LECTURAS DEL VIERNES VII DE PASCUA 13 DE MAYO (BLANCO)
"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?"
ANTÍFONA DE ENTRADA Apoc 1, 5-6
Cristo
nos ama y nos ha purificado de nuestros pecados por medio de su sangre;
e hizo de nosotros un reino sacerdotal para Dios su Padre. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Señor
Dios, que mediante la glorificación de tu Ungido y la iluminación de tu
Espíritu Santo, nos abriste la entrada a la vida eterna, concédenos
que, al participar de tan admirable don, aumente nuestro deseo de
servirte y seamos impulsados a crecer en nuestra fe. Por nuestro Señor
Jesucristo…
LITURGIA DE LA PALABRA
Pablo asegura que está vivo un hombre llamado Jesús, que había muerto.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 25, 13-21
En
aquellos días, el rey Agripa y Berenice llegaron a Cesarea para saludar
a Festo. Como se detuvieron algún tiempo allí, Festo expuso al rey el
caso de Pablo con estas palabras: "Tengo aquí un preso que me dejó
Félix, cuya condenación me pidieron los sumos sacerdotes y los ancianos
de los judíos, cuando estuve en Jerusalén.
Yo
les respondí que no era costumbre romana condenar a ningún hombre, sin
carearlo antes con sus acusadores, para darle la oportunidad de
defenderse de la acusación.
Vinieron
conmigo a Cesarea, y sin dar largas al asunto, me senté en el tribunal
al día siguiente y mandé que compareciera ese hombre. Los acusadores que
se presentaron contra él, no le hicieron cargo de ninguno de los
delitos que yo sospechaba.
Se
trataba sólo de ciertas discusiones acerca de su religión y de un tal
Jesús, ya muerto, que Pablo asegura que está vivo. No sabiendo qué
determinación tomar, le pregunté a Pablo si quería ir a Jerusalén para
que se le juzgara allá de esos cargos; pero como él pidió ser juzgado
por el César, ordené que siguiera detenido hasta que yo pudiera
enviárselo".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 102
Bendice
al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su santo nombre. Bendice al
Señor, alma mía, y no te olvides de sus beneficios. R/.
Como
desde la tierra hasta el cielo, así es de grande su misericordia; como
dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos. R/.
En
el cielo el Señor puso su trono y su reino abarca el universo. Bendigan
al Señor todos los ángeles, ejecutores fieles de sus órdenes. R/.
ACLAMACIÓN Jn 14, 26
R/. Aleluya, aleluya.
El Espíritu Santo les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho, dice el Señor. R/.
Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas.
Del santo Evangelio según san Juan: 21, 15-19
En
aquel tiempo, le preguntó Jesús a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan,
¿me amas más que éstos?" Él le contestó: "Sí, Señor, tú sabes que te
quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis corderos".
Por
segunda vez le preguntó: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?" Él le
respondió: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Pastorea
mis ovejas".
Por
tercera vez le preguntó: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?" Pedro se
entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo
quería, y le contestó: "Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te
quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas.
Yo
te aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías la ropa e ibas a
donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te
ceñirá y te llevará a donde no quieras". Esto se lo dijo para indicarle
con qué género de muerte habría de glorificar a Dios. Después le dijo:
"Sígueme".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Mira
propicio, Señor, estas ofrendas de tu pueblo, y para que se hagan
aceptables ante ti, haz que la venida de tu Santo Espíritu purifique
nuestra conciencia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de Pascua o de la Ascensión.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 16, 13
Cuando venga el Espíritu de la verdad, dice el Señor, él los
guiará hasta la verdad plena. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor
Dios, ya que nos purificas y alimentas con tus misterios, concédenos
que nos obtengan la vida eterna puesto que has permitido que los hayamos
recibido. Por Jesucristo, nuestro Señor.
https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica?ref=tn_tnmn
Comentario al Evangelio de hoy
«EL-MÁS-QUE»
Parece que Jesús encuentra un problema en el corazón de Pedro, que, forzando un poco el diccionario, podríamos llamar «el-más-que». Lo ha formulado con una pregunta pedagógica, que intenta poner el agua oxigenada en la «infección».
