Misal de hoy Viernes 01 de Marzo y Comentario al Evangelio

LECTURAS DEL VIERNES DE LA OCTAVA DE PASCUA 1 DE ABRIL (BLANCO)


Jesús se les apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades.


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ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Sal 77, 53)

El Señor liberó a su pueblo y lo llenó de esperanza, y a sus enemigos los sumergió en el mar. Aleluya.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, que estableciste el misterio pascual como alianza de la reconciliación humana, concédenos manifestar en las obras lo que celebramos con fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

Ningún otro puede salvarnos.

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Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 4, 1-12

En aquellos días, mientras Pedro y Juan hablaban al pueblo, se presentaron los sacerdotes, el jefe de la guardia del templo y los saduceos, indignados porque los apóstoles enseñaban al pueblo y anunciaban que la resurrección de los muertos se había verificado en la persona de Jesús. Los aprehendieron, y como ya era tarde, los encerraron en la cárcel hasta el día siguiente. Pero ya muchos de los que habían escuchado sus palabras, unos cinco mil hombres, habían abrazado la fe.


Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas, el sumo sacerdote Anás, Caifás, Juan, Alejandro y cuantos pertenecían a las familias de los sumos sacerdotes. Hicieron comparecer ante ellos a Pedro y a Juan y les preguntaron: "¿Con qué poder o en nombre de quién han hecho todo esto?"

Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: "Jefes del pueblo y ancianos: Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, para saber cómo fue curado, sépanlo ustedes y sépalo todo el pueblo de Israel: este hombre ha quedado sano en el nombre de Jesús de Nazaret, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos. Este mismo Jesús es la piedra que ustedes, los constructores, han desechado y que ahora es la piedra angular. Ningún otro puede salvarnos, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos".

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.


Del salmo 117

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R/. La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Aleluya.


Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". Digan los que temen al Señor: "Su misericordia es eterna". R/.

La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. R/.

Libéranos, Señor, y danos tu victoria. Bendito el que viene en nombre del Señor. Que Dios desde su templo nos bendiga. Que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine. R/.


SECUENCIA opcional


ACLAMACIÓN (Sal 117, 24)

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R/. Aleluya, aleluya.

Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. R/.


Se acercó Jesús, tomó el pan y se lo dio a sus discípulos y también el pescado.

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Del santo Evangelio según san Juan: 21, 1-14

En aquel tiempo, Jesús se les apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Se les apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás (llamado el Gemelo), Natanael (el de Caná de Galilea), los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: "Voy a pescar". Ellos le respondieron: "También nosotros vamos contigo". Salieron y se embarcaron, pero aquella noche no pescaron nada.

Estaba amaneciendo, cuando Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo: "Muchachos, ¿han pescado algo?" Ellos contestaron: "No". Entonces Él les dijo: "Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces". Así lo hicieron, y luego ya no podían jalar la red por tantos pescados.

Entonces el discípulo a quien amaba Jesús le dijo a Pedro: "Es el Señor". Tan pronto como Simón Pedro oyó decir que era el Señor, se anudó a la cintura la túnica, pues se la había quitado, y se tiró al agua. Los otros discípulos llegaron en la barca, arrastrando la red con los pescados, pues no distaban de tierra más de cien metros.

Tan pronto como saltaron a tierra, vieron unas brasas y sobre ellas un pescado y pan. Jesús les dijo: "Traigan algunos pescados de los que acaban de pescar". Entonces Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red, repleta de pescados grandes. Eran ciento cincuenta y tres, y a pesar de que eran tantos, no se rompió la red. Luego les dijo Jesús: "Vengan a almorzar". Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: `¿Quién eres?’, porque ya sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio y también el pescado.

Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Señor, realiza bondadoso en nosotros el intercambio de este sacrificio pascual, para que pasemos de los afectos terrenos al deseo de los bienes del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I de Pascua (en este día)

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. Jn 21, 12-13)

Dijo Jesús a sus discípulos: Vengan a comer. Y tomó un pan y lo repartió entre ellos. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Protege, Señor, con amor constante a quienes has salvado, para que, una vez redimidos por la pasión de tu Hijo, se llenen ahora de alegría por su resurrección. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.


La despedida se hace como en el día de Pascua.

https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica?ref=tn_tnmn 

Comentario al Evangelio de hoy

¿Tenéis pescado?


