LECTURAS DEL DOMINGO VIII DEL T. ORDINARIO 22 DE MAYO SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD (BLANCO)
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes.
ANTÍFONA DE ENTRADA
Bendito sea Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, porque ha tenido misericordia con nosotros.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios
Padre, que al enviar al mundo la Palabra de verdad y el Espíritu
santificador, revelaste a todos los hombres tu misterio admirable,
concédenos que, profesando la fe verdadera, reconozcamos la gloria de la
eterna Trinidad y adoremos la Unidad de su majestad omnipotente. Por
nuestro Señor Jesucristo…
LITURGIA DE LA PALABRA
Antes de que existiera la tierra, la sabiduría ya había sido engendrada.
Del libro de los Proverbios: 8, 22-31
Esto dice la sabiduría de Dios: "El Señor me poseía desde el principio, antes que sus obras más antiguas.
Quedé
establecida desde la eternidad, desde el principio, antes de que la
tierra existiera. Antes de que existieran los abismos y antes de que
brotaran los manantiales de las aguas, fui concebida.
Antes
de que las montañas y las colinas quedaran asentadas, nací yo. Cuando
aún no había hecho el Señor la tierra ni los campos ni el primer polvo
del universo, cuando él afianzaba los cielos, ahí estaba yo. Cuando
ceñía con el horizonte la faz del abismo, cuando colgaba las nubes en lo
alto, cuando hacía brotar las fuentes del océano, cuando fijó al mar
sus límites y mandó a las aguas que no los traspasaran, cuando
establecía los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él como
arquitecto de sus obras, yo era su encanto cotidiano; todo el tiempo me
recreaba en su presencia, jugando con el orbe de la tierra y mis
delicias eran estar con los hijos de los hombres".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 8
R/. ¡Qué admirable, Señor, es tu poder!
Cuando
contemplo el cielo, obra de tus manos, la luna y las estrellas, que has
creado, me pregunto: ¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, ese
pobre ser humano, para que de él te preocupes? R/.
Sin
embargo, lo hiciste un poquito inferior a los ángeles, lo coronaste de
gloria y dignidad; le diste el mando sobre las obras de tus manos y todo
lo sometiste bajo sus pies. R/.
Pusiste
a su servicio los rebaños y las manadas, todos los animales salvajes,
las aves del cielo y los peces del mar, que recorren los caminos de las
aguas. R/.
Vayamos a Dios por Cristo mediante el amor que nos ha infundido el Espíritu Santo.
De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 5, 1-5
Hermanos:
Ya que hemos sido justificados por la fe, mantengámonos en paz con
Dios, por mediación de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido,
con la fe, la entrada al mundo de la gracia, en el cual nos encontramos;
por él, podemos gloriamos de tener la esperanza de participar en la
gloria de Dios.
Más
aún, nos gloriamos hasta de los sufrimientos, pues sabemos que el
sufrimiento engendra la paciencia, la paciencia engendra la virtud
sólida, la virtud sólida engendra la esperanza, y la esperanza no
defrauda, porque Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por
medio del Espíritu Santo, que él mismo nos ha dado.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN Cfr. Ap 1, 8
R/. Aleluya, aleluya.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Al Dios que es, que era y que vendrá. R/.
Todo lo que tiene el Padre es mío. – El Espíritu recibirá de mí lo que les vaya comunicando a ustedes.
Del santo Evangelio según san Juan: 16, 12-15
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Aún tengo muchas cosas que
decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el
Espíritu de la verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque
no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará
las cosas que van a suceder.
Él me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando.
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Se dice Credo.
PLEGARIA UNIVERSAL
Unidos en la misma fe, presentemos nuestras plegarias al Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo.
Después de cada petición diremos: Padre, escúchanos.
Por
el Papa……, por nuestro obispo….…, por los presbíteros y diáconos y por
todos los que ejercen responsabilidades en la Iglesia. Oremos.
Por los cristianos de los países en los que no es posible vivir la fe en paz y libertad. Oremos.
Por los gobernantes de las naciones. Oremos.
Por los que han perdido el trabajo y no saben cómo salir adelante en la vida. Oremos.
Por los que sufren a causa de la enfermedad o la vejez. Oremos.
Por nosotros, por quienes nos reunimos cada domingo para celebrar el triunfo de Cristo sobre el pecado y la muerte. Oremos.
Escucha,
Padre, las plegarias que te hemos presentado, y derrama tu Espíritu
Santo sobre nosotros, sobre la Iglesia y sobre el mundo entero. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Por
la invocación de tu nombre, santifica, Señor, estos dones que te
presentamos y transfórmanos por ellos en una continua oblación a ti. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
El misterio de la Santísima Trinidad.
