LECTURAS DEL LUNES DE LA OCTAVA DE PASCUA 28 DE MARZO (BLANCO)
"No tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán".
ANTÍFONA DE ENTRADA
El Señor resucitó, como lo había predicho; llenémonos de gozo y de alegría, porque reina eternamente. Aleluya.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios
nuestro, que haces crecer siempre a tu Iglesia dándole nuevos hijos,
concédenos la gracia de vivir de acuerdo con la fe que recibimos en el
sacramento del bautismo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive
y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los
siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
A este Jesús, Dios lo ha resucitado, y de ello somos testigos.
El
día de Pentecostés, se presentó Pedro, junto con los Once, ante la
multitud, y levantando la voz, dijo: "Israelitas, escúchenme. Jesús de
Nazaret fue un hombre acreditado por Dios ante ustedes, mediante los
milagros, prodigios y señales que Dios realizó por medio de Él y que
ustedes bien conocen. Conforme al plan previsto y sancionado por Dios,
Jesús fue entregado, y ustedes utilizaron a los paganos para clavarlo en
la cruz.
Pero
Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte, ya que no era
posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio. En efecto, David
dice, refiriéndose a Él: Yo veía constantemente al Señor delante de mí,
puesto que Él está a mí lado para que yo no tropiece. Por eso se alegra
mi corazón y mi lengua se alboroza; por eso también mi cuerpo vivirá en
la esperanza, porque tú, Señor, no me abandonarás a la muerte, ni
dejarás que tu santo sufra la corrupción. Me has enseñado el sendero de
la vida y me saciarás de gozo en tu presencia.
Hermanos,
que me sea permitido hablarles con toda claridad. El patriarca David
murió y lo enterraron, y su sepulcro se conserva entre nosotros hasta el
día de hoy. Pero como era profeta y sabía que Dios le había prometido
con juramento que un descendiente suyo ocuparía su trono, con visión
profética habló de la resurrección de Cristo, el cual no fue abandonado a
la muerte ni sufrió la corrupción. Pues bien, a este Jesús, Dios lo
resucitó, y de ello todos nosotros somos testigos. Llevado a los cielos
por el poder de Dios, recibió del Padre el Espíritu Santo prometido a Él
y lo ha comunicado, como ustedes lo están viendo y oyendo".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 15
Protégeme,
Dios mío, pues eres mi refugio. Yo siempre he dicho que tú eres mi
Señor. El Señor es la parte que me ha tocado en herencia; mi vida está
en sus manos. R/.
Bendeciré
al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor y con él a mi lado, jamás tropezaré. R/.
Por
eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá tranquilo,
porque tú no me abandonarás a la muerte ni dejarás que sufra yo la
corrupción. R/.
Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a ti. R/.
SECUENCIA opcional
ACLAMACIÓN (Sal 117, 24)
R/. Aleluya, aleluya.
Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. R/.
Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán.
Después
de escuchar las palabras del ángel, las mujeres se alejaron a toda
prisa del sepulcro, y llenas de temor y de gran alegría, corrieron a dar
la noticia a los discípulos. Pero de repente Jesús les salió al
encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron, le abrazaron los pies y
lo adoraron. Entonces les dijo Jesús: "No tengan miedo. Vayan a decir a
mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán".
Mientras
las mujeres iban de camino, algunos soldados de la guardia fueron a la
ciudad y dieron parte a los sumos sacerdotes de todo lo ocurrido. Éstos
se reunieron con los ancianos, y juntos acordaron dar una fuerte suma de
dinero a los soldados, con estas instrucciones: "Digan: ‘Durante la
noche, estando nosotros dormidos, llegaron sus discípulos y se robaron
el cuerpo’. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos
arreglaremos con él y les evitaremos cualquier complicación".
Ellos
tomaron el dinero y actuaron conforme a las instrucciones recibidas.
Esta versión de los soldados se ha ido difundiendo entre los judíos
hasta el día de hoy.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe,
Señor, con bondad, las ofrendas de tu pueblo y haz que, renovados por
la confesión de tu nombre y por el bautismo, consigamos la felicidad
eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I de Pascua (en este día)
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Rm 6, 9)
Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no morirá nunca. La muerte ya no tiene dominio sobre El. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que
la gracia de este sacramento pascual fructifique, Señor, en nuestros
corazones para que podamos corresponder a los dones de tu amor, que nos
abrió el camino de la salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
La despedida se hace como el día de Pascua.
