LECTURAS DEL SÁBADO VI DE PASCUA 7 DE MAYO MISA DE SANTA MARÍA DE GUADALUPE TIEMPO PASCUAL (BLANCO)
Yo les aseguro: cuanto pidan al Padre en mi nombre, se lo concederá.
ANTÍFONA DE ENTRADA
¡Bendita
tú, Madre de la luz: siendo Virgen engendraste a Cristo, y eres modelo y
Madre de la Iglesia, que engendra a la vida nueva a todos los que
creen, mediante el agua virginal del bautismo! Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Dios
y Padre nuestro, que por el misterio pascual de tu Hijo colmaste de
bendiciones y de los dones del Espíritu Santo a la santísima Virgen
María, concédenos, por la intercesión de aquella a quien veneramos bajo
la advocación de Guadalupe, que participemos de los mismos dones para
proclamar con nuestras obras y palabras la buena nueva de la
resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los
siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
El judío Apolo demostró, por medio de la Escritura, que Jesús es el Mesías.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 18, 23-28
En
aquellos días, después de haber estado en Antioquía algún tiempo,
emprendió Pablo otro viaje y recorrió Galacia y Frigia, confirmando en
la fe a los discípulos. Un judío, natural de Alejandría, llamado Apolo,
hombre elocuente y muy versado en las Escrituras, había ido a Éfeso.
Aquel hombre estaba instruido en la doctrina del Señor, y siendo de
ferviente espíritu, disertaba y enseñaba con exactitud lo concerniente a
Jesús, aunque no conocía más que el bautismo de Juan. Apolo comenzó a
hablar valientemente en la sinagoga. Cuando lo oyeron Priscila y Aquila,
lo tomaron por su cuenta y le explicaron con mayor exactitud la
doctrina del Señor. Como él deseaba pasar a Grecia, los hermanos lo
animaron y escribieron a los discípulos de allá para que lo recibieran
bien. Cuando llegó, contribuyó mucho, con la ayuda de la gracia, al
provecho de los creyentes, pues refutaba vigorosamente en público a los
judíos, demostrando, por medio de las Escrituras, que Jesús era el
Mesías.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 46
R/. Dios es el rey del universo. Aleluya.
Aplaudan,
pueblos todos; aclamen al Señor, de gozo llenos, que el Señor, el
Altísimo, es terrible y de toda la tierra, rey supremo. R/.
Porque
Dios es el rey del universo, cantemos el mejor de nuestros cantos.
Reina Dios sobre todas las naciones desde su trono santo. R/.
Los
jefes de los pueblos se han reunido con el pueblo de Dios, Dios de
Abraham, porque de Dios son los grandes de la tierra. Por encima de todo
Dios está. R/.
ACLAMACIÓN cfr. Jn 16, 28
R/. Aleluya, aleluya.
Salí del Padre y vine al mundo, ahora dejo el mundo y vuelvo al Padre, dice el Señor. R/.
El Padre mismo los ama, porque ustedes me han amado y han creído que salí del Padre.
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo les aseguro: cuanto
pidan al Padre en mi nombre, se lo concederá. Hasta ahora no han pedido
nada en mi nombre. Pidan y recibirán, para que su alegría sea completa.
Les
he dicho estas cosas en parábolas; pero se acerca la hora en que ya no
les hablaré en parábolas, sino que les hablaré del Padre abiertamente.
En aquel día pedirán en mi nombre, y no les digo que rogaré por ustedes
al Padre, pues el Padre mismo los ama, porque ustedes me han amado y han
creído que salí del Padre. Yo salí del Padre y vine al mundo; ahora
dejo el mundo y vuelvo al Padre".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Dios
y Padre nuestro, que estos dones que te presentamos, por el amor con
que resucitaste a tu Hijo y por la intercesión de santa María de
Guadalupe, nos ayuden a estar atentos a la acción de tu Espíritu Santo y
buscar en todo tu gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte
siempre, Padre santo, pero más que nunca en este tiempo en que Cristo,
nuestra Pascua, fue inmolado.
Con
él, que ha vencido a la muerte, nosotros, invocando a santa María bajo
el título de Guadalupe, oramos como en un nuevo cenáculo, esperando el
don de Pentecostés.
Al
participar, llenos de júbilo, de la gloria de la Pascua, anhelamos
sobresalir en el ejercicio de la caridad, a fin de que la Iglesia se
muestre como madre solícita, empeñada en acoger a todos y hacerlos
partícipes de la gracia de la Pascua de su Señor y Esposo.
Por
eso, alegres por la resurrección del Redentor y unidos a los ángeles y a
los santos, cantamos el himno de tu gloria, diciendo sin cesar: Santo,
Santo, Santo…
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Lc 1, 28
Alégrate, Virgen María, porque Cristo ha resucitado del sepulcro.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica
Comentario al Evangelio de hoy
Queridos Hermanos en la fe y el caminar:
1. Primera lectura: «Llegó a Éfeso un judío llamado Apolo, natural de Alejandría, hombre elocuente y muy versado en la Escritura. […] Apolo se puso a hablar públicamente en la sinagoga. Cuando lo oyeron Priscila y Aquila, lo tomaron por su cuenta y le explicaron con más detalle el camino de Dios […]». Hch 18, 23-28.
