LECTURAS DEL SÁBADO II DEL T. ORDINARIO 23 DE ENERO MISA POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS "B" (VERDE)
Jesús entró en una casa con sus discípulos y acudió tanta gente, que no los dejaban ni comer.
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 105, 47
Sálvanos, Señor, Dios nuestro, y reúnenos de entre las naciones, para que podamos celebrar tu santo nombre y cantar tu alabanza.
ORACIÓN COLECTA
Atiende
complacido, Señor, las plegarias de tu pueblo y concede que los
corazones de los fieles se unan en tu alabanza y en común
arrepentimiento, hasta que, superada toda división entre los cristianos,
en perfecta comunión con la Iglesia avancemos gozosos hacia tu reino
eterno. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
¿Por qué cayeron los valientes en medio de la batalla?
Del segundo libro de Samuel: 1, 1-4. 11-12. 17. 19. 23-27
En
aquellos días, después de derrotar a los amalecitas, David se fue a
Siquelag y ahí permaneció dos días. Al tercer día llegó un hombre del
campamento de Saúl, con los vestidos rotos y la cabeza cubierta de
polvo. Llegó a donde estaba David y se postró en señal de reverencia.
David le preguntó: "¿De dónde vienes?" Él respondió: "Vengo huyendo del
campamento de Israel". David le preguntó: "¿Qué ha pasado? Cuéntamelo".
Él respondió: "El pueblo fue derrotado en la batalla y huyó.
Muchos
cayeron y entre los muertos se encuentran Saúl y Jonatán". Entonces
David rasgó sus vestiduras, y lo mismo hicieron los que estaban con él.
Prorrumpieron en lamentaciones y llanto, y ayunaron hasta la noche por
Saúl y Jonatán, por el pueblo del Señor y por la casa de Israel, pues
habían muerto a espada.
Entonces
David entonó una elegía por Saúl y su hijo Jonatán: "Tus héroes,
Israel, han sido inmolados en tus montañas. ¿Por qué cayeron los
valientes? Saúl y Jonatán, queridos y admirados, inseparables en la vida
y unidos en la muerte, más veloces que las águilas y más fuertes que
los leones.
Hijas de Israel, lloren por Saúl, que las vestía de púrpura y de lino y las cubría de joyas y de oro.
¿Por
qué cayeron los valientes en medio de la batalla? Jonatán yace muerto
en tus montañas. Por ti, Jonatán, hermano mío, estoy lleno de pesar. Te
quise con toda el alma y tu amistad fue para mí más estimable que el
amor de las mujeres. ¿Por qué cayeron los valientes y pereció la flor de
los guerreros?"
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 79
R/. Señor, vuelve tus ojos a nosotros.
Escúchanos,
pastor de Israel, que guías a José como un rebaño; tú, que estás
rodeado de querubines, manifiéstate; ante la ruina de Efraín, Benjamín y
Manasés, despierta tu poder y ven a salvarnos. R/.
Señor,
Dios de los ejércitos, ¿hasta cuándo seguirás airado y sordo a las
plegarias de tu pueblo? Nos has dado llanto por comida y por bebida,
lágrimas en abundancia. Somos la burla de nuestros vecinos, el
hazmerreír de cuantos nos rodean. R/.
ACLAMACIÓN Cfr. Hch 16, 14
R/. Aleluya, aleluya.
Abre, Señor, nuestros corazones, para que aceptemos las palabras de tu Hijo. R/.
Sus parientes decían que se había vuelto loco.
Del santo Evangelio según san Marcos: 3, 20-21
En
aquel tiempo, Jesús entró en una casa con sus discípulos y acudió tanta
gente, que no los dejaban ni comer. Al enterarse sus parientes, fueron a
buscarlo, pues decían que se había vuelto loco.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor,
al celebrar el memorial de nuestra salvación, imploramos humildemente
tu clemencia, a fin de que este sacramento de amor sea para nosotros
signo de unidad y vínculo de caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
La unidad de la Iglesia, cuerpo de Cristo
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias
siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y
eterno, por Cristo, Señor nuestro. Por Él nos has conducido al
conocimiento de tu verdad, para que fuéramos hechos miembros de su
cuerpo mediante el vínculo de una misma fe y un mismo bautismo; por Él
has enviado sobre todos los pueblos a tu Espíritu Santo, quien en la
diversidad de sus dones, es admirable constructor de la Iglesia y autor
de la unidad, habita en tus hijos de adopción y colma y gobierna a toda
la Iglesias. Por eso, unidos al coro de los ángeles, te alabamos con
alegría, diciendo: Santo, Santo, Santo…
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Col 3, 14-15
Sobre
todas las virtudes pongan el amor, que es el vínculo de la perfecta
unión; y que en sus corazones reine la paz de Cristo a la que han sido
llamados en un solo cuerpo.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
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Comentario al Evangelio de hoy
Conrado Bueno, cmf
Queridos hermanos:
Páginas duras de Marcos, las llaman algunos. Efectivamente, al leerlas, se levanta una gran extrañeza. ¿Cómo es posible? ¿Hasta los suyos le tratan de esta manera? De entrada, detengámonos en una interpretación benigna. Consistiría en pensar que sus parientes vienen a llevárselo, porque habían oído voces que afirmaban que Jesús no estaba en sus cabales.