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Tan importante para nosotros es lo que ayer comenzamos a celebrar... que para la Liturgia hoy no es Lunes. Es domingo. Y mañana también. Y pasado. Y así durante ocho días. Un domingo larguísimoooooo que seguimos celebrando, con distintos tonos y matices, durante 50 días. Tienen que ser más días que los que dedicamos a su preparación (la cuaresma-cuarentena), aunque a veces tengo la sensación de que la «cuaresma» tiene más «poder», más intensidad, más esfuerzo... en nuestra espiritualidad y costumbres, que el tiempo de Pascua. Para no pocos, cuando llega el «domingo principal» es como decir: «ya está, asunto resuelto». Ya hemos llegado.
La Cuaresma venía acompañada del color morado, del ayuno, de la abstinencia, de las privaciones, de las confesiones y celebraciones penitenciales, los vía crucis... Y en cambio la Pascua.... No sé si tendríamos que «inventarnos» también algo que le diera más relevancia, que nos ayudara a vivirla más y mejor. Por ejemplo, qué poco extendidos están entre nosotros los «Vía Lucis». O los encuentros fraternos para compartir experiencias, comer juntos, y pasarlo bien. O encuentros de oración en clave «acción de gracias» (nuestro Papa nos insiste en lo importante que es aprender a caminar con un corazón agradecido), multiplicar las flores en nuestras casas (siempre que no sean de plástico, claro, jeje), proponernos pasear, encontrándonos con la naturaleza en estallido primaveral...
Lo que sí se multiplican son los «aleluyas» y las «felices pascuas» (entre creyentes, que esta costumbre no nos la han robado los escaparates), y los «glorias». Desde mi experiencia, esto resulta un poco contradictorio para no pocos hermanos. Porque lo dice el calendario litúrgico ¿hay que alegrarse, y dar votes de alegría, y ponerse a cantar? Algunos no han visto que la llegada de la Pascua suponga cambiar sus difíciles situaciones personales y vitales. Siguen con sus achaques de salud, o su soledad, o con dificultades económicas, o... A uno le puede «pillar» la Pascua lleno de ilusiones, proyectos, esperanzas y ganas de mil cosas... pero a otros puede «pillarles» en un prolongado Viernes Santo, gris, sin fuelle vital, agotados, tristes... ¿De qué manera la llegada de la Pascua con sus aleluyas «casa» con todo esto? ¿De qué les sirve a algunos que les digan «alegraos, Cristo ha resucitado»?
Lo primero que tendríamos que recordarnos es que la Pascua, más que hablarnos de lo que tenemos que hacer o sentir... nos habla de Dios. Dice la primera lectura de hoy, junto con el Salmo:
Para los discípulos de Jesús fue «Pascua» cuando experimentaron la presencia salvadora de Jesús que les alegraba el corazón. Ese día para ellos «fue domingo». Y para nosotros será también domingo, será Pascua, cuando el Señor nos salga al paso (pascua) y nos quite los miedos, las dudas... y nos abra a una «mañana de luz». No sabemos cuándo ocurrirá, pero ocurrirá. El Resucitado no está ya atado a nuestros calendarios. Tiene su propio tiempo. No hay fecha. Pero ese día será Domingo, aunque sea jueves o lunes.
El Señor Resucitado sigue enseñándonos el sendero de la vida, no dejará que caigamos en una muerte sin salida, sin sentido, sin mañana... y nos saciará de gozo en su presencia. Y eso es lo que nos alegra el corazón..., lo que celebramos, lo que tal vez hayamos experimentado ya, «en Galilea»... o tendremos ocasión de experimentar cuando el Señor nos salga al paso inesperadamente en nuestros caminos. Caminamos con esperanza de Pascua, aunque sea de noche. Pero entre tanto... nos postraremos en adoración a sus pies y seguiremos confiando en su amor, más fuerte que la muerte.
Comentario al Evangelio de hoy
PASCUA SIN FECHA EN EL CALENDARIO
Tan importante para nosotros es lo que ayer comenzamos a celebrar... que para la Liturgia hoy no es Lunes. Es domingo. Y mañana también. Y pasado. Y así durante ocho días. Un domingo larguísimoooooo que seguimos celebrando, con distintos tonos y matices, durante 50 días. Tienen que ser más días que los que dedicamos a su preparación (la cuaresma-cuarentena), aunque a veces tengo la sensación de que la «cuaresma» tiene más «poder», más intensidad, más esfuerzo... en nuestra espiritualidad y costumbres, que el tiempo de Pascua. Para no pocos, cuando llega el «domingo principal» es como decir: «ya está, asunto resuelto». Ya hemos llegado.