Siguiendo los pasos de los primeros Discípulos-misioneros, encontramos una realidad siempre actual y muy controversial. 1. La Palabra de Dios es viva y eficaz, lo tenemos claro, ella instruye, forma, corrige, conduce nuestra vida. 2. Pero no todos tenemos la formación adecuada para darla a conocer a otros, para transmitir el mensaje en su originalidad; ni tampoco para considerarnos sabios en los temas de Sagrada Escritura. 3. Es decir que la formación inicial, la que nos prepara para recibir los sacramentos de iniciación: Bautismo, primera confesión y comunión y confirmación, no es la única, ni tampoco suficiente. 4. En todos los momentos de la Historia de la Iglesia y en nuestra historia, se precisa acudir a los maestros de las ciencias sociales y teológicas, para que el mensaje salvador sea adecuadamente comprendido, y actualizado en la vida real y concreta. Nos podemos dar cuenta, en Apolo, hombre que tenía los principales elementos del Kerigma, del primer anuncio, pero una pareja sirve de instrumento de Dios para instruir con más detalle en el camino de Dios, de su proyecto. Queda pues la tarea de siempre acudir a la formación permanente de todo creyente, de todo aquel que se sienta llamado a vivir en plenitud el proyecto de Jesús. No es difícil, es cuestión de tener apertura y disponibilidad.
2. Evangelio: «Yo os aseguro, si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. […]». (Jn 16, 23b-28).
Al final de esta semana, en el sermón de despedida de Jesús de sus discípulos, Él nos deja una clave para continuar el camino de la historia de salvación: ORAR PIDIENDO. Otro misterio agregado al misterio mismo de la Encarnación, de la Misión del Padre, del Hijo y del Espíritu y nuestra misión. Nada podemos hacer sin la Trinidad, pero más claro, es, que nada lograremos sin la oración de petición. La oración es tan universal, tan personal y tan comunitaria, que no existe un solo modelo, una sola forma de realizarla, de sentirla, ni mucho menos de alcanzar el grado más alto. Maestros de oración hay tantos, como culturas, como personas existen en el mundo. Jesús es el Maestro, no solo nuestro, sino universal de oración. Él dio muestras de un estilo de oración muy particular: Dialogal, cercana, íntima con Dios Papito, con la convicción necesaria para comprender que nada es imposible para Él y que hacer su voluntad en la mayor satisfacción. Pedir y recibir, es una doble dimensión de la oración. Por lo tanto esta dinámica de oración es tener tal intimidad con Dios, que no quede la menor duda de que recibiremos lo que pedimos, porque Él, el Padre, es infinita Misericordia, su nombre es Misericordia.
1. Primera lectura: «Llegó a Éfeso un judío llamado Apolo, natural de Alejandría, hombre elocuente y muy versado en la Escritura. […] Apolo se puso a hablar públicamente en la sinagoga. Cuando lo oyeron Priscila y Aquila, lo tomaron por su cuenta y le explicaron con más detalle el camino de Dios […]». Hch 18, 23-28.
Siguiendo los pasos de los primeros Discípulos-misioneros, encontramos una realidad siempre actual y muy controversial. 1. La Palabra de Dios es viva y eficaz, lo tenemos claro, ella instruye, forma, corrige, conduce nuestra vida. 2. Pero no todos tenemos la formación adecuada para darla a conocer a otros, para transmitir el mensaje en su originalidad; ni tampoco para considerarnos sabios en los temas de Sagrada Escritura. 3. Es decir que la formación inicial, la que nos prepara para recibir los sacramentos de iniciación: Bautismo, primera confesión y comunión y confirmación, no es la única, ni tampoco suficiente. 4. En todos los momentos de la Historia de la Iglesia y en nuestra historia, se precisa acudir a los maestros de las ciencias sociales y teológicas, para que el mensaje salvador sea adecuadamente comprendido, y actualizado en la vida real y concreta. Nos podemos dar cuenta, en Apolo, hombre que tenía los principales elementos del Kerigma, del primer anuncio, pero una pareja sirve de instrumento de Dios para instruir con más detalle en el camino de Dios, de su proyecto. Queda pues la tarea de siempre acudir a la formación permanente de todo creyente, de todo aquel que se sienta llamado a vivir en plenitud el proyecto de Jesús. No es difícil, es cuestión de tener apertura y disponibilidad.
2. Evangelio: «Yo os aseguro, si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. […]». (Jn 16, 23b-28).
Al final de esta semana, en el sermón de despedida de Jesús de sus discípulos, Él nos deja una clave para continuar el camino de la historia de salvación: ORAR PIDIENDO. Otro misterio agregado al misterio mismo de la Encarnación, de la Misión del Padre, del Hijo y del Espíritu y nuestra misión. Nada podemos hacer sin la Trinidad, pero más claro, es, que nada lograremos sin la oración de petición. La oración es tan universal, tan personal y tan comunitaria, que no existe un solo modelo, una sola forma de realizarla, de sentirla, ni mucho menos de alcanzar el grado más alto. Maestros de oración hay tantos, como culturas, como personas existen en el mundo. Jesús es el Maestro, no solo nuestro, sino universal de oración. Él dio muestras de un estilo de oración muy particular: Dialogal, cercana, íntima con Dios Papito, con la convicción necesaria para comprender que nada es imposible para Él y que hacer su voluntad en la mayor satisfacción. Pedir y recibir, es una doble dimensión de la oración. Por lo tanto esta dinámica de oración es tener tal intimidad con Dios, que no quede la menor duda de que recibiremos lo que pedimos, porque Él, el Padre, es infinita Misericordia, su nombre es Misericordia.