LECTURAS DEL LUNES XVI DEL T. ORDINARIO 18 DE JULIO (VERDE)
Aquí hay alguien más grande que Salomón.
ANTÍFONA DE ENTRADA Jr 29, 11. 12. 14
Dice
el Señor: Mis pensamientos son de paz y no de aflicción; ustedes me
invocarán y yo los escucharé, y los haré regresar desde donde se
encuentren cautivos.
ORACIÓN COLECTA
Señor,
para quien nadie es extranjero y nadie lejano para recibir ayuda, mira
benignamente a los prófugos y exiliados, a los hombres y a los niños
segregados, para que a ellos les concedas el regreso a la patria y a
nosotros nos des caridad efectiva para con los necesitados y forasteros.
Por nuestro Señor Jesucristo…
LITURGIA DE LA PALABRA
Te daré a conocer lo que el Señor desea de ti.
Del libro del profeta Miqueas: 6, 1-4. 6-8
Escuchen
lo que dice el Señor: "Levántate; llama a juicio a los montes, que las
colinas escuchen tu voz. Escuchen, montes, el juicio del Señor, pongan
atención, cimientos de la tierra: el Señor entabla juicio contra su
pueblo, presenta sus quejas contra Israel.
Pueblo
mío, ¿qué mal te he causado o en qué cosa te he ofendido? Respóndeme.
Con la ayuda de Moisés, Aarón y María, yo te saqué de Egipto y te libré
de la esclavitud". ¿Qué cosa digna le ofreceré al Señor, postrado ante
el Dios del cielo? ¿Le ofreceré en holocausto becerros de un año?
¿Aceptará el Señor un millar de carneros o diez mil ríos de aceite? ¿En
expiación por mis culpas le ofreceré a mi primogénito, al fruto de mis
entrañas, por mi pecado?
Hombre,
ya te he explicado lo que es bueno, lo que el Señor desea de ti: que
practiques la justicia y ames la lealtad y que seas humilde con tu Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 49
R/. Dios salva al que cumple su voluntad.
Congreguen ante mí a los que sellaron sobre el altar mi alianza. Es Dios quien va a juzgar y el cielo mismo lo declara. R/.
No
voy a reclamarte sacrificios, pues siempre están ante mí tus
holocaustos. Pero ya no aceptaré becerros de tu casa ni cabritos de tus
rebaños. R/.
¿Por
qué citas mis preceptos y hablas a toda hora de mi pacto, tú, que
detestas la obediencia y echas en saco roto mis mandatos? R/.
Tú
haces esto, ¿y yo tengo que callarme? ¿Crees acaso que yo soy como tú?
Quien las gracias me da, ése me honra y yo salvaré al que cumple mi
voluntad. R/.
ACLAMACIÓN Cfr. Sal 94, 8
R/. Aleluya, aleluya.
Hagámosle caso al Señor, que nos dice: "No endurezcan su corazón". R/.
La reina del sur se levantará el día del juicio contra esta generación.
Del santo Evangelio según san Mateo: 12, 38-42
En
aquel tiempo, le dijeron a Jesús algunos escribas y fariseos: "Maestro,
queremos verte hacer una señal prodigiosa". Él les respondió: "Esta
gente malvada e infiel está reclamando una señal, pero la única señal
que se le dará, será la del profeta Jonás. Pues de la misma manera que
Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre de la ballena, así
también el Hijo del hombre estará tres días y tres noches en el seno de
la tierra.
Los
habitantes de Nínive se levantarán el día del juicio contra esta gente y
la condenarán, porque ellos se convirtieron con la predicación de
Jonás, y aquí hay alguien más grande que Jonás.
La
reina del sur se levantará el día del juicio contra esta gente y la
condenará, porque ella vino de los últimos rincones de la tierra a oír
la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien más grande que Salomón".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor,
que quisiste que tu Hijo entregara su vida para congregar en la unidad a
tus hijos dispersos, concédenos que esta ofrenda pacífica obtenga la
comunión de voluntades y aumente la caridad fraterna. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 90, 2
Tú eres mi refugio y fortaleza; tú eres mi Dios y en ti confío.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor,
que nos has alimentado con un mismo pan y un mismo cáliz, concédenos
amar con un corazón sincero a los inmigrantes y abandonados, para que
todos merezcamos estar finalmente reunidos en la patria celestial. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
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Comentario al Evangelio de hoy
Entre sacrificios y signos andan las dos lecturas de hoy. Vamos a
ver la primera porque nos dice algo que es muy importante para
nuestra
vida cristiana. Hay muchos que piensan que Dios exige
nuestros
sacrificios para perdonarnos. Se entiende que nosotros
somos pecadores,
que con ese pecado hemos ofendido a Dios y que
la única solución posible
es que le desagraviemos. ¿Cómo?
Ofreciéndole algo a cambio para
compensarle por el daño que le
hemos hecho. Haremos sacrificios (desde
no comer carne una
temporada hasta dejar de fumar o levantarnos a misa
temprano
durante un tiempo hasta... muchas otras cosas que se nos pueden
ocurrir).
De ahí, a veces damos un
paso al frente. Y pensamos que si queremos conseguir que Dios nos haga
un favor, tenemos que ofrecerle algo a cambio. Si vamos todos los
domingos a misa y rezamos el rosario todos los días, entonces Dios nos
salvará. O nos perdonará. O hará que nuestro hijo encuentre trabajo o
que se cure nuestro familiar. Al final, convertimos nuestra relación con Dios en una especie de intercambio comercial. Compramos algo y pagamos el precio correspondiente. Nos equivocamos de medio a medio. La relación con Dios es de amor y el amor nunca se compra ni se vende. Nos quiere porque sí, porque somos sus hijos e hijas. Por eso, y sólo por eso, y precisamente por eso, Dios quiere nuestro bien. El bien de todos, sin excepción.
Lo que Dios quiere de nosotros no es que hagamos sacrificios sin sentido (hacer una peregrinación de rodillas puede ser muy sacrificado pero es de dudar que le agrade a Dios. Y no me lo invento. Simplemente aplico lo que dice la lectura de hoy del profeta Miqueas: “Te han explicado, hombre, el bien, lo que Dios desea de ti: simplemente, que respetes el derecho, que ames la misericordia y que andes humilde con tu Dios.” Así de sencillo: respetar el derecho y amar la misericordia. Ese es el sacrificio que Dios quiere de nosotros. Para que sus hijos e hijas vivamos en amor y familia, que Dios no tiene más contento que ése.
Y ése es también el verdadero signo que Dios quiere ofrecer al mundo. Nada de milagros en el cielo en los que las estrellas caen o se nubla el sol. El milagro, el verdadero milagro, el único milagro se produce cuando hombres y mujeres respetan la justicia y practican la misericordia. Cuando promueven la vida y rechazan la muerte. Cuando acogen a los condenados y les devuelven la esperanza. Allí donde una comunidad cristiana vive de esa manera, están siendo testigos del Reino