a lo que tenemos derecho. 
      Entonces vienen los abogados, los legisladores, los sabios. Y nos empiezan a explicar que justicia es dar a cada uno lo suyo, que la justicia no es más que una especie de mercado en el que todos tienen que quedar contentos porque se han de llevar lo que es suyo, lo que tienen en propiedad. Luego, viene la segunda parte de la explicación: ¿qué es lo mío? ¿qué es lo suyo? Ese “mío” se termina definiendo en papeles, en documentos, que justifican la propiedad. “Dar a cada uno lo suyo”, una de las definiciones más antiguos de justicia, se puede terminar reduciendo a una suerte de compadreo, donde los que saben, los que tienen papeles, abusan de los demás. O bien en una suerte de “te doy para que me des”. Dicho en otras palabras, si te hago un favor, me lo tienes que pagar con un favor de similar categoría. 
      Este es el tipo de justicia a que nos tienen acostumbrados los tribunales de justicia que hay en nuestros países. Quizá no sea mala justicia. Quizá es lo mejor a que podemos aspirar en este mundo nuestro tan limitado. La aplicación de esa justicia ha hecho mucho bien a la humanidad. De otra forma, este mundo habría estado dominado por el abuso de los poderosos. 
      Pero Jesús no se conforma con esta justicia. Quiere ir más allá. Rompe la limitación de esta justicia como un “dar a cada uno lo suyo” y se sitúa en el plano de la gratuidad. “Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.”
      Alguno le podía haber respondido: “largo me lo fiáis”. Y tendría algo de razón. Esos a quienes Jesús nos dice que tenemos que invitar no nos van a poder pagar nunca. Pero en el mundo de la gratuidad no hay nada que pagar. El regalo es regalo, don. No se pide nada a cambio. Porque la paga está en el mismo dar, en el compartir. 
      Lo que Jesús no dice en este texto, pero que es obvio, es que para construir el Reino hay que saltar del plano de la justicia al de la gratuidad. En el plano de la justicia se puede conseguir algo pero tiene sus límites insalvables. Siempre habrá alguien que cumpliendo estrictamente la justicia abuse de sus hermanos. Hay que pasar a una relación con nuestros hermanos y hermanas basada en la gratuidad, en el dar y compartir sin esperar paga ninguna. Aunque sólo sea porque, si somos sinceros, hemos de reconocer que lo mejor que tenemos –la vida– la hemos recibido gratis de nuestro padre Dios.