LECTURAS DEL JUEVES XXVIII DEL T. ORDINARIO 15 DE OCTUBRE SANTA TERESA DE JESÚS RELIGIOSA DOCTORA DE LA IGLESIA (BLANCO)
Sí, se lo repito: a esta generación se le pedirán cuentas.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 41, 2-3
Como la cierva busca el agua de las fuentes, así, sedienta, mi alma te busca a ti, Dios mío. Mi alma tiene sed del Dios vivo.
ORACIÓN COLECTA
Dios
nuestro, que, por tu Espíritu Santo, elegiste a santa Teresa de Jesús
para que mostrara a la Iglesia el camino de la perfección que se debe
seguir, concédenos alimentarnos siempre con su doctrina espiritual y
arder en el deseo de la verdadera santidad. Por nuestro Señor
Jesucristo…
LITURGIA DE LA PALABRA
El hombre es justificado por la fe y no por cumplir la ley de Moisés.
De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 3, 21-30
Hermanos:
La actividad salvadora de Dios, atestiguada por la ley y los profetas,
se ha manifestado ahora independientemente de la ley. Por medio de la fe
en Jesucristo, la actividad salvadora de Dios llega, sin distinción
alguna, a todos los que creen en Él.
En
efecto, como todos pecaron, todos están privados de la presencia
salvadora de Dios; pero todos son justificados gratuitamente por su
gracia, en virtud de la redención llevada a cabo por medio de Cristo
Jesús, al cual Dios expuso públicamente como la víctima que nos consigue
el perdón por la ofrenda de su sangre, por medio de la fe. Así nos
enseña Dios lo que es su actividad salvadora: perdona los pecados
cometidos anteriormente, que soportó con tanta paciencia, y nos da a
conocer, en el tiempo actual, que Él es el justo que salva a todos los
que creen en Cristo Jesús. ¿En dónde quedó, pues, tu derecho a
gloriarte? Ha sido eliminado. ¿Por cumplir la ley? De ninguna manera,
sino por aceptar la fe. Porque sostenemos que el hombre es justificado
por la fe y no por hacer lo que prescribe la ley de Moisés. ¿Acaso Dios
es Dios sólo de los judíos? ¿No lo es también de los no judíos?
Evidentemente que sí, puesto que no hay más que un solo Dios, que
justifica por medio de la fe tanto a los judíos como a los no judíos.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 129
R/. Perdónanos, Señor, y viviremos.
Desde el abismo de mis pecados clamo a ti; Señor, escucha mi clamor; que estén atentos tus oídos a mi voz suplicante. R/.
Si
conservaras el recuerdo de las culpas, ¿quién habría, Señor, que se
salvara? Pero de ti procede el perdón, por eso con amor te veneramos.
R/.
Confío en el Señor, mi alma espera y confía en su palabra; mi alma aguarda al Señor, mucho más que a la aurora el centinela. R/.
ACLAMACIÓN Jn 14, 6
R/. Aleluya, aleluya.
Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre, si no es por mí, dice el Señor. R/.
Les pedirán cuentas de la sangre de los profetas, desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías.
Del santo Evangelio según san Lucas: 11, 47-54
En
aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos y doctores de la ley: "¡Ay de
ustedes, que les construyen sepulcros a los profetas que los padres de
ustedes asesinaron! Con eso dan a entender que están de acuerdo con lo
que sus padres hicieron, pues ellos los mataron y ustedes les construyen
el sepulcro.
Por
eso dijo la sabiduría de Dios: Yo les mandaré profetas y apóstoles, y
los matarán y los perseguirán, para que así se le pida cuentas a esta
generación de la sangre de todos los profetas que ha sido derramada
desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la de
Zacarías, que fue asesinado entre el atrio y el altar. Sí, se lo repito:
a esta generación se le pedirán cuentas.
¡Ay
de ustedes, doctores de la ley, porque han guardado la llave de la
puerta del saber! Ustedes no han entrado, y a los que iban a entrar les
han cerrado el paso". Luego que Jesús salió de allí, los escribas y
fariseos comenzaron a acosarlo terriblemente con muchas preguntas y a
ponerle trampas para ver si podían acusarlo con alguna de sus propias
palabras.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta,
Señor, con bondad nuestras ofrendas, tú que aceptaste con agrado el
homenaje lleno de fervor que te ofreció santa Teresa. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 88, 2
Cantaré las misericordias del Señor eternamente, y mi boca proclamará tu fidelidad de generación en generación.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica
«¡(...) edificáis los sepulcros de los profetas que vuestros padres mataron!»
Hoy,
se nos plantea el sentido, aceptación y trato dado a los profetas: «Les
enviaré profetas y apóstoles, y a algunos los matarán y perseguirán»
(Lc 11,49). Son personas de cualquier condición social o religiosa, que
han recibido el mensaje divino y se han impregnado de él; impulsados por
el Espíritu, lo expresan con signos o palabras comprensibles para su
tiempo. Es un mensaje transmitido mediante discursos, nunca halagadores,
o acciones, casi siempre difíciles de aceptar. Una característica de la
profecía es su incomodidad. El don resulta molesto para quien lo
recibe, pues le escuece internamente, y es incómodo para su entorno, que
hoy, gracias a Internet o los satélites, puede extenderse a todo el
mundo.Los contemporáneos del profeta pretenden condenarlo al silencio, lo calumnian, lo desacreditan, así hasta que muere. Llega entonces el momento de erigirle el sepulcro y de organizarle homenajes, cuando ya no molesta. No faltan actualmente profetas que gozan de fama universal. La Madre Teresa, Juan XXIII, Monseñor Romero... ¿Nos acordamos de lo que reclamaban y nos exigían?, ¿ponemos en práctica lo que nos hicieron ver? A nuestra generación se le pedirá cuentas de la capa de ozono que ha destruido, de la desertización que nuestro despilfarro de agua ha causado, pero también del ostracismo al que hemos reducido a nuestros profetas.
Todavía hay personas que se reservan para ellas el “derecho de saber en exclusiva”, que lo comparten —en el mejor de los casos— con los suyos, con aquellos que les permiten continuar aupados en sus éxitos y su fama. Personas que cierran el paso a los que intentan entrar en los ámbitos del conocimiento, no sea que tal vez sepan tanto como ellos y los adelanten: «¡Ay de vosotros, los legistas, que os habéis llevado la llave de la ciencia! No entrasteis vosotros, y a los que están entrando se lo habéis impedido» (Lc 11,52).
Ahora, como en tiempos de Jesús, muchos analizan frases y estudian textos para desacreditar a los que incomodan con sus palabras: ¿es éste nuestro proceder? «No hay cosa más peligrosa que juzgar las cosas de Dios con los discursos humanos» (San Juan Crisóstomo).