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias
siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y
eterno. Que con tu Hijo único y el Espíritu Santo, eres un solo Dios, un
solo Señor, no en la singularidad de una sola persona, sino en la
trinidad de una sola sustancia. Y lo que creemos de tu gloria, porque tú
lo revelaste, eso mismo lo afirmamos de tu Hijo y también del Espíritu
Santo, sin diferencia ni distinción. De modo que al proclamar nuestra fe
en la verdadera y eterna divinidad, adoramos a tres personas distintas,
en la unidad de un solo ser e iguales en su majestad. A quien alaban
los ángeles y los arcángeles, y todos los coros celestiales, que no
cesan de aclamarte con una sola voz: Santo, Santo, Santo…
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Ga 4, 6
Porque ustedes son hijos de Dios, Dios infundió en sus corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: Abbá, Padre.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que
la recepción de este sacramento y nuestra profesión de fe en la
Trinidad santa y eterna, y en su Unidad indivisible, nos aprovechen,
Señor, Dios nuestro, para la salvación de cuerpo y alma. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
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Comentario al Evangelio de hoy
Julio César Rioja, cmf
Queridos hermanos:
En el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo comenzamos todas nuestras celebraciones y en la eucaristía que estamos celebrando, le pedimos al Padre por medio de Jesús nuestro Señor y con la fuerza del Espíritu, que nos congregue en la unidad y santifique los dones, de manera que sean para nosotros Cuerpo y Sangre de Jesucristo. El Credo nos dice que Dios es uno y trino, un Dios en tres personas, pero esto no es sólo una fórmula teológica, debe ser una experiencia, ¿ entonces qué significa esta fiesta?
La Trinidad es un misterio, de Dios sólo se puede hablar de forma aproximada y de su experiencia lo mismo. Siempre es difícil hablar de Dios y siempre corremos el riesgo de terminar hablando de nosotros mismos como si fuéramos dioses, o como si Dios fuese igual que un hombre. Sabemos muy poco de Dios… dice San Agustín: “Si piensas que has comprendido, entonces no es Dios, al que has comprendido” Pero conocemos lo suficiente a través del Hijo, para no perder el tiempo en discusiones inútiles.
Dios es creador del cielo y la tierra, de las criaturas y de la naturaleza, nos habló y habla en la historia, nos ama y nos protege. Se hizo históricamente hombre en su Hijo Jesucristo, vivió en su tiempo, trabajó, amó y padeció, nos dijo cómo era el Padre, nos salvó con su muerte y resurrección, haciendo de nosotros criaturas a imagen suya, por eso nos envió a comunicar a otros la Buena Noticia. El Espíritu de los dos, está en nosotros, y nos reúne en el amor y en la unidad de la vida comunitaria. Creer en Dios es hacer de esto una experiencia, “experiencia religiosa”, que es válida si es capaz de dar sentido a la vida.
Nuestro Dios es comunidad, es familia, no está solo: “Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, por que recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará”. Escuchan, toman, se comunican, tienen en común, anuncian, el reflejo de la Trinidad está en la comunidad.
Hoy es bueno recordar las palabras del Papa Francisco en “Laudato Sí”, nº 238 - 240, la cita es un poco larga pero resume lo que queremos celebrar: “El Padre es la fuente última de todo, fundamento amoroso y comunicativo de cuanto existe. El Hijo, que lo refleja, y a través del cual todo ha sido creado, se unió a esta tierra cuando se formó en el seno de María. El Espíritu, lazo infinito de amor, está íntimamente presente en el corazón del universo, animando y suscitando nuevos caminos. El mundo fue creado por las tres Personas como un único principio divino, pero cada una de ellas, realiza esta obra común según su propiedad personal. Por eso, cuando contemplamos con admiración el universo en su grandeza y belleza, debemos alabar a toda la Trinidad.
Para los cristianos, creer en un solo Dios que es comunión trinitaria, lleva a pensar que toda la realidad contiene en su seno una marca propiamente trinitaria. San Buenaventura llegó a decir que el ser humano, antes del pecado, podía descubrir cómo cada criatura «testifica que Dios es trino». El reflejo de la Trinidad se podía reconocer en la naturaleza «cuando ni ese libro era oscuro para el hombre, ni el ojo del hombre se había enturbiado». El santo franciscano nos enseña, que toda criatura lleva en sí una estructura propiamente trinitaria, tan real, que podría ser espontáneamente contemplada si la mirada del ser humano no fuera limitada, oscura y frágil. Así nos indica el desafío de tratar de leer la realidad en clave trinitaria.
Las Personas divinas son relaciones subsistentes, y el mundo, creado según el modelo divino, es una trama de relaciones. Las criaturas tienden hacia Dios, y a su vez, es propio de todo ser viviente tender hacia otra cosa, de tal modo que en el seno del universo podemos encontrar un sin número de constantes relaciones que se entrelazan secretamente. Esto no sólo nos invita a admirar las múltiples conexiones que existen entre las criaturas, sino que nos lleva a descubrir una clave de nuestra propia realización. Porque la persona humana más crece, más madura y más se santifica, a medida que entra en relación, cuando sale de sí misma para vivir en comunión con Dios, con los demás y con todas las criaturas. Así asume en su propia existencia, ese dinamismo trinitario que Dios ha impreso en ella desde su creación. Todo está conectado, y eso nos invita a madurar una espiritualidad de la solidaridad global que brota del misterio de la Trinidad”.
