LECTURAS DEL LUNES XXIV DEL T. ORDINARIO 12 DE SEPTIEMBRE SANTÍSIMO NOMBRE DE MARÍA (BLANCO)
Basta con que digas una sola palabra y mi criado quedará sano.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Jdt 13, 18-19
Virgen
María, el Altísimo te ha bendecido más que a todas las mujeres de la
tierra; porque de tal manera te ha glorificado que la humanidad no cesa
de alabarte.
ORACIÓN COLECTA
Concede,
Dios todopoderoso, que a todos los que celebramos el glorioso nombre de
la santísima Virgen María, ella misma nos obtenga los dones de tu
misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo…
LITURGIA DE LA PALABRA
Si hay divisiones entre ustedes, entonces ya no se reúnen para celebrar la cena del Señor.
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 11, 17-26
Hermanos:
Con respecto a las reuniones de ustedes ciertamente no puedo alabarlas,
porque les hacen más daño que provecho. En efecto, he sabido que,
cuando se reúnen en asamblea, hay divisiones entre ustedes, y en parte
lo creo. Es cierto que tiene que haber divisiones, para que se ponga de
manifiesto quiénes tienen verdadera virtud.
De
modo que, cuando se reúnen en común, ya no es para comer la cena del
Señor, porque cada uno se adelanta a comer su propia cena, y mientras
uno pasa hambre, el otro se embriaga. ¿Acaso no tienen su propia casa
para comer y beber?
¿O
es que desprecian a la asamblea de Dios y quieren avergonzar a los que
son pobres? ¿Qué quieren que les diga? ¿Que los alabe? En esto no los
alabo. Porque yo recibí del Señor lo mismo que les he transmitido: que
el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus
manos, y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: "Esto es
mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía".
Lo
mismo hizo con el cáliz después de cenar, diciendo: "Este cáliz es la
nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria mía
siempre que beban de él".
Por eso, cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 39
Sacrificios
y ofrendas no quisiste, abriste, en cambio, mis oídos a tu voz. No
exigiste holocaustos por la culpa, así que dije: "Aquí estoy". R/.
En tus libros se me ordena hacer tu voluntad; esto es, Señor, lo que deseo: tu ley en medio de mi corazón. R/.
He anunciado tu justicia en la gran asamblea; no he cerrado mis labios, tú lo sabes, Señor. R/.
Que
se gocen en ti y que se alegren todos los que te buscan. Cuantos
quieren de ti la salvación, repiten sin cesar: "¡Qué grande es Dios!"
R/.
ACLAMACIÓN
R/. Aleluya, aleluya.
Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él tenga vida eterna. R/.
Ni en Israel he hallado una fe tan grande.
Del santo Evangelio según san Lucas: 7, 1-10
En
aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar a la gente, entró en
Cafarnaúm. Había allí un oficial romano, que tenía enfermo y a punto de
morir a un criado muy querido. Cuando le dijeron que Jesús estaba en la
ciudad, le envió a algunos de los ancianos de los judíos para rogarle
que viniera a curar a su criado.
Ellos,
al acercarse a Jesús, le rogaban encarecidamente, diciendo: "Merece que
le concedas ese favor, pues quiere a nuestro pueblo y hasta nos ha
construido una sinagoga". Jesús se puso en marcha con ellos.
Cuando
ya estaba cerca de la casa, el oficial romano envió unos amigos a
decirle: "Señor, no te molestes, porque yo no soy digno de que tú entres
en mi casa; por eso ni siquiera me atreví a ir personalmente a verte.
Basta con que digas una sola palabra y mi criado quedará sano. Porque
yo, aunque soy un subalterno, tengo soldados bajo mis órdenes y le digo a
uno: “Ver, y va; a otro: ‘ven, y viene; y a mi criado: ‘Haz esto!’, y
lo hace".
Al
oír esto, Jesús quedó lleno de admiración, y volviéndose hacia la gente
que lo seguía, dijo: "Yo les aseguro que ni en Israel he hallado una fe
tan grande". Los enviados regresaron a la casa y encontraron al criado
perfectamente sano.
Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Te
pedimos, Señor, que la intercesión de la bienaventurada siempre Virgen
María haga dignas nuestras ofrendas, y que, al venerar su santo nombre,
seamos agradables a ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Lc 1, 48
Me llamarán dichosa todas las generaciones, porque Dios puso sus ojos en la humildad de su esclava.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
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Queridos amigos y amigas:
El Evangelio de hoy comienza con una situación de distancia entre el oficial del ejército romano (el centurión) y Jesús. Quizá porque aquél pensaba que al no formar parte del pueblo de Israel, estaba más lejos de la salvación. Por eso le envía unos intermediarios.
Los primeros intermediarios son “unos ancianos de los judíos”. Después “unos amigos”. Los primeros, “para rogarle que fuera a curar a su criado”. Después, quizá impresionado de que Jesús se estuviera acercando a su casa, para decirle: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa”… con una sola palabra tuya, llegará la salud esperada. Y Jesús alaba su fe. Y llegó la salud.
Muchas veces la humanidad ha podido sentir a Dios como alguien lejano. Más allá de los límites del mar, más allá de las estrellas... Todavía hoy muchas personas sienten a Dios como alguien alejado de la vida, del mundo.
Es verdad que Dios va más allá de cualquier representación que podamos hacernos de Él. Y que no lo podemos abarcar, manejar, comprender… “Si lo comprendes, no es Dios”, dijo San Agustín. Pero a la vez, ese Dios se ha acercado radicalmente a nosotros en la persona de Jesús. En Jesús descubrimos el verdadero rostro de Dios, a la vez que descubrimos el verdadero proyecto de ser humano. Jesús rompe las barreras de los pueblos: ya no hace falta ser parte del pueblo judío para acercarse a la salvación. Y Jesús sigue rompiendo los muros que nos separan de Dios para todo aquél que, desde Él, busca sinceramente al Señor. La fe, como la del centurión, la esperanza y el amor son regalos de Dios que nos acercan a El.
Es verdad que el Dios de Jesús es transcendente, más allá de cualquier representación que podamos hacernos de Él. Pero también es verdad que en Jesús, camino y verdad que conducen a la vida, se nos ha hecho cercano, muy cercano, de manera que nada de lo que ocurre queda fuera de su presencia. “Más íntimo que mi propia intimidad” (que también dijo San Agustín). Aunque ninguno somos dignos de que Dios venga a nuestra casa, Él sigue querer viniendo.
Que hoy puedas descubrir al Dios que, en su transcendencia, quiere hacerse presente en tu vida y, a través de tus palabras y tus obras, en las vidas de los cercanos.