Lo hemos visto a lo largo de la semana. El evangelista describe bien las diversas posturas de la gente ante las palabras y obras de Jesús. Las gentes, agradecidas y por un interés comprensible, le apretujan. Los apóstoles, a pesar de sus flaquezas, le siguen como a su Maestro. Los jefes religiosos recurren a Beelzebub, y tratan de quitárselo de en medio. Y, hoy, su misma familia parece que nos dice que está loco. La palabra de Jesús era signo de contradicción, chocaba con una religión formalista, que, a veces, oprimía a los hombres, creyendo, así, dar culto a Dios.
¿Y nosotros? ¿Los que, de alguna manera, podernos llamarnos “los suyos? Podríamos hacernos una batería de preguntas: ¿Cómo seguimos a Jesús? ¿Nos quedamos, acaso, en la cáscara, como los que le ven en Gospel o en Jesucristo Superestar? ¿O, más bien, seguirle nos mueve a conversión, nos causa alegría, signo de que estamos con él? ¿Puede darse, todavía, esa especie rara de católicos observantes que se cierran sobre sí mismos, en sus ritos y plegarias, y alejan a los que van buscando a Cristo? Solo aceptando a Jesús con corazón sencillo, lograremos abrirnos a su mensaje, sin buscar interpretaciones mezquinas.
Una pregunta, saliéndonos un poco del camino. ¿Entre esa familia que va a recogerlo, estaría la Virgen María, su Madre? Seguro que no. Pero no estaría ajena a las habladurías y al gesto de sus parientes. Era la noche de la fe. María ya sabía que la verdadera familia de Jesús era la que escuchaba y cumplía su palabra. Nada quitaba a su maternidad; más bien la definía: madre en su corazón, madre en su seno. Por este orden.
Páginas duras de Marcos, las llaman algunos. Efectivamente, al leerlas, se levanta una gran extrañeza. ¿Cómo es posible? ¿Hasta los suyos le tratan de esta manera? De entrada, detengámonos en una interpretación benigna. Consistiría en pensar que sus parientes vienen a llevárselo, porque habían oído voces que afirmaban que Jesús no estaba en sus cabales.
Lo hemos visto a lo largo de la semana. El evangelista describe bien las diversas posturas de la gente ante las palabras y obras de Jesús. Las gentes, agradecidas y por un interés comprensible, le apretujan. Los apóstoles, a pesar de sus flaquezas, le siguen como a su Maestro. Los jefes religiosos recurren a Beelzebub, y tratan de quitárselo de en medio. Y, hoy, su misma familia parece que nos dice que está loco. La palabra de Jesús era signo de contradicción, chocaba con una religión formalista, que, a veces, oprimía a los hombres, creyendo, así, dar culto a Dios.
¿Y nosotros? ¿Los que, de alguna manera, podernos llamarnos “los suyos? Podríamos hacernos una batería de preguntas: ¿Cómo seguimos a Jesús? ¿Nos quedamos, acaso, en la cáscara, como los que le ven en Gospel o en Jesucristo Superestar? ¿O, más bien, seguirle nos mueve a conversión, nos causa alegría, signo de que estamos con él? ¿Puede darse, todavía, esa especie rara de católicos observantes que se cierran sobre sí mismos, en sus ritos y plegarias, y alejan a los que van buscando a Cristo? Solo aceptando a Jesús con corazón sencillo, lograremos abrirnos a su mensaje, sin buscar interpretaciones mezquinas.
Una pregunta, saliéndonos un poco del camino. ¿Entre esa familia que va a recogerlo, estaría la Virgen María, su Madre? Seguro que no. Pero no estaría ajena a las habladurías y al gesto de sus parientes. Era la noche de la fe. María ya sabía que la verdadera familia de Jesús era la que escuchaba y cumplía su palabra. Nada quitaba a su maternidad; más bien la definía: madre en su corazón, madre en su seno. Por este orden.