Es día de alabar, de agradecer, estamos en camino y aún tenemos mucho que comprender, aunque como nos dice la segunda lectura: “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado”. Celebramos el misterio y como decíamos al principio de la eucaristía “Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo está con nosotros hoy, mañana y siempre”.
En el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo comenzamos todas nuestras celebraciones y en la eucaristía que estamos celebrando, le pedimos al Padre por medio de Jesús nuestro Señor y con la fuerza del Espíritu, que nos congregue en la unidad y santifique los dones, de manera que sean para nosotros Cuerpo y Sangre de Jesucristo. El Credo nos dice que Dios es uno y trino, un Dios en tres personas, pero esto no es sólo una fórmula teológica, debe ser una experiencia, ¿ entonces qué significa esta fiesta?
La Trinidad es un misterio, de Dios sólo se puede hablar de forma aproximada y de su experiencia lo mismo. Siempre es difícil hablar de Dios y siempre corremos el riesgo de terminar hablando de nosotros mismos como si fuéramos dioses, o como si Dios fuese igual que un hombre. Sabemos muy poco de Dios… dice San Agustín: “Si piensas que has comprendido, entonces no es Dios, al que has comprendido” Pero conocemos lo suficiente a través del Hijo, para no perder el tiempo en discusiones inútiles.
Dios es creador del cielo y la tierra, de las criaturas y de la naturaleza, nos habló y habla en la historia, nos ama y nos protege. Se hizo históricamente hombre en su Hijo Jesucristo, vivió en su tiempo, trabajó, amó y padeció, nos dijo cómo era el Padre, nos salvó con su muerte y resurrección, haciendo de nosotros criaturas a imagen suya, por eso nos envió a comunicar a otros la Buena Noticia. El Espíritu de los dos, está en nosotros, y nos reúne en el amor y en la unidad de la vida comunitaria. Creer en Dios es hacer de esto una experiencia, “experiencia religiosa”, que es válida si es capaz de dar sentido a la vida.
Nuestro Dios es comunidad, es familia, no está solo: “Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, por que recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará”. Escuchan, toman, se comunican, tienen en común, anuncian, el reflejo de la Trinidad está en la comunidad.
Hoy es bueno recordar las palabras del Papa Francisco en “Laudato Sí”, nº 238 - 240, la cita es un poco larga pero resume lo que queremos celebrar: “El Padre es la fuente última de todo, fundamento amoroso y comunicativo de cuanto existe. El Hijo, que lo refleja, y a través del cual todo ha sido creado, se unió a esta tierra cuando se formó en el seno de María. El Espíritu, lazo infinito de amor, está íntimamente presente en el corazón del universo, animando y suscitando nuevos caminos. El mundo fue creado por las tres Personas como un único principio divino, pero cada una de ellas, realiza esta obra común según su propiedad personal. Por eso, cuando contemplamos con admiración el universo en su grandeza y belleza, debemos alabar a toda la Trinidad.
Para los cristianos, creer en un solo Dios que es comunión trinitaria, lleva a pensar que toda la realidad contiene en su seno una marca propiamente trinitaria. San Buenaventura llegó a decir que el ser humano, antes del pecado, podía descubrir cómo cada criatura «testifica que Dios es trino». El reflejo de la Trinidad se podía reconocer en la naturaleza «cuando ni ese libro era oscuro para el hombre, ni el ojo del hombre se había enturbiado». El santo franciscano nos enseña, que toda criatura lleva en sí una estructura propiamente trinitaria, tan real, que podría ser espontáneamente contemplada si la mirada del ser humano no fuera limitada, oscura y frágil. Así nos indica el desafío de tratar de leer la realidad en clave trinitaria.
Las Personas divinas son relaciones subsistentes, y el mundo, creado según el modelo divino, es una trama de relaciones. Las criaturas tienden hacia Dios, y a su vez, es propio de todo ser viviente tender hacia otra cosa, de tal modo que en el seno del universo podemos encontrar un sin número de constantes relaciones que se entrelazan secretamente. Esto no sólo nos invita a admirar las múltiples conexiones que existen entre las criaturas, sino que nos lleva a descubrir una clave de nuestra propia realización. Porque la persona humana más crece, más madura y más se santifica, a medida que entra en relación, cuando sale de sí misma para vivir en comunión con Dios, con los demás y con todas las criaturas. Así asume en su propia existencia, ese dinamismo trinitario que Dios ha impreso en ella desde su creación. Todo está conectado, y eso nos invita a madurar una espiritualidad de la solidaridad global que brota del misterio de la Trinidad”.
Es día de alabar, de agradecer, estamos en camino y aún tenemos mucho que comprender, aunque como nos dice la segunda lectura: “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado”. Celebramos el misterio y como decíamos al principio de la eucaristía “Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo está con nosotros hoy, mañana y siempre”.