Según nos cuentan los evangelistas, Jesús nació en una cueva: fue «menos que» los demás, que había encontrado acomodo en la posada o en algún otro lugar digno. Jesús era "menos que" muchos que sí tenían «dónde reclinar la cabeza». En la dura experiencia de la cruz «muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre». «Menos-que» un hombre.
Los discípulos, en plena última cena, discutían «quién era el más importante». Jesús
les preguntó: ¿Quién es el más importante, el que se sienta a la mesa o
el que la sirve? No es acaso el que se sienta a la mesa? Sin embargo,
yo estoy entre vosotros como el que sirve (Lc 22,27), como el menos importante, el «menos-que».
Podemos repasar también aquella parábola del fariseo y el
publicano que suben al templo a orar. El fariseo no era como los demás,
era «más-que» el pobre desgraciado publicano que oraba
en el último banco. Y su oración no fue escuchada. Por no mencionar que
Jesús se rodeó durante su vida de los que «menos» importaban a los ojos
de la sociedad y de la religión de entonces: prostitutas, leprosos,
publicanos, cojos, ciegos...
Pedro, en su impulsividad, había dejado salir una desagradable autosuficiencia, al considerarse «más-que» el resto de los discípulos: «Aunque todos te abandonen, yo no. Estoy dispuesto a dar mi vida por ti». O sea: «Yo más valiente y fiel que los demás». Resulta que a la hora de la verdad no estaba tan dispuesto ni fue «más-que» los demás.
Pero fue en el momento del lavatorio de pies cuando Pedro rechazó abiertamente la opción de Jesús por el «menos-que». Aquel gesto de lavar los pies, propio de esclavos, pretendía corregir la idea de «Maestro y Señor» que tenían los Doce: «Si
yo, que soy el Maestro y Señor, os he lavado los pies»... Haced
vosotros lo mismo. Poneos a los pies de los demás, servid, aliviad,
cuidad... Sabéis que ningún esclavo es más importante (el «más-que» que
su amo, y que ningún mensajero es más importante que quien lo envía. Si
entendéis estas cosas, hacedlas. (Jn 13, 13-17. 37-38).Pero Pedro tenía sus propias ideas al respecto y parece que no terminó de entenderlo.
Por eso, Jesús, antes de encomendarle el cuidado de «sus»
ovejas, necesita que Pedro se dé cuenta de cómo ha de hacer esa tarea. Y
empieza por preguntar: «¿Me amas más que éstos?». Por tres veces, a la respuesta de Pedro, Jesús responde: «pastorea, apacienta». Lo que necesito de ti no es que seas «más-que» nadie, sino que aprendas que el Buen Pastor es el que da la vida por sus ovejas.
Que tú eres mi amigo si haces lo que yo te mando: que ames a los míos.
Que, al igual que yo he guardado a los que me han sido encomendados por
el Padre, ahora tú, Pedro (y el resto de apóstoles) tenéis la tarea de
guardar y cuidar. Sólo así puede entenderse la misión de Pedro.
Pueden sacarse muchas conclusiones de lo que hemos dicho.
Pero, por señalar alguna: También nosotros andamos a menudo con los «más-que» en nuestra vida social y religiosa: nos gusta tener más seguidores
que... más «me gusta» que... Mejores notas que... Más gente en nuestros
grupos o celebraciones que... Tener más votos que..., cargos más
valorados que..., recibir más aplausos que... tener más éxito que... y
tantas otras. Está bien tener deseos de crecer, de sacar lo mejor de
nosotros mismos, de superarnos... Pero siempre en clave de servir más y mejor. Y de acompañar a los «menos-que». Y no pocas veces renunciar directamente al «más-que». Cuestión de discernimiento. Dejarnos, como Pedro, preguntar por Jesús... aunque acabemos soltando algunas lágrimas.