LECTURAS DEL MIÉRCOLES XXXIV DEL T. ORDINARIO 25 DE NOVIEMBRE (VERDE)
Si se mantienen firmes, conseguirán la vida.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 85, 1-3
Inclina tu oído, Señor, y escúchame. Salva a tu siervo, que confía en ti. Ten piedad de mí, Dios mío, pues sin cesar te invoco.
ORACIÓN COLECTA
Señor
Dios, que unes en un mismo sentir los corazones de tus fieles, impulsa a
tu pueblo a amar lo que mandas y a desear lo que prometes, para que, en
medio de la inestabilidad del mundo, estén firmemente anclados nuestros
corazones donde se halla la verdadera felicidad. Por nuestro Señor
Jesucristo…
LITURGIA DE LA PALABRA
Aparecieron los dedos de una mano, que se pusieron a escribir.
Del libro del profeta Daniel: 5, 1-6. 13-14. 16-17. 23-28
En
aquellos días, el rey Baltasar dio un gran banquete en honor de mil
funcionarios suyos y se puso a beber con ellos. Animado por el vino,
Baltasar mandó traer los vasos de oro y de plata que su padre,
Nabucodonosor, había robado del templo de Jerusalén, para que bebieran
en ellos el rey y sus funcionarios, sus mujeres y sus concubinas.
Trajeron,
pues, los vasos de oro y de plata robados del templo de Jerusalén, y en
ellos bebieron el rey y sus funcionarios, sus mujeres y sus concubinas.
Bebieron y comenzaron a alabar a sus dioses de oro y plata, de bronce y
de hierro, de madera y de piedra.
De
repente aparecieron los dedos de una mano, que se pusieron a escribir
en la pared del palacio, detrás del candelabro, y el rey veía cómo iban
escribiendo los dedos. Entonces el rey se demudó, la mente se le turbó,
le faltaron las fuerzas y las rodillas le empezaron a temblar. Trajeron a
Daniel y el rey le dijo: "¿Eres tú Daniel, uno de los judíos
desterrados, que mi padre Nabucodonosor trajo de Judea? Me han dicho que
posees el espíritu de Dios, inteligencia, prudencia y sabiduría
extraordinarias.
Me
han dicho que puedes interpretar los sueños y resolver los problemas.
Si logras leer estas palabras y me las interpretas, te pondrán un
vestido de púrpura y un collar de oro y serás el tercero en mi reino".
Daniel
le respondió al rey: "Puedes quedarte con tus regalos y darle a otro
tus obsequios. Yo te voy a leer esas palabras y te las voy a
interpretar.
Tú
te has rebelado contra el Señor del cielo: has mandado traer los vasos
de su casa, y tú y tus funcionarios, tus mujeres y tus concubinas han
bebido en ellos; has alabado a dioses de plata y de oro, de bronce y de
hierro, de madera y de piedra, que no ven ni oyen ni entienden, pero no
has glorificado al Dios que tiene en sus manos tu vida y tu actividad.
Por eso Dios ha enviado esa mano para que escribiera.
Las
palabras escritas son: ‘Contado, Pesado, Dividido’ y ésta es su
interpretación. ‘Contado’: Dios ha contado los días de tu reinado y les
ha puesto límite. ‘Pesado’: Dios te ha pesado en la balanza y te falta
peso. ‘Dividido’: Tu reino se ha dividido y se lo entregarán a los medos
y a los persas".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Daniel 3
R/. Bendito seas para siempre, Señor.
Sol y luna, bendigan al Señor. Estrellas del cielo, bendigan al Señor. R/.
Lluvia y rocío, bendigan al Señor. Todos los vientos, bendigan al Señor. R/.
Fuego y calor, bendigan al Señor. Fríos y heladas, bendigan al Señor. R/.
ACLAMACIÓN Ap 2, 10
R/. Aleluya, aleluya.