La Cuaresma venía acompañada del color morado, del ayuno, de la abstinencia, de las privaciones, de las confesiones y celebraciones penitenciales, los vía crucis... Y en cambio la Pascua.... No sé si tendríamos que «inventarnos» también algo que le diera más relevancia, que nos ayudara a vivirla más y mejor. Por ejemplo, qué poco extendidos están entre nosotros los «Vía Lucis». O los encuentros fraternos para compartir experiencias, comer juntos, y pasarlo bien. O encuentros de oración en clave «acción de gracias» (nuestro Papa nos insiste en lo importante que es aprender a caminar con un corazón agradecido), multiplicar las flores en nuestras casas (siempre que no sean de plástico, claro, jeje), proponernos pasear, encontrándonos con la naturaleza en estallido primaveral...
Lo que sí se multiplican son los «aleluyas» y las «felices pascuas» (entre creyentes, que esta costumbre no nos la han robado los escaparates), y los «glorias». Desde mi experiencia, esto resulta un poco contradictorio para no pocos hermanos. Porque lo dice el calendario litúrgico ¿hay que alegrarse, y dar votes de alegría, y ponerse a cantar? Algunos no han visto que la llegada de la Pascua suponga cambiar sus difíciles situaciones personales y vitales. Siguen con sus achaques de salud, o su soledad, o con dificultades económicas, o... A uno le puede «pillar» la Pascua lleno de ilusiones, proyectos, esperanzas y ganas de mil cosas... pero a otros puede «pillarles» en un prolongado Viernes Santo, gris, sin fuelle vital, agotados, tristes... ¿De qué manera la llegada de la Pascua con sus aleluyas «casa» con todo esto? ¿De qué les sirve a algunos que les digan «alegraos, Cristo ha resucitado»?
Lo primero que tendríamos que recordarnos es que la Pascua, más que hablarnos de lo que tenemos que hacer o sentir... nos habla de Dios. Dice la primera lectura de hoy, junto con el Salmo:
«Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte». "Tengo
siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se
me alegra el corazón, exulta mi lengua, y mi carne descansa esperanzada.
Porque no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la
corrupción. Me has enseñado el sendero de la vida, me saciarás de gozo
en tu presencia."
Es decir: celebramos que Dios no se ha quedado cruzado de
brazos antes el sufrimiento del Justo Jesús. Celebramos que el
sufrimiento, el rechazo y la muerte de Jesús no tienen la última
palabra. Y por eso, teniendo al Señor a mi derecha, no vacilaré y podré
descansar ESPERANZADO. Mi realidad será la que sea, pero el Señor Dios
no falla a los que confían en él... El testimonio personal de muchos de
sus discípulos (y discípulas!!!, en el Evangelio de este día conviene
resaltar la importancia de las mujeres) que han experimentado el
consuelo, la alegría, la paz, la fortaleza y el sentido o respuesta que
tenían todos sus sufrimientos y esperanzas... nos ayuda con nuestras
dificultades concretas. Para los discípulos de Jesús fue «Pascua» cuando experimentaron la presencia salvadora de Jesús que les alegraba el corazón. Ese día para ellos «fue domingo». Y para nosotros será también domingo, será Pascua, cuando el Señor nos salga al paso (pascua) y nos quite los miedos, las dudas... y nos abra a una «mañana de luz». No sabemos cuándo ocurrirá, pero ocurrirá. El Resucitado no está ya atado a nuestros calendarios. Tiene su propio tiempo. No hay fecha. Pero ese día será Domingo, aunque sea jueves o lunes.
El Señor Resucitado sigue enseñándonos el sendero de la vida, no dejará que caigamos en una muerte sin salida, sin sentido, sin mañana... y nos saciará de gozo en su presencia. Y eso es lo que nos alegra el corazón..., lo que celebramos, lo que tal vez hayamos experimentado ya, «en Galilea»... o tendremos ocasión de experimentar cuando el Señor nos salga al paso inesperadamente en nuestros caminos. Caminamos con esperanza de Pascua, aunque sea de noche. Pero entre tanto... nos postraremos en adoración a sus pies y seguiremos confiando en su amor, más fuerte que la muerte.
Que la vida del Resucitado esté contigo y en ti
Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cm