Misal de hoy Jueves 14 de Enero 2016

LECTURAS DEL JUEVES I DEL T. ORDINARIO 14 DE ENERO (VERDE)


"Si tú quieres, puedes curarme".


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ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 77, 23-25

Abrió Dios las compuertas del cielo e hizo llover sobre ellos el maná para que lo comieran; les dio un trigo celeste, y el hombre comió pan de ángeles.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que llevaste a cabo la obra de la redención humana por el misterio pascual de tu Unigénito, concede, benigno, que quienes anunciamos llenos de fe por medio de los signos sacramentales, su muerte y resurrección, experimentemos un continuo aumento de tu salvación. Por nuestro Señor Jesucristo…

LITURGIA DE LA PALABRA

Derrota de Israel y captura del arca.

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Del primer libro de Samuel: 4, 1-11

Sucedió en aquellos tiempos, que los filisteos se reunieron para hacer la guerra a Israel y los israelitas salieron a su encuentro. Acamparon cerca de Eben-Ezer y los filisteos en Afeq. Los filisteos se pusieron en orden de batalla contra Israel.

Se trabó el combate y los israelitas fueron derrotados y sufrieron cuatro mil bajas. El ejército se retiró al campamento y los ancianos de Israel se preguntaban: "¿Por qué permitió el Señor que nos derrotaran hoy los filisteos? Traigamos de Siló el arca de la alianza del Señor, para que vaya en medio de nosotros y nos salve de nuestros enemigos".

Mandaron traer de Siló el arca del Señor de los ejércitos, que se sienta sobre los querubines. Los dos hijos de Elí, Jofní y Pinjás, acompañaron el arca.

Al entrar el arca de la alianza en el campamento, todos los israelitas lanzaron tan grandes gritos de júbilo, que hicieron retumbar la tierra. Cuando los filisteos oyeron el griterío, se preguntaron: "¿Qué significará ese gran clamor en el campamento de los hebreos?" Y se enteraron de que el arca del Señor había llegado al campamento.

Entonces los filisteos se atemorizaron. Decían: "Sus dioses han venido al campamento. ¡Pobres de nosotros! Hasta ahora no nos había sucedido una desgracia semejante. ¿Quién nos librará de la mano de esos dioses poderosos? Éstos son los dioses que castigaron a Egipto con toda clase de plagas. Cobren ánimo, filisteos, y sean hombres. No sea que tengamos que servir a los israelitas, como ellos nos han servido a nosotros. Luchemos como los hombres".

Los filisteos lucharon e Israel fue derrotado. Todos los israelitas huyeron a sus tiendas. Fue una derrota desastrosa en la que Israel perdió treinta mil soldados. El arca de Dios fue capturada y murieron Jofní y Pinjás, los dos hijos de Elí.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Del salmo 43

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R/. Redímenos, Señor, por tu misericordia.

Ahora nos rechazas y avergüenzas; ya no sales, Señor, con nuestras tropas, nos haces dar la espalda al enemigo y nos saquean aquellos que nos odian. R/.

Nos has hecho el objeto del escarnio y la burla de pueblos fronterizos. Las naciones se mofan de nosotros y los pueblos nos ponen en ridículo. R/.

Despierta ya. ¿Por qué sigues durmiendo? No nos rechaces más; Señor, despierta. ¿Por qué te nos escondes? ¿Por qué olvidas nuestras tribulaciones y miserias? R/.

ACLAMACIÓN  Cfr. Mt 4, 23

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R/. Aleluya, aleluya.

Jesús predicaba la buena nueva del Reino y curaba a la gente de toda enfermedad. R/.

Se le quitó la lepra y quedó limpio.

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Del santo Evangelio según san Marcos: 1, 40-45

En aquel tiempo, se le acercó a Jesús un leproso para suplicarle de rodillas: "Si tú quieres, puedes curarme". Jesús se compadeció de él, y extendiendo la mano, lo tocó y le dijo: "¡Sí quiero: sana!" Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio.

Al despedirlo, Jesús le mandó con severidad: "No se lo cuentes a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo prescrito por Moisés".

Pero aquel hombre comenzó a divulgar tanto el hecho, que Jesús no podía ya entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares solitarios, a donde acudían a él de todas partes.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Señor, al celebrar el memorial de nuestra salvación, imploramos humildemente tu clemencia, a fin de que este sacramento de amor sea para nosotros signo de unidad y vínculo de caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 6, 51-52

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo, dice el Señor. El que coma de este pan vivirá eternamente. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne, para que el mundo tenga vida.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Dios nuestro, que la participación en este banquete celestial nos santifique, de modo que, por la recepción del Cuerpo y la Sangre de Cristo, se estreche entre nosotros la unión fraterna. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

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Comentario al Evangelio de hoy

Fco. Javier Goñi, cmf
Queridos hermanos:
Jesús sigue haciendo signos de la cercanía del Reino, signos eficaces de que con Él está el poder de Dios, capaz de acabar con el mal. En esta ocasión se trata de un leproso. De nuevo, un encuentro personal, de tú a tú, concreto y real, en el que una persona pone su realidad de sufrimiento y muerte en manos de Jesús, que a su vez establece una relación liberadora y sanadora con aquel.
La lepra era la peor enfermedad conocida de la época: era horriblemente destructiva; convertía a quien la padecía en agente transmisor de contagio; y por ello inevitablemente era condenado al aislamiento social y a la cuarentena permanente. Como toda enfermedad, para colmo de males, era considerada castigo de Dios por el pecado. El leproso, aislado, excluido y herido de muerte por la cruel enfermedad, se sentía además rechazado por Dios.
Pero el leproso del evangelio, consciente de su lastimoso estado, confió en Jesús y decidió acudir a Él. Se acercó y de rodillas le rogó que le limpiara con una súplica magistral llena de reconocimiento, esperanza y humidad. Esa actitud alcanzó a Jesús en el alma hasta el punto de conmoverlo y reaccionar actuando inmediatamente en su favor. A Él le parte el corazón ver una vida humana destrozada y condenada al aislamiento y al infortunio. Y reacciona devolviendo la salud y reinsertando en el tejido religioso y social.
El poder de Dios, presente en Jesús, actúa sanando y liberando. No sólo de una enfermedad grave: su acción salvífica restituye al alejado por el mal a la comunidad social, perdona el pecado y devuelve la amistad con Dios. El salvado por Jesús vuelve a saberse miembro de la comunidad de la Promesa y vuelve a saberse amado por Dios, su Padre. Y el Plan de Dios, la felicidad plena para todos sus hijos, se abre de nuevo en el horizonte. Es la Salvación actuada por Jesús; es el Reino que ya está cerca…
Hemos sido creados para vivir en la plenitud de hijos de Dios y para convivir con otros desde el amor y el servicio. Pero todos hemos sido tocados por la lepra del pecado, del mal, que nos aleja del Amor del Padre y de la comunidad de hermanos, aislándonos en nuestro ego solipsista y centrado en sí mismo. Sólo Jesús puede salvarnos, liberarnos. Necesitamos hincarnos de rodillas ante Jesús, confiarnos a Él, pedirle de corazón que nos transforme en hombres y mujeres nuevos: “Si quieres, puedes limpiarme”.