Sé fiel hasta la muerte y te daré como premio la vida, dice el Señor. R/.
Todos los odiarán a ustedes por causa mía. Sin embargo, ni un cabello de su cabeza perecerá.
Del santo Evangelio según san Lucas: 21, 12-19
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Los perseguirán y los
apresarán, los llevarán a los tribunales y a la cárcel, y los harán
comparecer ante reyes y gobernantes por causa mía. Con esto ustedes
darán testimonio de mí.
Grábense
bien que no tienen que preparar de antemano su defensa, porque yo les
daré palabras sabias, a las que no podrá resistir ni contradecir ningún
adversario de ustedes.
Los
traicionarán hasta sus padres y hermanos, sus parientes y amigos.
Matarán a algunos de ustedes, y todos los odiarán por causa mía. Sin
embargo, ni un cabello de su cabeza perecerá. Si se mantienen firmes,
conseguirán la vida".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor,
que con un mismo y único sacrificio adquiriste para ti un pueblo de
adopción, concede, propicio, a tu Iglesia, los dones de la unidad y de
la paz. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 103, 13-15
La tierra está llena, Señor, de dones tuyos: el pan que sale de la tierra y el vino que alegra el corazón del hombre.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica
Comentario al Evangelio de hoy
Queridos hermanos:
“De Dios nadie se burla” (Gal 6,7). Fue un dicho muy socorrido por los predicadores decimonónicos e incluso posteriores. Lo esgrimían como instrumento de temor y de lucha contra el pecado, contra el menosprecio del plan de Dios. Quizá se abusó de la expresión de Pablo. Y sin embargo no puede negarse la profunda verdad que encierra. Hay vidas logradas y vidas erradas, las hay gigantes y las hay de “subdesarrollados” en el peor sentido de la palabra; quien desprecia lo divino termina a veces despreciándose a sí mismo.
Sólo quien en su vida concede espacio a la transcendencia alcanza una estatura auténticamente humana; sólo quien mira más allá de las cosas llega a conocer las cosas. Hace algunas décadas cantábamos en España aquello de “¿qué nos importa toda esa gente que mira a la tierra y no ve más que tierra?”. El hombre, capacitado para ver mucho más allá de sí mismo, lleva consigo también el riesgo de encerrarse en lo caduco y de caer en el engaño de que para ser libre debe empequeñecer su horizonte. Y la calificación final es la otorgada al rey Baltasar: pretendió burlarse de lo divino, no respetar lo sagrado, y acabó sin peso ni estatura, enclenque y sometido a la decepción de la finitud.
El cristianismo fue capaz de crear al hombre del renacimiento y de la ilustración, hombre grandioso, descubridor de la propia autonomía, de las posibilidades de su razón, de su capacidad de dominar el mundo, y no necesitado de la tutela de lo religioso. Pero en este punto le falló la síntesis, y acabó por rechazar lo divino como estorbo a la madurez humana. Por ahí cayó con frecuencia en la vacuidad, cercenó su propio horizonte, y en él se realizó el dicho paulino: “si vivís según la carne moriréis” (Rm 8,13). A veces terminó burlándose no ya de Dios o de lo divino, sino de sí mismo; dio entrada al nihilismo. Cierto que, en la época que llamamos postmoderna y postcristiana, encontramos a veces admirables buscadores de sentido; pero junto a ellos abunda el hombre desengañado, privado de cualquier ideal más allá del disfrute inmediato e irreflexivo, el que ya no sólo no cree en Dios, sino que no cree en nada. A la humanidad líquida puede suceder la humanidad gaseosa, es decir, aún más inconsistente.
