Evangelio y Comentario de hoy Sabado 20 de Septiembre 2015


Primera lectura

Lectura de la profecía de Zacarías (2,5-9.14-15a):

Salmo

Jr 31,10.11-12ab.13

Evangelio de hoy

 
Comentario 
 
Hoy son las palabras del profeta Zacarías las que nos consuelan y animan:
“Alcé los ojos y vi un hombre con un cordel de medir. Pregunté: ¿A dónde vas? El me contestó: A medir a Jerusalén, para comprobar su anchura y longitud”.
A veces podemos tener la sensación de que Dios nos mide, como si quisiera comprobar nuestras fuerzas, hasta dónde podemos llegar. Sin embargo, siendo esto un misterio, recordemos siempre que esta acción va acompañada de una promesa: “Yo seré para ti una muralla de fuego en torno, y gloria dentro de ella. ¡Alégrate y goza, hija de Sión!, que yo vengo a habitar dentro de ti —oráculo del Señor—“. 
Si alguna vez Dios hiciera algo parecido a “medirnos”, será para habitar dentro de nosotros y rodearnos como muralla fuerte. Como un pastor cuida su rebaño, dice el salmo. ¿No es un motivo de alegría como para vivir en completa confianza?
Somos como los primeros discípulos: no entendemos nada. El lenguaje de Dios a veces nos resulta oscuro, no entendemos el sentido de tantas cosas que ocurren. Y a veces, hasta nos da miedo orar, preguntarle… Pero de fondo, la palabra cálida de Jesús:
“Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del Hombre lo van a entregar en  manos de los hombres”. Así fue con Él. Así ha sido con tantos hombres y mujeres, tantos mártires como Cosme y Damián que hoy recordamos y tantos y tantos anónimos…
Y, misteriosamente, nada podrá quitarnos la alegría. Confía, confía, fíate de Mí… Y escúchalo aquí, si te ayuda.

Vuestra hermana en la fe, Rosa Ruiz, misionera claretiana

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Sábado de la semana 25 del tiempo ordinario
“Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres”. Pero ellos no entendían este; les resultaba tan oscuro que no cogían el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto”. (Lc 9,43-45)

Siempre resulta mucho más fácil entender lo cómodo.
Siempre resulta mucho más fácil entender aquello que no nos complica la vida.
Siempre resulta mucho más fácil entender el placer y la felicidad.
Siempre resulta mucho más fácil entender el éxito y el triunfo.
Lo difícil es entender:
– El fracaso humano.
– El sufrimiento humano.
– La debilidad divina que el poder.
– La Cruz que el éxito.
En el Evangelio de ayer Jesús quiso ser claro con sus discípulos.
Jesús quiso mostrarles la verdad del camino del Evangelio.
Pero se dio cuenta de que no habían entendido nada.
Que ellos vivían en otra onda.
“Ni siquiera se atrevían a preguntarle sobre el tema”
Algo que nos sucede a todos.

Nos resulta difícil:
– Entender un Jesús crucificado.
– Entender que la fidelidad al Evangelio conlleva rechazo.
– Entender el sufrimiento.
– Entender el por qué del dolor.
– Entender el por qué de la enfermedad.
– Entender que siendo buenos tengamos que sufrir.
– Entender que siendo buenos Dios “nos haga sufrir”.
Y Jesús nunca habla de que Dios le haga sufrir.
Jesús nunca habla de que Dios lo rechace.
Jesús nunca habla de que sea Dios quien lo juzga y condena.
Jesús nunca habla de que sea Dios quien lo condene a la Cruz.
Serán los hombres: los ancianos, los sumos sacerdotes, los escribas.
Somos muchos los que hablamos de “cómo Dios permite nuestro sufrimiento”.

Y no nos preguntamos por las verdaderas causas de nuestros sufrimientos.
Sin embargo, Jesús quiere dejar las cosas claras.
A Jesús no le va eso de engañarnos con falsas promesas.
Pero quiere que:
Descubramos que el camino del Evangelio no es fácil.
Descubramos que el camino del Evangelio tiene poco de alabanza y aplauso.
Descubramos que sin Cruz no hay verdadera revelación de Dios.
Descubramos que sin Cruz no hay verdadera salvación.
Descubramos que sin Cruz no hay verdadero amor
Descubramos que sin Cruz no hay verdadera Iglesia.

Esto lo entendió mejor el Papa Francisco que Pedro que ha confesado a Jesucristo, diciendo:
“Tú eres Cristo, el Hijo del Dios vivo.”
Yo te sigo, pero no hablemos de Cruz. Esto no cuenta.
Te sigo con otras posibilidades, pero sin la Cruz.
Mientras que el Papa Francisco dice:
“Cuando caminamos sin la Cruz,
cuando edificamos sin la Cruz y
cuando confesamos un Cristo sin Cruz,
no somos discípulos del Señor: somos mundanos, somos obispos, sacerdotes, cardenales, papas, pero no discípulos del Señor”.
Y aun añade “Quisiera que todos, luego de estos días de gracia, tengamos el coraje, precisamente el coraje:
de caminar en presencia del Señor, con la Cruz del Señor;
de edificar la Iglesia sobre la sangre del Señor, que ha sido derramada sobre la Cruz;
y de confesar la única gloria, Cristo Crucificado.
Y así la Iglesia irá adelante.
Deseo que el Espíritu Santo, la oración de la Virgen, nuestra Madre, conceda a todos nosotros esta gracia: caminar, edificar, confesar Jesucristo. Así sea”.