                Los discípulos estaban juntos. Eso se nos da bastante bien a nosotros. Organizamos, programamos, revisamos, redactamos papeles, encargamos carteles,presupuestamos, repartimos... 
           Aunque estar juntos no significa que estemos de acuerdo, que nos llevemos todos bien, que seamos capaces de dialogar, o corregirnos fraternalmente, que nos expresemos con libertad... Pero es algo que nos enseñó el Señor desde el principio: a ser comunidad. Y una comunidad de «distintos».
           Pero a la pregunta del Señor: «¿tenéis pescado?»... A menudo tenemos que reconocer que no.  El «no» de los discípulos fue seco y sin explicaciones. Esta vez ni siquiera comentan que han estado toda la noche, sin obtener resultados. Eso lo explica el evangelista. Para aquellos que fueron llamados a ser pescadores de hombres, no había ni pescados en la red, ni nuevos miembros que se les hubieran unido. Ni siquiera están todos los discípulos: sólo 7.
          Quizá nosotros podríamos matizar que sí tenemos algunos peces (la mayoría los cogimos hace mucho tiempo). Nos cuesta lanzarnos una y otra vez al mar,aunque algunos lo procuran, como en nuestra escena evangélica: el bueno de Pedro se va a pescar, y hasta le siguen. Pero algo «falta». Nada menos que «el Señor»
          El caso es que nuestras fuerzas se van gastando, y  los pescadores vamos siendo menos (aunque aquellos primeros pescadores, no es que fuera un ejército, precisamente),los resultados casi siempre nos parecen decepcionantes (objetivamente, a menudo lo son) para el esfuerzo y el tiempo empleados. Hemos diseñado planes de evangelización, catecumenados de lo más variado, hemos procurado ponernos al día en las nuevas tecnologías, hacemos sesudos análisis de la realidad, a veces preparamos con cuidado celebraciones y homilías, y... 
          Es verdad que «los romanos» nos ponen bastantes «pegas»para que cojamos la barca. Y que siempre nos acecha la tentación de «volver» a lo de antes, como si nada hubiera cambiado, a nuestra barca, nuestras redes y nuestro lago de siempre, porque es lo que sabemos hacer.
            El tema es largo y complejo como para abordarlo en este lugar. Pero el Evangelio me sugiere o recuerda algunas claves importantes para aplicármelas a mí mismo:
            + Lo primero es reconocer que me falta la Palabra del Resucitado. Que el Resucitado me hable. La he escuchado muchas veces, la he estudiado, la explico y la predico, algunas de sus frases las he memorizado... pero... Como a los 7 pescadores, me «falta» dejar que la Palabra me cambie, afecte a mis acciones, criterios, me «saque» de mi orilla. Está bien saber «cosas de Dios» y hablar de Dios... pero siempre que antes se hable «con» Dios y le hagamos caso. Está bien decirle muchas cosas a Dios con tantos recursos y métodos orantes que tenemos. Pero aún más... dejarle que nos diga lo que tenemos que hacer, que nos haga preguntas (aunque sean molestas).
             + En segundo lugar, reconocer la permanente presencia del Resucitado. No es necesario «verle», pero si descubrir los múltiples signos de su presencia cercana y activa, para poder decir «es el Señor» cada vez que nos demos cuenta. Conviene que repase mis primeras llamadas (siempre en plural) y también las posteriores, dándome cuenta de que la primera condición para encontrarle es saber que soy «el discípulo al que tanto quiere» el Señor, y también, al que tanto quiero. Qué penetrante vista la del amor. El amor siempre dilata las pupilas. El amor será la pregunta crucial de Jesús a Pedro, después de las negaciones, antes de encomendarle su gran responsabilidad comunitaria.
             + En tercer lugar: mucho me (nos) falta para trabajar con otros. Toda una cura de humildad que quien se da cuenta de que es el Señor no es quien tiene la autoridad, no es la Piedra, sino el discípulo amado. Otros ven mejor que yo, y me lo pueden mostrar donde yo no veo nada. Hay demasiado autoritarismo, demasiadas reservas y controles, demasiados que cuentan con los otros sólo cuando ven que ellos no llegan, demasiados que nos creemos imprescindibles... Una Iglesia-comunidad-comunión es otra cosa.
             + En cuarto lugar, los peces son para llevárselos al Señor. No para guardarlos en mi estanque. No pescamos para nuestro grupo, nuestra congregación, nuestro movimiento, nuestra parroquia... Ni para quedarme tan contento porque tengo «153", aunque sean «grandes». (Hay muchas interpretaciones sobre el significado de este número. No pasa nada porque nos quedemos sin interpretarlo: ¡ya quisiera yo pescar 153 cada vez que echo la red!).
             + Y por último, aunque no menos importante: cuando no haya resultados (o sí los haya), cuando haya desánimo o euforia, cuando volvamos cansados o esperanzados... que no me falten unas brasas, un pescado, un Pan... y hermanos para compartirlo... alrededor del Señor.
La imagen es de Fr. Félix Hernández, op