Pero todo esto tiene grados. Lo hay radical y lo hay superficial e irreflexivo. También el creyente aparentemente convencido puede acostumbrase a jugar con lo sagrado y a perderle el respeto, inconsciente de ser arrastrado por una corriente familiar o cultural adversa a la transcendencia, que le hace miope y empequeñece el perímetro de su existencia. ¿Valdrá para nosotros la advertencia de Jesús que hemos leído hoy de que los “enemigos” pueden estar más cerca que lo que nos imaginamos? Donde él dice “parientes y amigos”, ¿deberemos leer nosotros ambiente social y modas del momento? Acogiendo su llamada a la confianza (“no se perderá un cabello de nuestra cabeza”: Lc 21,18), percibamos también la necesidad de vivir en vigilancia, con sentido crítico frente a la surtida “oferta” de creencias e increencias que el momento histórico nos brinda.
Vuestro hermano
Severiano Blanco cmf
“De Dios nadie se burla” (Gal 6,7). Fue un dicho muy socorrido por los predicadores decimonónicos e incluso posteriores. Lo esgrimían como instrumento de temor y de lucha contra el pecado, contra el menosprecio del plan de Dios. Quizá se abusó de la expresión de Pablo. Y sin embargo no puede negarse la profunda verdad que encierra. Hay vidas logradas y vidas erradas, las hay gigantes y las hay de “subdesarrollados” en el peor sentido de la palabra; quien desprecia lo divino termina a veces despreciándose a sí mismo.
Sólo quien en su vida concede espacio a la transcendencia alcanza una estatura auténticamente humana; sólo quien mira más allá de las cosas llega a conocer las cosas. Hace algunas décadas cantábamos en España aquello de “¿qué nos importa toda esa gente que mira a la tierra y no ve más que tierra?”. El hombre, capacitado para ver mucho más allá de sí mismo, lleva consigo también el riesgo de encerrarse en lo caduco y de caer en el engaño de que para ser libre debe empequeñecer su horizonte. Y la calificación final es la otorgada al rey Baltasar: pretendió burlarse de lo divino, no respetar lo sagrado, y acabó sin peso ni estatura, enclenque y sometido a la decepción de la finitud.
El cristianismo fue capaz de crear al hombre del renacimiento y de la ilustración, hombre grandioso, descubridor de la propia autonomía, de las posibilidades de su razón, de su capacidad de dominar el mundo, y no necesitado de la tutela de lo religioso. Pero en este punto le falló la síntesis, y acabó por rechazar lo divino como estorbo a la madurez humana. Por ahí cayó con frecuencia en la vacuidad, cercenó su propio horizonte, y en él se realizó el dicho paulino: “si vivís según la carne moriréis” (Rm 8,13). A veces terminó burlándose no ya de Dios o de lo divino, sino de sí mismo; dio entrada al nihilismo. Cierto que, en la época que llamamos postmoderna y postcristiana, encontramos a veces admirables buscadores de sentido; pero junto a ellos abunda el hombre desengañado, privado de cualquier ideal más allá del disfrute inmediato e irreflexivo, el que ya no sólo no cree en Dios, sino que no cree en nada. A la humanidad líquida puede suceder la humanidad gaseosa, es decir, aún más inconsistente.
Pero todo esto tiene grados. Lo hay radical y lo hay superficial e irreflexivo. También el creyente aparentemente convencido puede acostumbrase a jugar con lo sagrado y a perderle el respeto, inconsciente de ser arrastrado por una corriente familiar o cultural adversa a la transcendencia, que le hace miope y empequeñece el perímetro de su existencia. ¿Valdrá para nosotros la advertencia de Jesús que hemos leído hoy de que los “enemigos” pueden estar más cerca que lo que nos imaginamos? Donde él dice “parientes y amigos”, ¿deberemos leer nosotros ambiente social y modas del momento? Acogiendo su llamada a la confianza (“no se perderá un cabello de nuestra cabeza”: Lc 21,18), percibamos también la necesidad de vivir en vigilancia, con sentido crítico frente a la surtida “oferta” de creencias e increencias que el momento histórico nos brinda.
Vuestro hermano
Severiano Blanco cmf